▪️Promesa De Amor▪️

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Capítulo 13.
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En los brazos de su padre, Elena fue llevada hasta su habitación con prontitud.

A Aurora le informaron lo que había sucedido por lo que, destrozada, salió corriendo por los pasillos hasta llegar a la habitación de su hija encontrando el más triste escenario.

—Eric... — llamó en un susurro al entrar.

Él viró su mirada hacia su esposa. Con lágrimas en sus ojos, en sollozante dolor permanecía arrodillado frente a la cama de su hija sin soltarle la mano de Elena.

Aurora negó inquieta y apresurada se acercó a ellos.

—Hija... no, mi amor... ¿Qué te han hecho? — tomó la otra mano libre de Elena, su corazón se destrozó una vez más por ver la condición de su hija, lo maltratada que estaba.

Elena abrió nuevamente sus ojos y vió el rostro de sus padres, ambos con un semblante de agonía y de preocupación.

—Mamá...

—Aquí estoy, mi vida... aquí estoy contigo... tienes que permanecer fuerte, por favor... pronto te vas a curar y ya todo habrá acabado, mi vida...

—Aurora tiene razón, hija... Solo aguanta un poco más... vamos a encontrar la cura...

—¿Creen que voy a morir? — preguntó mientras una lágrima nueva bajaba por su mejilla izquierda.

Ambos negaron rápidamente.

—¡No digas eso, hija! — reprendió Aurora al instante — Tú vas a salir de esto, vas a sanarte, serás feliz y tendrás una maravillosa vida de ahora en adelante, mi amor.

Elena solo quedó en silencio sintiendo un ardor dentro de su cuerpo. El tiempo corría y aquel veneno la estaba matando poco a poco.

Aquello comenzaba a surgir efecto en su cuerpo, sangre comenzaba poco a poco a salir de su nariz y le costaba respirar.

—¡¿Eric?! ¡¿Qué está pasando?!

—¿Elena? ¿Elena?

Elena no respondía y solo cerró sus ojos nuevamente.

El doctor se acercó y ellos se alejaron abrazados entre sí.

Qué dolor sentían por dentro, deseaban estar ellos sufriendo en vez de Elena, su preciada hija.

El hermano de Elena llegó tan pronto como pudo a los minutos, poniéndose al tanto de la situación por palabras de su padre.

—Debí estar ahí contigo, papá... no debí irme a cabalgar... ¿Cómo pudo pasar esto?

—Cálmate, hijo... era mejor que no estuvieras... el peligro era bastante para que un rey y su heredero estuviera juntos en un mismo lugar.

—Papá... ¿Cómo está ella?

—No lo sabemos, el doctor está con ella y...

—¡Su Majestad, Atilio trae el antídoto! — exclamó un guarda llegando.

Y detrás de él, Atilio llegaba con mirada seria.

Eric tenía agarrada de la mano a su esposa, ambos viraron su mirada hacia los hombres que se acercaban.

El atuendo de Atilio estaba manchado de sangre, era él que más tenía notorio sangre en su ropa.

—¿Pero que ha pasado?

La Estrella Que Escondió Su Brillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora