Broken Soul 💔 (Pausada)

Capítulo 12

Me costó un poco adaptarme a mi nuevo estado, y con mi estado me refiero al ámbito... ¿Espiritual, se podría decir?

La curiosidad que tenía previa a morir no ha desaparecido del todo. Aún tenía ganas de saber en qué lugar me encontraba. Por esa razón, comencé a andar por los alrededores de aquel lugar donde había sido sellada mi muerte. Resultó ser una casa pequeña. Esta estaba prácticamente abandonada, ya que no estaba amueblada ni contenía algo que señalara ser un lugar cómodo o familiar. Entré a la habitación que más se usaba, a aquella en la cual habían hecho la extracción de nuestros órganos. Si aún tuviera mi cuerpo, sentiría arcadas de desagrado al notar la sangre y los utensilios quirúrgicos. Mas ya no tenía un cuerpo físico, y lo único que quedaba era un intangible sentimiento que me costó descifrar. Como no sabía la ubicación decidí salir de la pequeña estructura. Una vez fuera, exploré los alrededores y sin tardar mucho tiempo lo pude deducir. Si no me fallaba la memoria, esta pequeña casucha se encontraba a las salidas de Ciudad Juárez.

Al retroceder un poco, traspasé una pared y quedé confundida con esa nueva habilidad. Lo intenté nuevamente y crucé toda superficie que me quedara en frente. De esa forma descubrí que no solo podía atravesar paredes, sino también cuerpos. Lo concluí tras pasar a través de uno de aquellos hombres. Quise explorar más, así que intenté tomar el brazo de uno y resultó en un pequeño escalofrío de su parte. Los vellos de su brazo se erizaron, él se sacudió en estremecimiento y maldijo en su interior.

Estar ahí no era divertido, nunca lo fue. Ese pequeño experimento de descubrir si las paredes no eran un límite fue una distracción. Miré a los causantes de mi destino y en ese momento yo solo tenía un deseo. Anhelaba ir a mi hogar y ver a mis papás. Cuánto daría por estar frente a ellos y decirles que ya no debían preocuparse por mí.

Por mi mente cruzaron los recuerdos de las películas que veía con Matt. En estas había una actividad que casi todos los espíritus o fantasmas tenían. Podían desaparecer de un lugar y aparecer en la ubicación que deseasen, en otras palabras, podían teletransportarse.

Por un instante me río de mí misma. ¿Acaso yo estaba contemplando tomar el ejemplo de películas de ficción? Sin embargo ese momento no dura mucho, nada pierdo con intentarlo.

Traté de respirar profundo hasta que me di cuenta de que no tengo pulmones. Lo único que me quedan son pensamientos, sentimientos y las ganas de regresar a casa. Así que me concentro en eso. Poco a poco todo a mi alrededor fue cambiando y tomando similitud a lugares conocidos... El colegio, la casa, el parque, la casa de Ángela y la heladería donde habíamos estado hace apenas unos días.

Mi querida Ángela. Estaría tan agobiada con todo lo que había pasado. Supongo que aún estaría culpando por algo de lo que ni siquiera era culpable. Lo que antes era la imagen que se dibujaba de mi casa, cambió completamente de ubicación. Y todo empezó a dirigirse a... ¿La casa de Ángela?

En unos segundos me encontré parada frente a su cama. Parecía una habitación totalmente distinta a la de Ángela. Ella siempre la mantenía pulcra y ordenada, mas ahora, su habitación estaba hecha un desastre. Su cama estaba sin tender, había ropa tirada por todas partes, y vasos sucios reposaban tanto en el piso como en la mesita de noche junto a la cama. Y su teléfono apenas se veía entre tanto desorden.

Unos quejidos y sollozos se hacen notar. Al poner un poco más de atención noté que provenían del cuarto de baño. Me dirigí al origen de aquél llanto, traspasé la pared y ahí la vi.

Ella estaba dentro de la tina. Estaba abrazando sus piernas y mantenía la cabeza enterrada en sus rodillas. Su llanto que antes era débil se volvió más descontrolado. Si yo todavía tuviera mi corazón, este se hubiera estrujado al verla llorando desconsolada. El agua que cubría su cuerpo parecía ser hecha de lágrimas.