Adalia Weber
Una semana más tarde
-Es imposible-le digo a Richard
-Se ha decidido que lo que tu padre dejo sea repartido en partes iguales. Tu y Amanda recibirán el cincuenta por ciento cada una—explica Richard
—¿Por qué se decidió esto?—inquiero
—Porque según el juez, ambas son hijas de tu padre y es justo que tengan la misma cantidad.
Suspiro y miro a Richard mientras que replanteaba como era posible que Amanda se haya salido con la suya.
—¿Cuando se dará el dinero?
—Durante está semana, te informaré cuando sea la fecha de transacción a tu cuenta bancaria
—Bien—suspiro
El asiente hacia mi y sonrió levemente, se despide y abandona mi piso dejándome sola. Me tiró en el sofá y gruño molesta.
Amanda se había salido con la suya al tener el dinero de mi padre en sus manos. El tono de llamada de mi celular me hace estirarme a la mesa de centro y ver quién estaba llamando.
Amanda. Joder
—¿Que quieres Amanda?—pregunto al atender
—Siempre tan amable hermanita—dice Amanda
—No tengo tiempo para tus bromitas
—¿Ya sabes la noticia? El cincuenta por ciento de la herencia de nuestro padre es para mí, espero que quedes satisfecha.
—¿Lograste lo que querías, verdad?
—No exactamente—responde—Todo ese dinero me pertenecía, no veo razón para que te dejen a ti algo de eso.
—Soy su hija, estuve con el cada momento
—Aja si—la oigo chasquear la lengua—. Espero que estés agradecida de que hayas logrado tocar algo de ahí
—Deberias estar tu agradecida, ese dinero me correspondía a mi como decía en el testamento
—Aja si como digas, adiós
Cuelga la llamada y bufo molesta dejando mi celular en la mesa de centro. Quedó unos minutos reflexionando todo el tema en completo silencio.
Cuando finalmente me di por rendida, tome mis cosas para ir al hospital y poder pagar algo de la deuda. Quedaba poco para acabarla y poder quedar libre de deudas.
Tomo un taxi para ir hacia el hospital, tarde unos minutos en llegar y al estar en el gran edificio me dirijo hacia el área de administración.
Saco un turno y espero pacientemente a que me llamen al mesón para hacer el debido trámite. Reviso los mensajes de Jenell donde me mostraba dos conjuntos de lencería que planeaba usar esta noche en la tarima.
Minutos después me llaman y me acerco al mesón. Le sonrió a la señorita frente a mi.
—Vengo a pagar una deuda—comento
—Claro, deme el nombre del titular de la deuda—pide
—Adalia Weber
Ella teclea en la computadora y empiezo a sacar el dinero de mi bolso. Miro a la señorita que me sonríe.
—No hay ninguna deuda a ese nombre—informa
—¿Que?—frunzo el ceño—. Es imposible, hace una semana yo vine a pagar y se perfectamente que queda dinero aún.
ESTÁS LEYENDO
Nuestra Reina
Teen FictionLos hermanos Müller, poderosos, intimidantes y ambiciosos. Liderando la Mafia Alemana y todo el legado que había dejado su familia a ellos. Ambos hermanos comparten absolutamente todo y cuando es todo, es porque todo lo comparten. Poder, deseos, n...