•Capitulo 14•

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Adalia Weber

Me acurrucó en mi cama haciendome un ovillo entre las sábanas. Mi útero parecía romperse en dos por los fuertes cólicos que estaba sufriendo.

El día de ayer mi periodo había llegado haciendo que un pequeño sufrimiento comience. Siempre mi periodo duraba cinco días. Los dos primeros eran del infierno.

Cólicos insoportables que me ponian de mal humor. El tercer día ya no habían cólicos pero si estaba demasiado sentimental para mí gusto, el cuarto y quinto día ya eran más tranquilos.

La noche de ayer ni siquiera me digne a ir al burdel porque mis cólicos me tenían de muerte. Definitivamente odiaba mi periodo.

Me queje cuando mi guatero que usaba en estos días se encontraba frío. Tenía que volver a conectarlo para que tome calor.

Lo conecto y vuelvo acurrucarme en mi cama sintiendo los cólicos cada vez más fuertes. Las pildoras para los dolores ni siquiera ayudaban.

Cierro mis ojos tratando de descansar un poco pero me veo interrumpida cuando tocan la puerta de mi piso.

—Joder no—me quejo

Si no iba atender, seguramente quien fuera que molestaba ahora se largaria.

Los golpes en la puerta siguieron provocando que suspirara y me pusiera de pie a las malas. Camino hacia la entrada de mi piso y abro la puerta dejando ver quién insistía tanto.

Derek y Blaz se encontraban frente a mi. Blaz estaba preocupado mientras que Derek solo fruncía el ceño.

—Joder Ángel, ¿Por qué no atiendes tu teléfono?—pregunta Blaz dando un paseo hacia mi

—No se dónde lo deje—murmuro y deja un beso en mis labios

—Estas ojerosa—comenta Derek llamando mi atención

—¿Tienes gripe?—pregunta Blaz preocupado—. Debemos llevarte a la clínica Ángel

—No—niego—. Estoy bien

—Al parecer agarraste una gripe—asegura Derek

—No—niego estando en desacuerdo—. Solo que mi periodo a llegado y tengo unos cólicos que me están matando por dentro. Eso es todo

—¿Y que haces de pie?—me regaña Blaz

—Pues, no tengo a nadie que más atienda—murmuro

—Vete a la cama, debes estar acostada—me ordena

—¿Crees que no lo sé?—frunzo el ceño

—¿Entonces que esperas?—me dice Derek fijando su mirada sobre mi y cerrando la puerta dando privacidad.

Suspiro y me giro sobre mis talones para volver a mi habitación. Me tumbó en la cama cubriendome con las sábanas y acurrucandome en ellas. Siento pasos a mi espalda y miro por encima de mi hombro.

Blaz se acercaba a mi totalmente descalzo y se tumbó a mi lado. Sus brazos rodearon mi cuerpo y me acurrucó contra el recibiendo su calor corporal que me hizo suspirar.

—¿Tienes muchos cólicos ángel?

—Si—asiento

—Derek va a prepararte una bebida caliente—acaricia mi espalda baja

Sonrió agradecida y me relajo contra su cuerpo. Empieza hacer caricias en mi cabello haciendo que me apegara más a él.

—Estabamos preocupados Ángel, creímos que te había sucedido algo—murmura

Nuestra ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora