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Ya era de noche, no tenía idea de qué hora era, pero escuchaba el sonido del agua corriendo con tranquilidad, lo que le brindaba mucha paz a ser; también escuchaba una respiración lenta bastante cerca, y sabía de quién se trataba. Estaba entre los brazos de esa persona que no lo soltaba, lo mantenía cálido, protegiéndolo del frío de esa noche. No quería levantarse, no quería moverse de ese lugar, si sólo pudiera prolongar ese momento. Quería estar sólo con él.

Sintió un golpe en la cabeza. Abrió los ojos, volviendo a sentir esa pesadez en los párpados. Miró en todas las direcciones posibles, sin poder creer que en realidad se encontraba en su habitación, y era de día. Luego miró hacia su lado izquierdo, encontrándose con Seongmin.

—¿Qué te ocurre? —fue lo primero que dijo su pequeña hermana— ¿Por qué duermes a esta hora? ¿Qué tienes?

Por su tono de voz, sonaba molesta, muy distinto a la manera en que se lo hubiera preguntado su mamá, o Jiwon, incluso Jake hubiera actuado más tranquilo. Volvió a sonrojarse inevitablemente. Miró el reloj digital que tenía en su mesita, marcando las 4:30 pm. Ni siquiera él sabía por qué estaba durmiendo a esa hora.

Haciendo memoria, cuando seguía junto al río con su amigo, comenzó a insistir para que no se fueran tan pronto, así que se quedaron por más tiempo, lo que había sido una mala idea, porque comenzó a sentirse demasiado mareado, tanto que ni siquiera podía ponerse de pie por sí solo, entonces Jake lo ayudó a llegar a casa, y después de eso, no podía recordar nada más.

Su cabeza seguía doliendo, muy a pesar de que había descansado por más de tres horas.

—Estoy bien —se quitó la sábana de encima, lo que le produjo un escalofrío. Quería regresar a dormir, y taparse con una cobija más grande.

—No lo creo —dice sonando enojada—. Has estado así por dos días, no es normal. Debemos llevarte al hospital.

—Exagerada —murmuró—. Te dije que estoy bien, solamente necesito...

—¿Qué necesitas? —lo interrumpe. De repente, el gesto que tenía en la cara cambió, a uno más alegre— Oh, ya lo sé. Necesitas ver a Jake y mágicamente te sentirás bien. Es eso, ¿No es así?

Frunció el ceño, y esto hizo reír muy fuerte a la menor.

—¡Lo sabía! Deberías ver tu cara —y seguía riendo, tanto que hasta podría tirarse en el suelo por las carcajadas que soltaba. Sunghoon se sintió un poco avergonzado—. Dios, ustedes dos son tan... De no ser por Jiwon, pensaría que ustedes son novios.

—¡No es mi novio! —dijo. Sus orejas rojas hasta la punta, delataban cómo se sentía respecto a lo que oía.

—Ustedes son algo así como, almas gemelas — lo ignoró por completo, y siguió hablando—. No pueden estar el uno sin el otro, porque entonces uno de los dos se enferma. Qué cursi.

—Y a ti qué te importa —evitaba su mirada para que no encontrara otra cosa con la que pudiera burlarse. Quizás se debía a su molestia, que parecía que se había olvidado de su dolor de cabeza, por lo que pudo levantarse como si nada. 

—Bueno, tienes razón —se acercó a la puerta, estando a nada de irse—. Baja ya, tenemos que discutir algo acerca de la fiesta de Jiwon.

—No será una fiesta sorpresa, ¿O sí?

—Claro que no, ya sabes que ella tiene que ser parte de la organización —dijo algo enfadada, pues creía que era algo obvio para ambos, o para cualquiera. Salió, cerrando la puerta detrás de sí.

Sunghoon soltó otro bostezo. Se miró al espejo, mirando cómo es que su pelo estaba tan desordenado, y luego estaba su cara llena de cansancio, como si no hubiera dormido en días.




















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