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Llovía en la ciudad ya hacía una semana. Las calles estaban inundadas y yo estaba mirando a más de quince minutos allí de la ventana del vigésimo séptimo piso del edificio. Imaginaba qué hora sería, ya que todo allá fuera estaba gris casi negro. Yo contaba los minutos.

- ¿Qué hora es? - Pregunté sin voltearme, queriendo controlar mi ansiedad, estaban todos allí, en la sala de reuniones. Los mejores y más competentes ejecutivos del área.

- Son las tres treinta y cinco Valeria.

No fue necesario voltearme para saber que quién me respondía listamente era mi más nuevo ejecutivo. Patrick Wood un joven de sólo treinta años, cinco años menor que yo, que poco menos de un año trabajaba en mi compañía y ya recibía su cuarta promoción. Era talentoso, sin embargo, un chupamedia nato.

- Valeria, no crees que ya los dejamos esperando lo suficiente? ¡Deben estar con los nervios a flor de piel! - Ahora era Hana quién hablaba, otra de mis mejores aliadas. Una oriental poco más joven que yo, pero unas de las personas más inteligentes con quienes yo ya había trabajado. - Ya torturamos lo suficiente a esos Americanos y...

Yo ya estaba volteándome para concordar con ella cuando alguien la interrumpió:

- ¡Buenas tardes niños!

Me sorprendí al encontrarme con un señor de cabellos blancos, ojos castaños y una sonrisa enigmática adentrar la sala dentro de un elegante traje azul.

- ¿Papá? - yo estaba sorprendida.

Desde que el famoso Byron Ramírez se había alejado de la compañía hace más de ocho años, jamás había estado allí, no en la sala de reuniones. Lo máximo que él hacía era una visita a la sala de la presidencia, mi sala.

- ¿Qué haces aquí? ¡Que sorpresa!

En el mismo instante en que yo me anticipaba hasta él, todos los otros que hasta entonces estaban sentados alrededor de la inmensa mesa mogno se levantaron y formaron fila para apretar la mano de su ídolo.

-¿Todo bien hija?- preguntó él encarándome de manera extraña, no me gustaba aquella mirada, de hecho no me gustaba nada.

Si mis cabellos castaños no estuvieran bien presos en un moño yo ya estaría con mis diez dedos envolviéndolos en señal de aprensión.

Intenté disfrazar mi ansiedad repentina mientras los chupamedias aún intentaban ganar la atención de él. Me senté en mi silla en el centro de la mesa, girando y mirando para mis zapatos de tacón doce negros como mi trajecito confortable.

- Tomen asiento niños que tengo novedades para ustedes - dijo Byron una silla para Hana y quedando bien a mi lado en pie. Yo lo miré incierta, pero aún irritada.

- Todo ustedes, a partir de mañana, pasarán el mejor fin de semana de sus vidas - lo dijo con una amplia sonrisa.

- ¿Que broma es esta, papá? ¿Qué quieres decir con eso? - dije sonriendo sin entender - Tenemos algunos clientes esperándonos en la sala de a lado, sabe que ellos...

- Ellos ya se fueron querida - dijo animadamente.

Todos, en shock miraron incrédulos para él y obvio, para mí también. Sin embargo, yo estaba tan en shock cuánto ellos.

- ¿Que dijiste papá? - dije mientras parpadeaba varias veces.

Él entonces me miró como si yo fuera una funcionaría suya, ahora no sonreía:

- Irán para un retiro en un lugar lindo, agradable y tranquilo - habló con una de las manos apoyada en la orilla de la mesa. Yo abrí la boca, sin embargo, él no paró – Irán mañana temprano, quiero todos en el aeropuerto a las ocho horas en punto. Allá, el señor Kenji estará esperándolos.

Un Amor por Encargo - YuleriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora