Sala de los Lores
La noche llegó con un olor a tierra mojada, joven y llena de energía. Detrás de las cortinas que cubrían los grandes ventanales de la sala de los Lores, se extendía una ciudad que se negaba a dormir. Las lámparas colgantes de fulgosferas iluminaban la estancia. Mapas de distintas regiones del mundo y diversos documentos estaban dispuestos de manera ordenada sobre diversos muebles. En el centro, una larga mesa de caoba, ovalada en sus dos extremos, rodeada por las diez personas más importantes del reino.
—Es una lástima que Hazel no nos pueda acompañar —mencionó el rey Alaric II con un gesto de insatisfacción y una copa de vino que pasaba más tiempo en su boca que en la mesa.
—Si este joven no hubiera incomodado a la señorita Hazel por todo un mes, aún estuviera con nosotros —comentó Riff, estelar del sonido, un hombre recio de nariz chata y un acento característico de las ciudades costeras de Puerto del Bosque.
—Estoy de acuerdo que su presencia habría facilitado las cosas, después de todo ella es de Lexadur, ciudad más que implicada en este asunto, pero Aribell no tiene nada que ver. La señorita Hazel ya tenía programado marcharse del palacio el día de hoy. Como nueva estelar y embajadora de Albiria, tiene planeado regresar a Lexadur para rendir informe a su padre, luego partirá hacia el puerto de Longsor y de ahí hacia Albiria. Pero es imposible que lo supieras si faltas a todas las reuniones. —replicó Sotus.
—Parece que el muchacho sigue debajo de las faldas de mami —respondió Riff, sarcástico
—¡vaya! Así que estuvo todo un mes detrás de Hazel —intervino Yoldic, estelar de la roca, con un tono jocoso.
—Esa niña es más fría que escroto de pingüino de Nivalia, no tiene oportunidad —terminó Riff
—¡Basta! Esto no es un bar. —Dijo Eyre, Ferada del reino y sacerdotisa suprema—. Parece que no entienden la gravedad del asunto. Continúa muchacho.
—Su majestad —prosiguió Ari, con la voz solemne del secretario del reino—. Por último, debo agregar que nuestra prosperidad económica depende en demasía de la producción de kamut. La situación es más complicada porque este cereal también se usa como moneda en Eodriel y en dos países más de Geraia. Ya sea por una sequía grave, problemas en la calidad del suelo u otras razones que afecten nuestra producción agrícola, es claro que estamos ante una crisis económica y social importante. Esta crisis puede provocar problemas de seguridad alimentaria, inestabilidad monetaria internacional y aumento de tensiones socioeconómicas. Por lo tanto, debemos examinar cuidadosamente los riesgos relacionados con nuestra dependencia económica y monetaria.
El Rey echó los hombros hacia atrás y movió la cabeza de un lado a otro hasta que le crujió el cuello. Apoyó un codo en el brazo de su silla y descansó la cara sobre su puño. Ari tomó un poco de agua y continuó.
—En esta tesitura, es de imperiosa necesidad desarrollar medidas preventivas y estrategias de mitigación que salvaguarden la resiliencia y sostenibilidad de nuestras naciones. En virtud de lo anterior, propongo la implementación de políticas encaminadas a la redistribución de recursos y el suministro de apoyo financiero a las áreas afectadas, procedentes de regiones que aún ostentan capacidad de producción, tales como Lexadur y, según las misivas que hemos recibido, posiblemente Sawelberg. —Ari finalizó su exposición.
—Tiene razón el muchacho. Depender de un solo producto para exportación es nefasto y que además sea utilizado como moneda... —dijo Yoldic, sin ocultar su sorpresa al ver lo profesional que se veía Ari, a quien todavía consideraba un niño.
—Es cierto, pero volver a las monedas de plata es una solución a largo plazo —Sotus interrumpió a Yoldic—. Ahora mismo tenemos cosas más urgentes en las que pensar. La falta de alimentos ya se está sintiendo en Prium y los comerciantes del Bajo Eodriel ya han comenzado a llevarse todos los suministros de esta ciudad.
—Esta mañana fui a varias tiendas. Todos los dueños se les veía contentos porque su mercancía se había vendido por completo. —comentó Ari
—¿Qué creen que va a pasará cuando se lleven toda la comida de la ciudad y nos dejen a nosotros sin nada? —prosiguió Sotus, en voz alta—. Si los comerciantes se enteran de lo que pasa, la ciudad se llenará de barricadas y todas las tiendas serán tapiadas. Debemos visitar cada una de las regiones agrícolas del país ¡ya! Conversar con los administradores de los graneros y analizar la calidad de la tierra.
—No soy una experta, pero el kamut es una planta muy resistente a las sequías. No creo que se deba a un desgaste de la tierra... Mi señor, compañeros... Me parece que debemos considerar esa otra causa —dijo Amalia, estelar de las tormentas, con mal ceño.
—Un poco de sentido común, señores. La razón es obvia. Nuestra tierra está maldita. Todos sabemos las intenciones de Kalifer. Pronto cerrarán una alianza con los insurgentes en Ariag y colocarán bases militares frente a nuestras narices. Esto, señores, es obra de nuestros enemigos. —dijo Valarian, comandante general del ejército y Praeda del reino.
—Tierra maldita —dijo Eyre, con voz pausada. Pensativa.
—¿Qué es? —pregunto sin reparos Ari.
—Es una táctica que busca destruir los suministros de alimentos y recursos agrícolas para debilitar al enemigo —dijo Eyre–. Así hace que sea más difícil para sus fuerzas mantenerse aprovisionadas y alimentadas durante un conflicto. Se usó en el pasado y se podría volver a utilizar. Sin embargo, solo un Praeda de muy alto nivel podría hacer un hechizo como ese y el precio que habría que pagar para realizarlo... No se si en Geraia existirá todavía alguien con tal poder.
—Parece que Valarian tendrá que hacerle una visita a nuestra querida Lynette. —dijo Yoldic con cierta ironía que no pasó desapercibida.
—¿Quién es Lynette? —preguntó Ari, inclinándose hacia Sotus en voz baja.
—La directora de la Universidad de Praedas de Tala Termes. Guarda silencio.
—Valarian. En efecto esta tarea recaerá sobre ti. —dijo el Rey—. Al ser tu maestra, eres la persona más indicada. Amalia te acompañará.
—Sí mi señor —respondieron Valarian y Amalia al unísono
—Sotus y su hijo —continuó el Rey—. Recorrerán el reino hasta llegar a Lexadur. La única Alterda que tenemos en Eodriel con el poder para detectar hechizos se acaba de ir hoy en un barco, así que... Yoldic, habla con Uldor, que te de una herramienta mística con la que se pueda analizar el estado de la tierra. Queremos saber si nos han maldecido o no.
—En resumen —intervino Ciaran, el gran Estelar, que se encontraba rezagado en una esquina con los brazos cruzados—. Sotus y Ari viajarán por el reino hasta llegar a Lexadur; Amalia y Valarian se dirigirán a la Universidad de Praedas en Tala Termes, y supongo que yo iré con Riff a las minas de la costa de Rafferty. Haremos una visita a nuestros vecinos de Ariag. ¿No es así, mi rey?
El rey Alaric asintió. Tomó otro sorbo de su copa, se puso de pie y dijo:
—Creo que ya hablamos lo suficiente. Sotus, es posible que muy pronto la guerra toque nuestras puertas. Cuando llegues a Lexadur, recuerdale a Hazel cuál es su trabajo en Albiria. La reunión ha llegado a su fin. Hagamos grande al reino.Todos en la sala repitieron con voz solemne las palabras del rey e hicieron una reverencia para marcharse. Ari bajó las escaleras de inmediato, sin detenerse. Le adelanto varios pasos a su padre quien lo llamó por su nombre, para intentar detenerlo antes de que saliera del vestibulo principal hacia a la entrada del palacio. Ari no lo escuchó, su mente se encontraba sumergida en los estantes y mesas de trabajo de su taller, donde esperaba terminar antes que despuntara el alba, un artilugio con el que podría medir de inmediato el nivel de energía oscura emitida por las tierras de cultivo, y así poder llegar a Lexadur cuanto antes y averiguar lo que sucede con su amigo y la ciudad.
Ari caminaba entre el bullicio de una noche estrellada. Las calles resonaban con la alegría de sus habitantes, que siempre inventaban alguna excusa para celebrar cualquier cosa. Desde el puerto llegaban los ecos de una música vibrante, y el viento, juguetón y frío, traía consigo la algarabía de la playa. Las luces titilaban en los faroles, cuya luz alimentada por el poder del Gran Molino, iluminaba los rostros despreocupados y llenos de júbilo de los transeúntes. Pero toda esa paz estaba a punto de desvanecerse y ninguno de ellos lo sospechaba.
Al llegar a su taller, Ari no necesitó encender las lámparas; una luz pálida color verde, le dio la bienvenida desde la segunda repisa del tercer estante. Tomó el frasco y vertió su contenido en un gran caldero lleno de una sustancia gelatinosa. Con un pañuelo tapándole la nariz, sumergió la espada en el líquido. El metal crujió en el fondo, resonando como carne de cerdo en una cazuela. El contenido cambiaba de color, brillaba y burbujeaba, mientras emitía un vaho mohoso que le rasgaba la garganta. Ari comenzó a toser, una tos seca y violenta que le estallaba en la cabeza. La espada vibraba con tal intensidad que parecía querer escapar del caldero, por lo que no tuvo más remedio que tomarla con las dos manos con firmeza. El pañuelo se deslizó hasta el suelo y él permaneció ahí, con los labios apretados, sin respirar, en medio de la oscuridad interrumpida solo por la tenue luz que iluminaba su rostro. Los segundos parecían alargarse y al cabo de tres minutos, el joven cayó al suelo inconsciente. A su lado, reposaba su espada cuya hoja emitía luz propia ante cualquier hechizo de arte maligno. Su experimento, había finalizado.
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CICLOS ARCANOS - En los Templos del Caos - Libro 1
FantasyAl mundo le quedan solo 50 años antes de su destrucción. Las damas de cristal lo han predicho. Ari, un joven inventor, se une a su padre en un peligroso viaje para desentrañar los secretos ocultos de lo que se llegará a conocer como: Los Templos del...