Capítulo 7 - Del infierno al purgatorio

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La alarma de la puerta suena mientras la pesada plancha de acero se recorre hasta cerrarse, dentro de la reducida celda solo queda una rubia de pelo corto que de inmediato se recuesta en la "cama", Lola Loud se acurruca de cara a la pared y no puede evitar que sus lágrimas rueden, es la tercera vez en lo que va del mes en que es separada y aislada de las demás chicas, ella no puede evitarlo, ser la "princesita" es una maldición de la que no puede deshacerse.

Apenas entrar en el reformatorio, la vida cambió diametralmente para las gemelas, por más que la defensa se empeñó en presentarlas como unas victimas más de las maquinaciones de un grupo de maestros pervertidos y criminales, el jurado las declaró culpables y tuvieron que purgar una sentencia, ambas soportaron la indignidad de que les cortaran el pelo, tan corto, que apenas les cubría las orejas, además del manoseo descarado mal llamado "cateo" por parte de las custodias para ver si no ocultaban nada; luego pasar a población y ser evitadas por todas las demás, hasta ahí había llegado la fama de ambas, y su delito era de gente muy mayor como para que alguien las mirara siquiera, a Lola le parecía mucha hipocresía esa actitud de las drogadictas, traficantes y asesinas que habitaban ese reformatorio, estaba segura de que si hubiera una escala, matar era mucho peor que lo que ellas hicieron, en cuanto a las demás, estaban a la par que las traficantes y vendedoras de droga, y aunque no esperaba hacer amigas, tampoco esperaba lo que vino después.

Las gemelas solo se tenían la una a la otra, pero no hubo manera de que las pusieran juntas en una celda, Lana fue enviada a otro nivel y Lola se quedó sola, metida en una celda junto con una larguirucha chica negra que no parecía muy interesada en hablarle y que estaba ahí por drogas, al parecer ni sabía la historia de la rubia ni le interesaba, dormía en la litera de arriba y solía roncar en tono bajo mientras tenía sueños intranquilos, la princesita comenzó a odiarla sordamente y una noche de insomnio la despertó, la morena no dijo nada, solo saltó sobre de ella y comenzó a golpearla, Lola respondió y esto les ganó a ambas dos días incomunicadas, pero la rubia tuvo que visitar antes la enfermería, jamás se le olvidó la sonrisa de superioridad de la morena al irse, Lola sabía que había perdido esta batalla, pero la cosa fue peor en cuanto regresó. Las peleas con esa chica negra fueron pan de todos los días, hasta el más mínimo movimiento era motivo de discusiones porque la morena le tomó el gusto a hacer enojar a la ex princesita, cosa que era bastante fácil, y siempre pudo someterla cuando llegaban a las manos, se hizo una constante que Lola y ella estuvieran castigadas al menos dos veces por semana; cuando podía, Lana siempre aconsejaba a su hermana para que estuviera calmada, pero Lola jamás le hacía caso, su orgullo y su soberbia eran más grandes que nada.

Cuando Lola salió de su más reciente encierro y se le permitió comer de nuevo en el comedor, Lana de nuevo trató de convencerla para que se tranquilizara, pero esta vez su gemela no estaba de humor para ningún reproche

— ¡maldita sea, Lana! ¡ya déjame en paz!... — La ex reina de la belleza se puso de pie, encarando a su hermana —... ¿que no entiendes que si no peleo, esa puta de carbón me va a joder la vida? ¡deberías de ayudarme a golpearla en lugar de sermonearme! —

— así que solo soy eso para ti ¿no? un par de puños incondicionales y nada más, Lola me preocupo por ti, aquí no tienes a nadie más que a mí, nadie te habla ni te quiere, insultas a todos y estas todo el tiempo castigada por tus pleitos ¿y quieres que haga lo mismo? ¡por eso estamos aquí en primer lugar! no pienso seguirte por ese camino, bastante tiempo vamos a estar encerradas como para que además haya que estar cuidándonos de todas, no cuentes conmigo para eso, hermana, lo siento —

Lana se dio la vuelta y salió del comedor, Lola estaba sorprendida, pero fingió que no le importaba y se sentó a terminar su comida, se quedó pensando en lo que haría si de verdad Lana la dejaba, estaría sola, realmente sola en esa cárcel y no sabría si aguantaría tanto tiempo.

Largo y sinuoso caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora