❈•≪Extra II: Un vistazo a memorias pasadas≫•❈

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La primera vez que Yoon realmente tuvo una especie de pequeña interacción con HanBin, se encontraba en sus treinta y cuatro años. En cambio el primogénito de los reyes, apenas tenía diez años.

Se encontraba en la cocina, no tenía muchas tareas que llevar a cabo. Ya había ayudado con la limpieza del gran salón y organizado algunas vajillas. Por lo que, podría decirse que estaba en un pequeño descanso. Uno que fue interrumpido varios minutos después, por el pequeño príncipe de cabellos castaños.

—¿Te molestaría si me quedo contigo por un momento?

—¿Tus lecciones terminaron?— preguntó en su lugar, sorprendido por la interrogante contraria—. ¿Hace mucho?— pronunció el hombre cuando recibió un asentimiento corto en respuesta.

—Una hora.

Asombrado, repasó el horario del infante en su cabeza—. ¿Y qué estaba haciendo?

—Leyendo.

—¿Por una hora?

HanBin negó, colocando sus manos detrás de su espalda, queriendo enderezar su postura seguramente.

—Sólo leí dos libros y cuando me aburrí, me quedé sentado en mi habitación pensando qué hacer.— respondió en un tono bajo, pronunciando una exclamación cuando pareció recordar algo—. Busqué a mis padres pero me dijeron que no estaban. MinHee tampoco.— agregó con sus labios fruncidos en un mohín.

Pensando en las palabras del niño, su ceño se arrugó por unos segundos, producto de la confusión. Si no se equivocaba, de los reyes, el único ausente era el rey. La reina se encontraba en su habitación y estaba seguro, que con ella se encontraba la pequeña princesa de ocho años.

—¿Quiere hacer algo en específico?

Inclinando su cabeza, el pequeño príncipe pareció evaluar su pregunta—. Sólo hacerte compañía. Siempre estás solo.

Riéndose, el hombre negó. Eso no era cierto pero teniendo en cuenta que, cuando ellos se veían sí era de esa forma, podría decirse que lo observado por el infante, era una verdad a medias.

—Suelo terminar mis tareas a tiempo.

—Yo suelo tardarme demasiado según papá.— comentó con suavidad, sonriendo mientras se encaminaba a una pequeña mesa en el rincón de la cocina—. Por eso debo estudiar más horas.

Asintiendo con comprensión, se acercó y ocupó la silla vacía a su lado. Sabiendo lo ansiosos por conversar que se volvían los niños una vez obtenían respuestas y atención de alguien, consideró que era indicado.

—¿Y qué suele hacer en sus lecciones?

Como anticipaba, la expresión del niño brilló. Entusiasmado por contarle de ello, tal vez.

—Me enseñan cómo sentarme y cómo hablar. Sobre personas alrededor del mundo y política.— respondió con sus pequeñas manos extendiéndose por sobre su cabeza, enfático en su exclamación—. Historia es aburrida y japonés muy difícil.— agregó quejumbroso, volviendo a fruncir sus labios—. Pero una de mis institutrices dijo que, si quiero hacer sentir orgullosos a mis padres, debo aprender todo eso.

—Debe ser muy difícil.

—Lo es.— reconoció con un asentimiento eufórico de su parte—. Pero no puedo quejarme, mamá dijo que los príncipes no lo hacen.

Ese día, HanBin realmente habló sobre muchas cosas. Sobre qué había aprendido ese día y cuánto le gustaría jugar con MinHee. Pero sus lecciones y la ausencia de la pequeña, imposibilitaban el cumplimiento de sus deseos.

Real Engagement  « HaoBin » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora