❈•≪31. Caos, caos y un momento de paz≫•❈

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Hao se encontraba almorzando con sus padres cuando la noticia fue dada. Eran poco más de las once, próximas a ser las doce. Un clima frío pero no invernal, la radio encendida en una emisora que su padre gustaba de escuchar cuando no había mucho que comentar en la mesa.

La ambientación era cómoda y silenciosa. Y cuando ellos asimilaron las palabras pronunciadas por la persona al otro lado, sus acciones se detuvieron consecutivamente.

MinHee había sido apresada.

Los juicios de la rubia habían comenzado a principio de diciembre, cuando muchos suponían que esto nunca sucedería. Los reyes en serio estaban trabajando duro en su exoneración. Pero no alcanzó. Después de todo, la princesa no había dañado el césped de un parque o estacionado mal su inexistente auto. No. Los cargos de la princesa, eran severos.

Incluso, hasta hace cinco días. Los medios estaban debatiendo qué tan contundente sería la sentencia que la joven rubia de tan sólo veinticuatro años, recibiría. Muchos de ellos, profesando no estar seguros de que reciba una pena mayor a dos años. Al final del día, era una aristócrata. Lo que al parecer, se concebía como intocable.

Y vamos, los jurados y las sentencias en su país, no eran lo que muchos pudieran calificar como firmes. Aún menos con "personas de poder". Por lo que Hao comprendía sus opiniones y dichos.

Pero hoy, dos semanas después, Sung MinHee recibió su sentencia. Y no importó cuántas personas hubieran supuesto o conjeturado los años o meses, incluso las cifras que ésta debería pagar en su multa. Nadie atinó.

Cuatro años más diez meses de servicio comunitario, fue la sentencia que un juez dictaminó como justa para los actos y acciones llevadas acabo por la princesa de la nación.

—¿Estás bien?

Parpadeando varias veces, Hao miró en dirección de su madre. Su ceño arrugándose por la confusión de la pregunta.

—Lo estoy.

—¿Seguro?

—Por supuesto.— pronunció con mayor claridad en su tono y firmeza en sus palabras.

Su madre se mostró convencida y asintió, continuando con su almuerzo.

—Es una pena.— murmuró su padre, meneando su cabeza unos segundos—. Parecía el retrato vivido de una buena princesa.

—Principalmente sus modales.— concordó la mujer.

—Me compadezco de los reyes.

JiYeon dejó sus cubiertos para mirar a su consorte—. No lo digas de esa forma.

Notando su error, el hombre se disculpó. Hao se desentendió de su conversación, perdiendo el apetito bajó sus cubiertos y bebió agua, buscando aligerar la tensión que se cernía entorno a sus entrañas con fervor insoportable.

«¿Cómo estará HanBin?». Se preguntó cuando la tensión se entremezcló con la preocupación. Nerviosamente comenzó a mordisquear el interior de su mejilla.

La situación, desde que se descubrió hasta el momento actual, había sido una bola de nieve que en ningún momento dejó de crecer. Incluso cuando se mantuvo quieta y su alrededor sereno. Incluso ahí, estuvo creciendo.

Y Hao sabía que bajo presión, HanBin podía mantener un funcionamiento óptimo. Pero cuando a la presión se le agregaba eventos que no podía controlar, situaciones que no le correspondían atender y decisiones que no podía negar o cambiar. Se tornaba inestable y su humor decaía considerablemente. Volviéndose alguien de nervios sensibles.

Real Engagement  « HaoBin » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora