❈•≪ 24. La obligación de gobernar y el pensamiento de abdicar≫•❈

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HanBin se mantuvo en silencio, viendo a la mujer escribir tranquilamente en su libreta

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HanBin se mantuvo en silencio, viendo a la mujer escribir tranquilamente en su libreta. No se molestó en apresurar su acción o en hacerle saber que comenzaba a aburrirse con el silencio a su alrededor. Simplemente esperó.

Esperar era una virtud de la que carecía, pero se las arreglaba bastante bien para no externar un hecho tan notorio, como ese lo era.

Y cuando sus dedos comenzaron a retorcerse entre sí con impaciencia, agradeció que la mujer levantara la vista en su dirección y le sonriera. Dejando de escribir para enderezar su postura.

—Bien, aunque tu rutina de sueño sufrió de algunas interrupciones, me alegra saber que tu alimentación se mantiene con propiedad.

Con su ceño ligeramente arrugado, el hombre agradeció. No sabiendo que otra cosa poder decir.

—¿Qué tal han estado las cosas en tu casa?— preguntó luego de pensar en qué palabras emplear—. No has hablado mucho de eso.

—No hay mucho de qué hablar.— pronunció con neutralidad forzada.

La mujer le dirigió una mirada que podría definirse como paciente y asintió, volviéndose unos segundos para anotar en su libreta. Por un momento, él se sintió curioso por saber qué tanto garabateaba allí.

—De acuerdo, entonces, cuéntame sobre tus funciones. ¿Cómo están yendo?— preguntó con amabilidad, viéndole con detenimiento. Analizando sus reacciones, tal vez

—De la forma que deben.

—¿Y eso sería...?— le alentó a proseguir con el mismo tono anteriormente usado.

—Hay una expresión que he visto, muchos utilizan: viento en pompa.

La señora Seo le sonrió por un momento, no sabía descifrar si divertida por su ocurrencia poco carismática o como un gesto meramente cordial. No le importó demasiado tampoco.

—Eso es fantástico, ¿cierto?

—¿Lo es?— contestó sin entender realmente a qué estaba haciendo referencia.

Volviendo a sonreír, la mujer se permitió re-formular.

—Me refiero al hecho de que, debe ser satisfactorio que tu trabajo no esté sufriendo de percances.

—Quizás.

—¿Quizás?

—No suelo tomarme el tiempo para pensar en ello.— murmuró al encogerse de hombros—. Una obligación, es una obligación.

—Aún así, debe de ser agradable que las cosas te estén saliendo bien.

Tomándose unos considerables segundos para pensar en su respuesta, terminó negando. «Vacío», fue la palabra que llegó a su mente sin muchas trabas o complicaciones. No se sentía placentero o satisfactorio, al contrario. Se sentía escaso de buenas emociones y como ya dijo, vacío.

Real Engagement  « HaoBin » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora