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Sentía la mirada penetrante de todos a mi alrededor mientras caminaba por los pasillos de la universidad. Guardé mis libros en el casillero, consciente de que todos sabían lo que había sucedido.

De repente, escuché sus pasos apresurados detrás de mí.

¡Sunghoon, espera! —exclamó él, tomando mi mano con fuerza. —Permíteme explicarlo, cariño.

No tienes que explicar nada. -respondí soltándome de su agarre. —Lo hiciste, todos lo vieron, yo lo vi. Ahora me iré a casa y por favor, no vuelvas a aparecer allí.

Comencé a caminar, ignorando una vez más las miradas fijas de todos en el pasillo de la universidad.

Él se interpuso en mi camino desesperadamente.

Amor, por favor, te amo. No puedes tirarlo todo a la basura por un simple error. —suplicó.

Heeseung, fuiste tú quien tiró todo a la basura: nuestra relación, nuestra amistad, mis sentimientos. —respondí con amargura. —No fui yo quien decidió acostarse con mi mejor amiga y publicarlo en todas las malditas redes sociales ¿O sí?

Estaba ebrio, no era yo. —intentó justificarse —No sé qué sucedió, me sentía mareado y . . . no sé cómo pasó.

Dejemos . . . dejemos esto aquí. —dije con tristeza en mi voz.

Él me miró con molestia y desesperación en su rostro. —Tienes que creerme. —insistió.

Te creo, pero ambos sabíamos que no había forma de salvar esta relación. —respondí con resignación. ¿Sabes? Yo hablaba sinceramente cuando decía que te amaba, que quería una vida contigo. —susurré con una sonrisa en mi rostro—. Pero esta flor no estaba destinada a florecer para mí. Adiós, Lee Heeseung.

Sonreí, sabiendo que si permitía que las lágrimas brotaran en ese momento, no podría detenerme y mostraría lo mucho que me afectaba esta despedida.

Caminé alejándome de él, con el corazón destrozado por cada uno de sus sollozos desgarradores. Cada llamado a mi nombre se clavaba en lo más profundo de mi ser, recordándome lo que habíamos perdido.

Las lágrimas inundaron mis ojos y no pude contener el dolor que me embargaba. Lloré sin restricciones, sin importar quién pudiera verme. Lloré por Heeseung, por la traición que había derrumbado nuestra relación y por la pérdida de la confianza que alguna vez compartimos.

Cada lágrima que caía era una expresión de la tristeza que me consumía. Lloré por mi madre, cuya presencia se hacía más evidente en momentos como este. Lloré por mí mismo, por sentirme perdido y desgarrada en medio de esta tormenta emocional.

Mis sollozos resonaban en el aire, mezclándose con los suspiros agotados de mi alma. Sentí una profunda melancolía envolverme, como si todo en mi vida se hubiera convertido en una sombra gris y desolada. Caminaba ignorando las miradas de las personas que me veían como si llorar no fuera algo normal.

En ese momento, todo parecía una mierda. La esperanza se desvaneció y la tristeza se apoderó de cada fibra de mi ser. Me sentía atrapado en un abismo de desesperación, sin saber cómo salir de esa oscuridad aplastante.

𝗡𝗜𝗡𝗘 𝗪𝗢𝗡𝗗𝗘𝗥𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora