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Desde temprana edad, aprendió a sobrevivir por sí mismo. Cada vez que su padre estaba de mal humor, debía ocultarse en un armario para evitar ser víctima de su ira descontrolada. Aprendió a quedarse callado cada vez que algo le molestaba. Aprendió a no mostrar debilidad ante nadie. Aprendió a llorar en silencio. Las cicatrices físicas y emocionales que le dejaban esas experiencias eran profundas. Sin embargo, a pesar de haber sufrido tanto, nunca sería capaz de infligir dolor a otra persona, preferiría morir antes que lastimar a alguien. Este descubrimiento lo hizo cuando, siendo apenas un niño, abrió las puertas de su hogar al pequeño Hoon, un completo desconocido al cual no podía simplemente dejar ahí.


Es por eso que jamás hubiera imaginado encontrarse así: su frágil cuerpo desnudo temblaba debajo de las sábanas, su respiración entrecortada, su rostro húmedo causa del sudor y las lágrimas. Mordía sus labios, ahogándose entre sollozos y con la otra mano presionaba el vientre, sentía como si algo se hubiera desgarrado dentro de él, sus piernas aún temblaban. Las sábanas antes blancas, tenían ahora manchas de sangre que brotaba de entre sus piernas, las marcas no tardarían en hacerse visibles en todo su cuerpo y el dolor no tardaría en aumentar.

Sus mejillas tenían aún marcas de los golpes, su labio estaba roto y podría asegurar que tenía más de una costilla rota. Jamás creyó que volvería a pasar por esto.

—¿P-por qué me hacen esto? Preguntó dirigiéndose a la figura masculina que se encontraba observándolo desde la puerta. Sin embargo, no obtuvo respuesta más que una mirada de lástima.  —¿P-por qué a mí? —su voz salió más aguda de lo que hubiera deseado y las lágrimas volvieron a caer.

—Vete . . . Vete de aquí, rápido.

Logró reconocer esa voz, incluso estando a oscuras, con solo escucharlo pudo descifrar una pizca de culpa en su voz. Choi Beomgyu, sin duda, él no había deseado ser parte de esto.

Choi . . . yo . . .—Quiso decirle que sabía perfectamente que no fue parte de esto y que podría perdonarlo si lo sacaba de allí. Sin embargo su voz fue interrumpida por el pelinegro.

—¿Acaso no escuchaste, Lee? Vete, huye y no vuelvas a aparecer aquí . . .Y ¿Sabes? Jamás he tenido amigos verdaderos, pero sé bien que los amigos de verdad . . . jamás te abandonarían en una fiesta clandestina por tu cuenta y mucho menos cuando la fiesta es de parte de Yang.Así sin más salió de la habitación, dejando al pálido solo. Heeseung sabía que no debía quedarse allí por más tiempo, tenía que volver abajo y encontrar a su amigo. Secó sus lágrimas e intentó levantarse de la cama, pero su cuerpo estaba tan débil que terminó cayendo al suelo, suspiró antes de levantarse nuevamente utilizando la poca fuerza que le quedaba, tomó su ropa que se encontraba en el suelo, se vistió con rapidez, cuidando de no lastimarse y salió disparado hacia abajo. Al bajar las escaleras, pudo observar el caos, habían personas fumando, otras seguían tomando y las demás estaban en un estado de demencia bajo el efecto de las drogas. Buscó a su amigo con la mirada pero no logró encontrarlo, a unos metros de él visualizo la imagen de Yang, quien estaba parado frente a una ventana mientras hablaba con una planta, seguramente también estaba bajo el efecto de alguna sustancia. Se acercó hasta él, tomándolo del brazo y acercándolohasta quedar frente a frente.

𝗡𝗜𝗡𝗘 𝗪𝗢𝗡𝗗𝗘𝗥𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora