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Ahí estaba Sunghoon. Dudando si pasar por enfrente de aquel valle o regresar al hospital y fingir sentirse mal para que lo dejaran pasar la noche ahí.

Era inútil, podría volver al hospital y fingir estar enfermo, pero las enfermeras lo conocían gracias a que pasaba la mayor parte de su tiempo visitando a su madre allí, y además él se encontraba en perfecto estado cuando salió de aquel hospital. Por lo que se veía obligado a atravesar más de 10 kilómetros de esa maldita calle.

Sunghoon avanzó con cautela por la calle prácticamente abandonada que se extendía antes del valle. El eco de sus pasos resonaba en el silencio, mientras los árboles y la oscuridad detras de las rejas parecían observarlo con ojos vacíos. Una brisa fría soplaba entre la calle desierta, enviando escalofríos por su espina dorsal. A medida que se adentraba en aquel escenario desolado, una sensación de inquietud se apoderó de él con tan solo recordar lo sucedido aquella noche, aceleró el paso, deseando llegar pronto al otro lado y dejar atrás ese aura de abandono y melancolía.

Caminaba con la cabeza gacha sintiendo el peso de la amenaza de su amitío (palabra creada por él) Jakey resonando en su mente. Pues éste lo había amenazado severamente con que si volvía a echar un vistazo al interior del valle o a las personas dentro, lo votaría de su propia casa, y estaba completamente seguro de que su tío no jugaba cuando se lo advirtió. Cada paso que daba se volvía más pesado, consecuencias de no haber dormido bien en los últimos días. Era algo realmente estúpido, él ya había comprobado que fue perseguido por un «fantasma» la última vez que cruzo por aquí (de hecho fue ayer). Pero no veía la lógica en esa mierda de que: «Él Valley Of Lies es muy peligroso, y los seres que lo habitan también» O sea, solo es un valle, además seguramente todo es obra del gobierno para ocultar algún tipo de narcotrafico de drogas ilegales. -Eso sí tendría sentido-. Todo pensamiento fue eliminado cuando sintió un ruido proveniente del valle, muy similar al de cuando arrugas una hoja de papel, detuvo su paso con su corazón latiendo al mil ¿Qué había sido ese sonido? ¿Qué el paso al lugar no estaba prohibido? Volvió a acelerar sus pasos tratando de ignorar ese misterioso sonido, proveniente de ese misterioso valle.

Avanzando con determinación, Sunghoon caminaba por la solitaria calle que se encontraba frente al enigmático Valle de las Mentiras (nombre con el que decidió llamarlo) sintiéndose ridículo. Y es que no había razón para estar asustado y estarlo lo hacía sentir como un crío, puesto que solo era un valle y las probabilidades de que algún fantasma estuviera observándolo eran nulas, aún así su tonto corazón no dejaba de latir a toda velocidad y eso era molesto, ya que juraba que si estuviera en compañía de alguien, seguramente oiría sus latidos también.

Mientras sus ojos exploraban el entorno sombrío, una figura familiar capturó su atención.

Era la silueta de un joven, vestido de blanco impecable, con un elegante sombrero adornado con una pluma y el cabello rubio que brillaba bajo la luz del atardecer, su figura irradiaba una luz dorada. Sunghoon sintió un escalofrío recorrer su espalda al reconocerlo como el mismo chico que había visto en su habitación la noche anterior.

¿Es que acaso el universo se estaba burlando de él?

¿Por qué diablos la persona ante él parecía un personaje de cómic, siquiera era real?

El corazón de Sunghoon latía con fuerza mientras sus ojos se encontraban con los del misterioso chico. Era como si el destino los hubiera vuelto a reunir en aquel lugar olvidado por el mundo.

𝗡𝗜𝗡𝗘 𝗪𝗢𝗡𝗗𝗘𝗥𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora