- ¿Puedo amarte yo, Kaela?
La pelinegra no podía creer lo que sus oídos estaban escuchando de boca de la persona que tenía frente a ella. Tanto tiempo esperando oír unas palabras como aquellas precisamente de él. Podía venir su amiga Muerte en aquel momento y llevársela, que se iría feliz.
Sin embargo, su cuerpo se quedó estático en el sitio, como si aquello no estuviera sucediendo en realidad y fuera producto de su imaginación. Morfeo, allí, frente a ella, con aquella dulce sonrisa, tan cerca que casi podía olerlo. ¿A qué olía un Eterno? No lo sabía, pero para ella que olía a sol, madera y lavanda.
- ¿Kaela? - preguntó la figura frente a ella, poniendo sus manos sobre los brazos desnudos de ella, haciendo que el vello de todo su cuerpo se erizara. No le salían las palabras, ni siquiera se atrevía a moverse, pero sabía que tenía que hacerlo.
Lentamente, subió sus manos hasta el rostro de Morfeo y acercó un poco más su rostro y su cuerpo al del hombre. Mantenía los ojos abiertos mientras lo contemplaba, observando como él la miraba, expectante, en completa quietud. Cuando estaban lo suficientemente cerca como para sentir la respiración del otro, Kaela sonrió y depositó un suave beso en los labios de Morfeo.
Solo fue un simple roce de sus bocas, pero una descarga eléctrica pareció recorrerla de arriba abajo. Contuvo el aliento en el breve tiempo que duró aquel primer beso y, cuando se separaron, mantuvo los ojos cerrados, por si al abrirlos descubría que todo aquello no era real. Pero al abrirlos, seguía allí. Morfeo la miraba a ella, solo a ella.
- ¿Estás bien? – parecía preocupado por ella y es que, a sus ojos, la mujer le había dado un beso, pero parecía una estatua que no podía moverse o articular palabra. - ¿Kaela?
-Estoy bien, es solo que... No podía creer que esto fuera real. Creía que era otro de mis sueños...
-Espera... ¿Soñabas con esto?
Ella río ante la incredulidad de la voz del hombre. – Te has dado cuenta tarde, mi señor...
-Morfeo. Llámame Morfeo, por favor. - dijo mientras colocaba un mechón de pelo detrás de su oreja.
-Morfeo. Hace mucho tiempo que soñaba con esto, pero después de lo del rubí...
-No debí apartarte así. Lo siento. Pensaba que aquello no era lo que querías, que era solo influencia del rubí.
-No pasa nada. Lo entiendo. Solo que ahora... Es extraño. – explicó la bibliotecaria, tocándose los labios. Aún estaban calientes de haberlo besado.
-No hagas eso. O hazlo, pero solo para mí. – pidió el hombre, dándole otro casto beso. – Tendré que hacerte ver que esto no es ningún sueño. Y que, si haces eso, solo me tientas a que lo siga haciendo.
Morfeo la volvió a besar, pero esta vez más profundamente. Parecí que quería fusionarse con ella, cuando sus brazos la envolvieron y ella pudo dejar sus manos detrás de su cuello y tocar aquel cabello azabache. Su sabor... Creía que podía desvanecerse en aquel preciso instante.
Se separaron por falta de aire, pero parecía que ninguno de los dos quedaba completamente satisfecho. Fue Kaela quien inició ahora el beso, propinando caricias en el cuello de Morfeo, que respondió colocando una mano en la cintura de la joven y otro en su cabeza, para profundizar el beso.
La respiración de ella se aceleraba por momentos. No sabía cuánto tiempo llevaban allí, pero no quería salir de aquel lugar. Atesoraría aquel ápice de felicidad como su más grato recuerdo, más que el que le dio a Drarak para entrar en el infierno a rescatar a su señor. Quería ir más allá con Morfeo, pero no se atrevió a dar el paso por miedo a molestarle.
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Los sueños, sueños son... ¿no?
FanfictionKaela no recordaba otro lugar más que aquel. El mundo de los sueños. Siempre había vivido allí. Sus días pasaban entre su casa, para ella un lugar sin vida donde sus padres habían decidido pasar sus días sin prestar atención a la única hija que tení...