El silencio en la biblioteca era sepulcral. Una especie de tenue luz se colaba a través de los grandes ventanales que había en la habitación, formando una ilusión óptica donde diminutas motas de polvo bailaban entre aquellos rayos que tocaban la mesa de trabajo. Solo se escuchaba el roce de la tela del vestido que Kaela llevaba aquel día.
Ella, resguardada entre las páginas de un libro que estaba ojeando mientras había estado colocando los demás, estaba de pie entre dos grandes estanterías que la resguardaban de los visitantes indiscretos. O al menos ese era su cometido antes. Ahora solo provocaba que Lucien tuviera dolor de cabeza cuando la buscaba y no la encontraba. Y a veces a ella le producía una sensación de asfixia que hacía que saliera corriendo del lugar.
Pero los libros y aquel lugar eran su hogar. Su rincón seguro donde podía viajar sin salir de las cuatro paredes que la rodeaban. Estaba tan absorta en el volumen que estaba ojeando que no se dio cuenta cuando las grandes puertas de la biblioteca se abrieron y entró Lucien, buscándola como cada mañana.
-¡Lucien!- dijo la joven saliendo de unos estantes, asustada ante la visión de su amiga.- Casi me muero del susto.
-Te he dicho muchas veces que deberías poner una especie de campanita para avisar cuando entra alguien.
-Y yo que la biblioteca es un sitio de silencio para pensar y trabajar.- mencionó la chica rodando los ojos y sonriendo.- ¿Para qué me buscabas?
-Quería ver si hay alguna novedad por aquí.
-No mucha. De ayer a hoy solo ha desaparecido otro libro. Está en blanco como el resto.- miró hacia el otro lado de la estancia, donde estaba dejando todos aquellos volúmenes que habían perdido su historia, desde que Lord Morfeo se había marchado.
-Estás haciendo un excelente trabajo, Kaela. No comprendo aún por qué no te fuiste con tu familia.
-No eran mi familia, Lucien. Lo eres tú y estos libros.- quería decirle que también pensaba en su señor como parte de su familia pero ese secreto se lo llevaría a la tumba con ella. Kaela había estado enamorada de Morfeo durante mucho tiempo, desde que empezó a trabajar para él en aquella biblioteca, a pesar de que nunca el susodicho reparaba en su presencia.
Sabía que no tenía ninguna oportunidad con él, que ella solo era una especie de subordinada. Pero durante un tiempo le gustaba pensar en qué pasaría si estuvieran juntos. Incluso estaba decidida a decirle lo que sentía, para al menos quitarse aquellas cadenas que ella misma se había puesto y así poder seguir adelante, volver a enamorarse, formar una familia...
Pero entonces su señor desapareció y no volvió.
Así que ella tuvo que contener lo que sentía. Y durante los años que ella había estado allí con Lucien se habían hecho amigas, contándole lo que pasaba. Lucien consolándola. Muerte también las había visitado y se habían hecho grandes amigas. Hasta el punto de que ella le había mandado varios libros, recibiendo siempre una nota de agradecimiento o un presente para Kaela. También se había centrado en visitar a Caín, Abel y Gregory, pasando los cuatro mucho tiempo juntos e incluso ayudando a desenterrar a Abel cuando Caín lo mataba.
Suspiró.- Sin mí, la biblioteca hubiera desaparecido.- y era técnicamente verdad. Todo el castillo se había mantenido con el poder de Morfeo, pero por algún extraño motivo, la biblioteca perdía su poder poco a poco, quizás porque se alimentaba del poco poder que podía tener alguien como Kaela. Pero a ella le bastaba.
De pronto, el suelo bajo sus pies se movió, como si un terremoto lo sacudiera todo. Ambas se miraron, con los ojos bien abiertos. Aquel movimiento de tierra solo podía significar una cosa. Que su señor había vuelto. Ambas salieron corriendo fuera del castillo, hacia las puertas del reino.
Allí, en medio de la arena del desierto, se encontraba tumbado el cuerpo de un hombre. Ambas lo reconocerían en cualquier lugar. Lucien tiró una especie de capa por encima de la figura que se estaba incorporando. Kaela lo miraba todo asombrada de que aquel hombre volviera a su vida.
-Mi señor.
-Lucien.
-¿Dónde ha estado, señor? Esto ha cambiado durante el tiempo que no ha estado.+
La joven escuchaba la conversación como si no estuviera presente, pues no podía apartar la mirada de aquel hombre que estaba frente a ella. Hasta que se percató de que su actitud no había cambiado, no existía para él. Se enderezó y se colocó detrás de Lucien, quien acompañaba a Lord Morfeo a las puertas de abiertas del reino.
-¿Dónde están todos?
-Se marcharon señor. Todos. Menos Kaela y yo.
-¿Kaela?
-Sí, señor.- dijo ella dando un paso al frente, mirando fijamente a Morfeo.- Soy Kaela, su bibliotecaria.
Este tardó unos minutos en procesar lo que la joven acababa de decir. Y como se lo despertaran de uno de sus propios sueños, se acercó a ella, cogiendo su mano y depositando un suave beso en ella. Gracias Kaela. Por quedarte.
Aquellas palabras resucitaron algo que la joven creía muerto. Un sentimiento que había leído mucho, que había sentido mucho, pero no había expresado. Quizás esta fuera su nueva oportunidad. Pero haría que Morfeo se acordara de su nombre. Aunque fuera lo último que hiciera.
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Es breve pero mi intención es ir poco a poco desvelando este fic y esta pareja. Espero que os guste. <3
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Los sueños, sueños son... ¿no?
FanficKaela no recordaba otro lugar más que aquel. El mundo de los sueños. Siempre había vivido allí. Sus días pasaban entre su casa, para ella un lugar sin vida donde sus padres habían decidido pasar sus días sin prestar atención a la única hija que tení...