Capítulo 21 - Heather

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Capítulo 21

Heather

El frío me cala los huesos, llevo quince minutos fuera de la casa de Lucas. Todavía no sé dónde encontré el valor suficiente para abandonar su cama, por desgracia, el abrazo no pude evitarlo, en ese instante lo sentí tan mío y creí ser tan suya. La realidad es que no nos pertenecemos, Lucas jamás verá en mí más que una mujer con quien pasar el rato. La atracción y el deseo que existe entre nosotros es evidente y ya no podemos negarlo, lo que no quiero aceptar es que el corazón se me estrujó al dejarlo, el frío que se me coló en el cuerpo fue tan fuerte que sentí ganas de llorar, ahora que estoy aquí fuera, las lágrimas han hecho de las suyas.

Ni siquiera sé por qué lloro. Sí, por supuesto que lo sé. Esta vez fue diferente, algo cambió y me duele no poder compartirlo con Lucas. ¿Por qué que siente Lucas? ¿Qué soy para Lucas? Dios mío. Lucas no me quiere y yo estoy aquí llorando porque me acabo de dar cuenta que estoy enamorada de él. Tal vez Grace tenía razón y hace tiempo que lo estoy. Cuando estuvimos en el coche estuve a punto de abrirle mi corazón, en ese instante no sabía lo que sentía, un extraño sentimiento transitaba por mi cuerpo y una calidez arropaba mi pecho. ¿Cómo pude permitir que sucediera esto? Y para colmo, con Lucas viviendo tan cerca de mis padres me será imposible dejar de verlo, olvidarlo, arrancarme lo que siento por él.

En menos de tres meses pasé de estar plantada en la iglesia a enamorarme de Lucas. ¿Por qué de Lucas? Un hombre que jamás me podrá corresponder, que le importa un comino llevarse a la cama a una mujer que acaba de conocer hace un par de horas. Justo me fui a fijar en el menos indicado. Quizás lo mejor será que me quedé soltera el resto de mi vida, no es que sea muy suertuda en el amor, primero William y ahora Lucas, uno es un maldito cobarde y el otro un mujeriego empedernido que nunca me querrá.

Después de cansarme de cavilar, decido regresar a casa, aunque esté aquí fuera mil años, los hechos no cambiarán y no lograré desprenderme de lo que siento por Lucas. Daría lo que fuera porque esa puerta se abriera y él me dijera que regresara a la cama, que me echa de menos y también se ha dado cuenta que me quiere. Una amarga sonrisa brota de mis labios y se mezcla con el sabor salado de las lágrimas. Me limpio el rostro, no tiene caso llorar, nada cambiará. Lo que tengo que hacer es no volver a tener ningún tipo de contacto con Lucas e intentar olvidarme de él. Respiro hondo y emprendo mi viaje a casa.

Han transcurrido dos semanas desde que estuve con Lucas, que descubrí mis verdaderos sentimientos hacia él. En tres ocasiones ha estado en casa de mis padres, solo que esas visitas han sido cuando yo no estaba, no sé si me estará evitando, yo tengo mis razones para hacerlo, desconozco las de él. ¿Qué razón tendría para evitarme? No es que Lucas sea precisamente un mar de escrúpulos. Se acostó con Ashley y continuó en el hotel sin importarle lo más mínimo, se acostó conmigo y tuvo la estúpida idea de presentarse en mi casa en navidad. Si no me hubiera hecho esa descabellada propuesta, hoy habría seguido ignorando mis sentimientos y no me sentiría tan triste. Claro, que de no ser por esa oferta, ahora no estaríamos en este nuevo local, Lucas me hizo la transferencia al día siguiente, al menos es un hombre de palabra, aunque eso nunca lo he dudado, de lo que dudo es de su faceta de novio o esposo.

Lamentablemente, me he visto obligada a concretar una cita con él y no es que arda en deseos en verlo —que también—, lo que me lleva ahora a su encuentro es algo mucho más importante, algo que por desgracia nos incumbe a los dos y que a pesar de las circunstancias me ha hecho inmensamente feliz. No sé si Lucas piense igual o si se una a mi dicha, solo sé que debo decírselo. Me ha dicho que disponía de una media hora, porque están hasta arriba de trabajo. Al escuchar su voz por teléfono, mi corazón se encogió de tristeza y a la vez fue envuelto en una gran manta de alegría. He intentado con todas mis fuerzas olvidarlo, incluso, unos días después de abandonar su casa quedé con un hombre muy agradable que visitó nuestra clínica. Solo fue eso, agradable, extrañé una sonrisa de medio lado y el brillo de unos ojos verdes o un chiste malo —aunque fuera a mi costa—, no hubo nada, estuvimos cenando en un restaurante muy acogedor y la conversación que mantuve con él también fue muy interesante, se comportó como un caballero, al déjame en casa tomo el atrevimiento darme un rápido beso en la comisura de los labios, algo que Lucas jamás hubiera hecho, no, él me habría besado con una pasión desmesurada y yo le hubiera dado un empujón, fingiendo enfado, a pesar de que en el fondo estoy saboreando ese ardiente beso.

Desde la ventana de la cafetería lo veo acercarse por la calle de enfrente, lleva puesto un traje y en la mano carga con un portafolio. No pienso quitarle mucho tiempo, lo que tengo que decirle no es algo muy fácil, pero intentaré ser lo más directa y clara posible. De camino he formulado varias maneras de decírselo, en una de ella hasta me decía que estos días me había echado de menos y que comprendió que me quería con locura. Bueno, soñar es gratis y no le hago daño a nadie con ello. Lo he citado cerca del juzgado, porque ahora tenía un juicio.

—Hola, Heather.

Ese es su saludo. No hay beso en la mejilla, en sus ojos no baila ningún brillo, de hecho, advierto unas ojeras que no son propias de él. Puede que no esté de humor hoy, acaba de salir de un juicio, que quizás perdió y por eso no es el mismo Lucas de siempre.

—Hola. ¿Qué tal ha ido en el juzgado?

—Todavía no lo sabemos, han pospuesto el juicio para mañana.

—Entiendo.

—¿Qué sucede, Heather? ¿Me echabas de menos?

Niego con la cabeza.

«Muchísimo»

—Me has llamado con tanta urgencia. —Me mira durante unos segundos— ¿Has bajado de peso?

Su pregunta me sorprende.

—No lo sé, quizás. He tenido unos días muy ajetreados con el cambio de la clínica.

—¿Y qué tal? Tu padre me ha dicho que estás muy contenta.

—Sí.

El corazón me palpita muy de prisa. No me siento capaz de decírselo y encima se me hace tan extraño tener una conversación con Lucas, una normal, sin comentarios fuera de lugar. Simplemente está siendo educado y estoy flipando con este Lucas, que sé que existe, he tenido oportunidad de verlo con otras personas, conmigo no.

—¿Qué has pedido? —pregunta y señala mi taza.

—Un chocolate.

—Vale, me pediré un café. Aquí hay que pedir en la barra, ¿no?

Asiento con la cabeza.

—Ahora vuelvo.

A su regreso me siento mucho más calmada. No puedo posponer más esta situación. No pienso pedirle absolutamente nada, solo creí prudente que lo supiera, al fin y al cabo, él también fue parte de todo. De la pasión que nos cegó hasta dejarnos sin fuerzas.

—Heather, todavía no me dices por qué me has citado aquí.

—Estoy embarazada, Lucas.

La cucharilla con la que remueve el café se detiene, al igual que lo acaba de hacer mi corazón. No levanta la cabeza, mira fijamente su café, supongo que cree que ahí estará la respuesta a las preguntas que rondan por su cabeza. Mi sueño de hace un rato queda hecho añicos, Lucas se ha quedado petrificado.

—¿Estás embarazada? —pregunta y por fin me mira a la cara.

—Sí.

—Pero, ¿un hijo? Dios mío, esto es demasiado.

Se pasa la mano por la cabeza.

No necesito más certezapara saber que estoy completamente sola en este camino. Veo hechas trizas misilusiones y mis esperanzas acaban de caer en un pozo. Tengo que aceptarlo,Lucas no quiere al bebé.  

Nota: Esto está... que pica y se extiende 🤣

̶U̶n̶a̶ ̶b̶o̶d̶a̶   y un billete de aviónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora