IX. El bueno, la mala y la traidora

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Bek iba saliendo de la villa de los elfos. Hacía unos minutos había tenido la reunión donde formuló sus preguntas a los elfos después de que esté se recuperará del noqueó que sufrió. Los elfos tampoco tenían mucha idea de que es lo que había provocado la destrucción de una aldea humana, sabían que era una magia oscura, pero no supieron decir cómo podría ser su portador.

Lo que más dejo desconcertado a Bek, es que los elfos consideraron la posibilidad de que aquella magia no fuera simple magia oscura. Ellos le dijeron a Bek que había algo más en la naturaleza de esa magia que los inquietaba, parecía ser de una naturaleza divina, o al menos eso es lo que teorizaron. Bek no estaba muy convencido de aquello.

Al final el paradero de su amiga seguía siendo desconocido. Bek decidió que sería mejor ir aldea por aldea para ver si Lucy se había refugiado en una de estas. Aún era de madrugada, aunque no faltaba tanto para el amanecer, Bek solo decidió volver a su aldea para poder descansar unas horas y continuar con su viaje. Pero algo le llama la atención.

«¿Por qué puedo ver?», es lo que pensaba Bek mientras caminaba de regreso. Aún estaba todo oscuro y pese a que traía una lámpara en su mano, podía ver con claridad incluso la zona que iba más allá del radio de iluminación de su lámpara. Bek volteo hacia los lados, allá donde miraba estaba todo claro, como si fuese de día.

En realidad, Bek también noto que no estaba cansado, pese a que había descansado cuando se quedó noqueado, eso no explicaba porque no presentaba ningún signo de cansancio pese a que había estado todo el día anterior y la mayoría de la madrugada en movimiento. Bek se miró las manos, se sentía con fuerza por alguna razón.

Bek entonces decidió probar algo. El Marshall empezó a correr, y ahí se dió cuenta de algo increíble. Estaba corriendo a una velocidad increíble. Bek no se espero esto, pero tampoco iba a negar que le divertía lo que estaba pasando. En un momento Bek decidió saltar, cuando lo hizo se elevó varios metros. Bek empezó a reír con júbilo, no entendía lo que ocurría pero le estaba divirtiendo.

-¡Esto es increíble! -grito al aire Bek mientras se seguía riendo.

Bek no pensó en la manera de aterrizar y termino cayendo de lleno contra el suelo. El Marshall quedó bastante aturdido, pero, de hecho no estaba herido, solo mareado.

-Vaya, no solo obtuve agilidad, parece que mi resistencia también aumento -Bek estaba impresionado por lo que su cuerpo ahora podía hacer.

Bek se preguntaba si esto era cosa del Obscurus, también le surgieron dudas sobre si su padre también podía hacer lo que él estaba haciendo. Bek tenía entendido que un simbionte (o parásito como les empezaron a llamar después de la traición de Neferu) normalmente interactuaba con su portador de alguna o otra forma. Pero en su caso no parecía haber ningún signo de vida de parte del Obscurus que se fusionó con él.

Bek se quedó esperando por si en algún momento una voz en su cabeza lo llamara por su nombre, pero no paso nada. Bek se sintió un poco decepcionado por eso, pero no le dió mucha más importancia.
En ese momento él recordó que su padre hizo aparecer un lazo para intentar frenar al monstruo que apareció en aquella pelea contra Neferu.

Bek se concentro. Sintió un pequeño cosquilleo en sus manos, pero al final no paso nada.

-Supongo que tengo que practicar antes de hacerlo -se dijo a si mismo mientras se encogía de hombros.

El primogénito de Kasmut decidió que ya se había divertido suficiente con su parásito, así que volvió a retomar su destino a su aldea. Ahora con la velocidad que poseía sabía que podía llegar en un santiamén a su objetivo.

Skullgirls y las crónicas de la familia MarshallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora