✨ Capitulo VIII: La Habitación de los Espejos ✨

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Desde que Serrure se durmió por primera vez en esa casa, algo cambio. Él no se lo había dicho a nadie, pero Serrure desde que tenía memoria… él no tenía sueños. Algo así, a diferencia de los demás chicos, el joven de doce años soñaba exactamente lo mismo cada noche.

En su sueño él se despertaba en un piso de mármol tipo ajedrez, el cual era frio al contacto. Justo despertaba en el medio de una habitación cuadrada, la cual era grande, y de una altura promedio que permitía estar de pie sin poder tener la capacidad de tocar el techo ni siquiera en puntillas.

En la habitación no había ninguna fuente de luz visible, aun así, todo parecía levemente iluminado, permitiendo ver todos los detalles. Y otra cosa importante, en vez de paredes… había espejos.

Todas las paredes estaban cubiertas por laminas rectangulares de espejos, las cuales estaban unidas por marcos de metal de apenas una pulgada. Estos marcos estaban ornamentados con arte tipo gótico o renacentista, y parecían ser de un material oxidado.

Las láminas de espejo llegaban del suelo al techo, y eran súper pulidas, lo que permitió reflejar perfectamente todo, creando una sensación de reflejo infinito. Justo allí esta Serrure.

Él se veía en el espejo, y veía el reflejo infinito, y cuando veía el final, solo veía negrura oscura, indicando que la luz no podía llegar allí. Estaba completamente solo, solo él y esa extraña habitación.

Serrure sentía miedo de ese lugar, era como una prisión. Todo era soledad infinita, además de no oírse ningún tipo de sonido. Para empeorar las cosas, cuando llegaba allí, siempre estaba en bóxeres negros. Además de humillante, era aterrador.

Serrure jamás logro explicar por qué sus sueños lo llevaban allí, solo sabía, que era un mundo muy aterrador. Fue por casualidad que descubrió como hacerlo más tolerable. Justo a los nueve años, el día que llego al orfanato, Serrure termino como siempre en ese lugar; sin embargo, mientras se acurrucaba en el suelo asustado, podía oír sonidos fuertes.

Al principio no los reconocía, pero el hecho de que se oyera algo calmaba al chico. La noche siguiente descubrió que eran los sonidos de los automóviles que pasaban justo frente al orfanato, los cuales eran ruidosos y despertaban a todos los chicos… a todos menos a él.

Serrure supo que en sus sueños podía oír los sonidos del mundo exterior. Si iba permanecer cada noche en esa habitación… lo haría en sus propios términos. Le fue difícil, pero logro conseguir un reproductor de cintas, y conseguir un par de cassette con su música favorita, de tipo metal y rock.

Al usar los audífonos al dormir, en sus sueños podía ori la música. De hecho, se notaba que incluso la iluminación de la habitación cambiaba, además cuando la música vibraba los espejos, resonaban muy cool.

Así lo paso por los siguientes años, variando la música para no aburrirse en sus sueños. Aunque todo eso cambio al mudarse a esa casa.

Justo la primera noche, todo parecía igual, el joven de doce años despertó en esa habitación, y siguiendo el ritmo de la música, el tocaba una guitarra de aire mientras agitaba la cabeza.

Estaba sentado, apoyando la espalda en uno de los espejos. Con los ojos cerrados, el chico intentaba seguir el ritmo de la canción, tarareándola con su boca. Entonces sin aviso, siente un cosquilleo en el ombligo.

Serrure se sobresalta mientras grita, y se levanta de inmediato viendo su espalda. En posición de lucha, el muchacho flaco vigila sus alrededores, esperando el siguiente toque.

El jamás había sentido algo así, así que no estaba seguro de lo que era. Al comprobar que no había nada, intenta relajarse… entonces nota algo extraño, uno de los reflejos, actuaba raro, él se miró y su reflejo era anormal.

Hermandad, Magia y Cosquillas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora