Capítulo 4 | Amigos

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Sus ilusiones con Roier se habían roto cuando le había visto entrar al café con un chico más alto que él, piel aperlada y una barba bien arreglada. Parecía un mafioso e incluso aparentaba mucha más edad de la que al parecer tenía.
Preparó los pedidos de unos clientes contiguos, mirando de soslayo al castaño que reía ampliamente ante el gesto relajado de aquel tipo. Ya no parecía un mafioso, ahora parecía que podría hornear un pastel si se lo pedías.

Después de liberarse de los encargos se giró para limpiar la máquina de café, con el gesto algo apagado pero al mismo tiempo felíz de que ya no tendría que preocuparse por amoríos con hombres.

No le gustaban.

Miró a su costado ante la ausencia de Rubius, dos días sin acudir al trabajo y comenzaba a preocuparle. Tal vez lo había arruinado, tal vez le había molestado que su cuerpo no fuese cien por ciento el de un hombre.

–Disculpa.

Dio un salto ante la voz ronca y con acento que llamó su atención, el agua caliente que estaba estancada cayó sobre sus dedos y maldijo alcanzando una servilleta.

–Sí dígame.– se giró con una mueca de dolor cruzando miradas con el acompañante de Roier, su gesto estaba tenso, ya no se veía tan amigable.

–Yo quería un poco más de doce en mi bebida.– aquella palabra sonó como el idioma de un extraterrestre para los oídos inexpertos de Quackity.

–¿Más de qué?

La sonrisa divertida del castaño dejó a la vista unos caninos que a parecer del pelinegro parecían muy filosos. ¿Era humano si quiera?

Doce.– repitió antes de darse cuenta que no le entendía.– Dulce, caramelo.

Las mejillas de Quackity se tiñeron de rojo y asintió aún con la servilleta en sus dedos irritados.– Tienes que pagar extra.

–Pagaré.– se cruzó de brazos, tenía un par de cicatrices y parecía muy bien ejercitado.– Tudo bem?

Despegó la mirada de los brazos ajenos.– ¿Sí, por?– siguió la mirada cuando el desconocido le indicó su mano.– Ah, estoy bien, la he pasado peor.

Hizo una mueca ante lo que dijo, tomó la bebida y vertió el caramelo extra golpeandose mentalmente. No podía ir por ahí contándole a extraños su vida o sus problemas.

Idiota, idiota.

Deslizó la bebida por la barra con la mejor sonrisa que pudo fingir.
–Listo, disfruta tu caramelo extra.

–¿Cuál es tu nombre?– la repentina pregunta hizo a Quackity titubear, miró a Roier que parecía algo irritado por la atención que empezaba a prestarle a él.

–Eh... Quackity.

–Soy Cellbit.– extendió la mano y el pelinegro aún algo dudoso la tomó recibiendo con sorpresa un beso en sus nudillos ante un pequeño susurro:– Prazer em conhecê-lo, Quackity

Ahogó un chillido al escuchar la voz ronca pronunciando su nombre con aquel acento.

Ok, sí le gustaban los hombres.

Sonrió con nerviosismo mientras apartaba la mano, trató de calmar su alocado corazón y el sonrojo que se extendió hasta sus orejas.

–Tengo que trabajar.

Cellbit se despidió con un asentimiento de cabeza.

-❤️-

No sabes lo que me sucedió.

Amar(T) en el Alfabeto | Luckity - Chaosduo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora