Quackity vive solo en un departamento en conjunto a otro. Su rutina cambia cuando por accidente, en medio de una app de ligue termina haciendo match con Luzu quién casualmente es su vecino.
Se ve envuelto en un trio amoroso y una red de sentimientos...
Wilbur se dejó caer en la cama perfectamente arreglada mientras Quackity se delineaba de forma casi imperceptible los ojos, había amanecido de buen humor y quería verse guapo.
–Me sorprende que siempre mantengas limpio este lugar.– dijo tomando una de las almohadas para abrazarla y mirar al pelinegro.– Y que siempre te veas tan bien.
–Soy lindo desde mi nacimiento, ¿qué te digo?
–Ay cállate.– rodó los ojos y miró al balcón.– ¿Entonces tu vecino es Luzu? quién lo diría.
Quackity bufó dejando el delineador de lápiz a un lado.– Ni me digas, aún puedo reproducir en mi cabeza los sonidos del perro en celo de aquel día.– dio un último vistazo al espejo mientras se acomodaba el uniforme, se veía bastante bien.– Listo ¿qué tal?
–Muy homosexual, me gusta.
–Vamonos pendejo, se me hace tarde.
A regañadientes Wilbur lo siguió al ascensor, revisaba de vez en cuando su celular o bostezaba somnoliento. No acostumbraba a levantarse temprano, era así de vago y eso le causaba un poco de gracia. Una vez que llegaron a la entrada del edificio se toparon con Roma, la amable mujer barría el patio como siempre. A veces le preocupaba a Quackity, se veía bastante mayor y no parecía descansar nunca de sus quehaceres.
–Buenos días mi niño.– la sonrisa iluminó el rostro de la mujer.
–Wow, me recuerda a mi abuela que linda.
–Buen día Roma.– Quackity devolvió la sonrisa alcanzando a la mujer un pan dulce que su jefe le había regalado.– Un regalo, por ser siempre tan linda conmigo.
Un "gracias" acompañado de una sonrisa fue la despedida para ambos amigos que continuaron su camino rumbo al trabajo del menor. El día era agradable, el sol tibio y tenía a Wilbur a su lado. Sí, definitivamente sería un buen día.
La puerta hizo el característico tintineo cuando se abrió, estaba vacío a excepción de su compañero de trabajo que lo veía con una gran sonrisa. –¡Pato!– los esmeraldas se detuvieron en el castaño.– Y amigo de Pato.
Quackity rió bajito para llevar a Wilbur hasta detrás del mostrador. –Este es mi mejor amigo Wilbur.– ambos chicos chocaron puños en un saludo.–Wilbur, este es Rubius.
–¿Y qué hace un chico tan guapo contigo?
–Voy a explotarlo laboralmente.– alcanzó un mandil extra y se lo entregó al más alto.– No obtendrá café gratis por mi parte.
–Eres un hijo de puta.– le abrazó antes de soltar una risa.– Anda, trae acá.
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Quackity se preguntaba si había hecho algo lo suficientemente malo en su vida para que lo pagara con mala suerte.
