VII

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T/N

Mágicamente Percy había desaparecido.

Annabeth y yo nos organizamos para buscarlo tratando de no llamar la atención. Si la noticia de que que Percy no estaba se corría todo el campamento sería un caos, sobretodo si mi amigo era el protagonista de la Gran Profecía.

Buscamos por horas pero no lo encontrábamos en ningún sitio, fue ahí cuando nos preocupamos de verdad. Decidimos contarle a Quirón primero. Justo cuando le contábamos sobre nuestro pequeño inconveniente Annabeth recibió un mensaje al teléfono (el cual Quirón insistió en que no tenía que haber guardado).

El mensaje decía algo así:

«Reúnan a todos los campistas que puedan, nos vemos en el Epire State. Vayan armados. Percy.»

Annabeth resopló.

"Se va de la nada y se digna a aparecer así."

No sabíamos que era lo que Percy estaba tramando pero decidimos confiar en él. 

Para nuestra suerte, varios se sumaron: Pólux, Silena Beauregard, los hermanos Stoll, Michael Yew, Jake Mason, Katie Gardner, Annabeth con varios de sus hermanos y Quirón. Cuando fui a hablar con Clarisse una parte de mí pensó en que cambiaría de opinión, pero estaba equivocada. Terminamos peleándonos, las dos tratando tratando de convencer a la otra con su punto de vista. Al final no llegamos a ningún acuerdo, tampoco recibí apoyo de mis hermanos, ninguno le quiso llevar la a su líder de cabaña. 

Hicimos un conteo: cuarenta campistas en total. No eran suficientes para pelear una guerra, pero era el más grande grupo de mestizos que yo hubiera visto reunido para irse fuera del campamento. Todos se estábamos nerviosos, probablemente enviaríamos tanta aura de semidiós que cada monstruo en Norteamérica sabría que estábamos en el Empire State. Pero aparte de eso, ni siquiera sabíamos qué es lo que haríamos allí.

Antes de salir, nos preparamos. Vestidos de camuflaje negro parecíamos un enjambre de hormigas. Llevaba mi espada enroscada en la cintura y por las dudas me había colgado una botellita con ambrosía. Annabeth llevaba su cuchillo de bronce celestial atado a su brazo y la maleta de su laptop colgando del hombro, lista para apuñalar o navegar por internet, lo que viniera primero.

Cuando estuvimos listos nos dividimos en tres grupos para entrar en tres camionetas blancas. Decían «Servicio de fresas Delphi», que era el nombre de empresa que usábamos para encubrir el campamento mestizo. Nunca había visto las tres camionetas juntas en el mismo lugar, a pesar de que sabía que llevaban nuestra producción fresca a la ciudad.

La primera camioneta estaba conducida por Argos, nuestro jefe de seguridad con muchos ojos. Las otras dos las conducían Arpías, que básicamente eran demoniacos híbridos entre humano y pollo con malas actitudes. Usábamos a las arpías para limpiar el campamento más que nada, pero también se le daba bien conducir a través del trafico de la ciudad.

Argos tocó la bocina. Era hora de irnos.

Estábamos a medio camino cuando Annabeth recibió una llamada. Era Percy. Mi amiga atendió y lo puso en altavoz.

"Hola." dijo Percy "¿Recibiste mi mensaje?"

Antes de que Annabeth contestara, hablé: 

"¿Percy, dónde has estado? ¡Estábamos muy preocupados!"

"Em... Luego les cuento." dijo no muy convencido "¿Dónde están ahora?"

"Vamos en camino como pediste, casi llegando al túnel de Queens." dijo Annabeth.

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ʜᴇ́ʀᴏᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora