II

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PERCY

Los sueños de los semidioses apestan.

La cosa es, nunca son sólo sueños. Siempre tienen que ser visiones, presagios o cualquier otra cosa mística que fastidie mi cerebro.

Soñé que estaba en un oscuro palacio en la cima de una montaña. Desafortunadamente, lo reconocía: el palacio de los titanes en la cima del monte Othrys, también conocido como monte Tamalpais, en California. El pabellón principal estaba abierto a la noche, cercado con columnas griegas negras y estatuas de los titanes. Antorchas brillaban contra el piso de mármol negro. En el centro del salón un gigante con armadura forcejeaba bajo el peso de una nube que giraba sobre ella misma como un torbellino. Era Atlas, sosteniendo el cielo. 

Otros dos gigantes estaban de pie cerca de un brasero de bronce, estudiando las imágenes en las llamas.

"Vaya explosión." dijo uno. Usaba una armadura negra con puntos plateados como una noche estrellada. Su cara estaba cubierta con un yelmo de guerra con cuernos de carnero retorcidos a cada lado.

"No importa." dijo el otro. Éste titán estaba vestido con túnica dorada, ojos dorados igual que Cronos. Su cuerpo entero brillaba. Me recordaba a Apolo, dios del sol, excepto que la luz del titán era más intensa, y su expresión más cruel. "Los dioses han respondido al desafío. Pronto serán destruidos."

Las imágenes en el fuego eran difíciles de comprender: tormentas, edificios derrumbándose, mortales gritando aterrados.

"Iré al oeste a dirigir nuestras fuerzas." dijo el titán dorado "Krios, te quedarás y custodiarás el monte Othrys."

El tipo de los cuernos gruñó.

"Siempre hago los trabajos estúpidos. Señor del sur. Señor de las constelaciones. Ahora tengo que ser niñera de Atlas mientras ustedes tienen toda la diversión."

Bajo el remolino de nubes, Atlas bramaba en agonía.

"¡Libérenme, maldita sea! Soy tu más grande guerrero. ¡Tomen mi carga para que pueda luchar!"

"¡Silencio!" rugió el titán dorado "Tuviste tu oportunidad, Atlas. Fallaste. Cronos te quiere justo donde estás. En cuanto a ti, Krios, cumple con tu deber."

"¿Y si necesitas guerreros?" preguntó Krios "Nuestro traicionero sobrino del esmoquin no te será de gran utilidad en una pelea."

El titán dorado se echaba a reír.

"No te preocupes por él. Además, los dioses apenas pueden lidiar con nuestro primer desafío. No tienen idea de cuantos más tenemos de reserva. Recuerda mis palabras: en cosa de pocos días el Olimpo estará en ruinas, ¡y nos reuniremos aquí de nuevo para celebrar el amanecer de la Sexta Era!"

El titán dorado se encendió en llamas y desapareció.

"Oh, claro." gruñó Krios "Él explota en llamas. Yo tengo que usar estos estúpidos cuernos de carnero."

La escena cambió. Ahora estaba afuera del pabellón, escondido en las sombra de una columna griega. Un chico estaba parado junto a mí, evadiendo a los titanes. Tenía cabello oscuro y sedoso, piel pálida y ropas oscuras: mi amigo Nico di Angelo, el hijo de Hades. 

Me miró directamente, con una expresión siniestra.

"¿Lo ves, Percy?" murmuró "Se te acaba el tiempo. ¿De verdad crees que puedes vencerlos sin mi plan?"

Sus palabras cayeron sobre mi, frías como el fondo del océano, y mi sueño se volvió negro.

"¿Percy?" dijo una voz grave.

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ʜᴇ́ʀᴏᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora