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Año 1706...

Una alegre niña corría detrás de otra, dos mejores amigas que se divertían jugando juntas; aunque una era más sería y callada que la otra, cuando estaba junto a su mejor amiga se desenvolvía de una forma no muy común de ver en ella. Merlina y Enid, está última hija menor de los reyes de Inglaterra, Enid era una princesa que vivía bajo el estricto régimen de su madre a ser la única mujer de entre sus tres hermanos mayores, siempre buscaba una forma de escaparse de su madre para ir a jugar con Merlina.

Merlina era hija de nobles, los Addams eran la segunda familia más importante aparte de los reyes en el norte de Gran Bretaña, una familia inmigrante de Italia con una gran fortuna con la cual no fue difícil ganarse el respeto de los pobladores, Homero Addams el patriarca de la familia se volvió en el mejor amigo y mano derecha del rey formando grandes alianzas, Homero se dedicó a la exportación de especies y joyas teniendo a su cargo más de mil barcos.

Merlina y Enid eran inseparables, y ellas sabían que nada las podría separar.

-Mer, por favor, ya me cansé-la nombrada se detuvo volteando a ver a su amiga quien trataba de tomar aire. Noto su vestimenta, su elegante y fino vestido estaba manchado de barro y su peinado hace tiempo se había desecho.

-Te ves horrible-le dijo frunciendo la cara, siempre se preguntaba cómo Enid llegaba a arruinar su ropa y ella aún mantenía su perfecto traje intacto de suciedad

-¡Jirones! Mi madre me va a matar-se lamentó la rubia-tú tienes la culpa si no me hubieras llevado por el barro

-Yo no te dije que me siguieras-se defendió la morena tirando la espada de madera que traía

Uno de los pasatiempos favoritos de las dos era entrenar con la espada, eran buenas, Merlina un poco más que Enid aun así la rubia lograba defenderse. El padre de Merlina al notar el interés de su hija por el manejo de la espada le pidió a su hermano Lucas que le enseñada ya que él era un espadachín digno, más tarde se unió Enid; aunque a esta su madre le prohibiera cualquier manejo de armas, era una princesa y las princesas solo tenían que preocuparse por siempre vestir bien, saberse comportar y casarse con un príncipe que le diera un trono.

-Siempre haces trampa, un día te voy a ganar, ya verás-le advirtió sin notar que Merlina ya no le prestaba atención, pues su vista estaba clavada en el océano y el atardecer pintando las olas del mar, la mayor de los Addams siempre tuvo una atracción muy fuerte por el océano, desde que comenzó a caminar se escapaba por la puerta de servicio que daba a la bahía para sentir el agua en sus pies, muchas veces su madre la detuvo antes de que se adentrará más al océano-¿Mer?

-¿Decías algo?

-Nada, será mejor que me marche antes de que...

-¡Enid!-La chica cerró los ojos lamentándose, ya se estaba imaginando el tremendo castigo que le esperaba.

-Su majestad.

-Merlina-esa era la voz de su padre, lentamente abrió los ojos, encontrándose a su padre montando su caballo con dos guardias escudándolo junto al caballo de la chica-¿Acaso está por aquí Enid? Su madre la está buscando

-Aquí estoy padre-el hombre al verla abrió grande los ojos, pues no la había reconocido con esa pinta de plebeya

-¿Pero qué horrores te ha pasado? Tu madre nos colgará a los dos-gimió

-No a sido culpa de Enid terminar así, majestad-habló Merlina

-¿No? ¿Entonces de quién ha sido?-preguntó lleno de curiosidad alzando una ceja a su dirección

-De su torpeza-la rubia le metió un golpe siendo regañada por su padre.

-Es mejor que nos marchemos, ya estoy escuchando los gritos de tu madre en cuanto te vea.

Aguas Dulces (Wenclair G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora