II

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Infernos le hacía honor a su nombre; era un infierno de lugar, un tugurio inmenso de ventanas tapeadas y enormes filas en las tres puertas de acceso que temblaban con la música que se escapaba del interior.

Taehyung se toqueteó los bolsillos de la chaqueta y el pantalón, dando un cuarto vistazo al interior del auto con ojos al borde de las lágrimas; había perdido su ticket de entrada. Para Kook, de seguro que lo había dejado caer mientras estaban en el autoservicio para pagar por el combustible cargado al carro. Había jugueteado tanto con el pequeño papelito entre los dedos que al momento de pagar lo había metido a la rápida en un bolsillo.

—Te juro que ha de estar por aquí. Espérame. —rogó Tae otra vez revolviéndose y tanteándose como si tuviese fuego que apagar de sus ropas.

—Para mí que ya es caso perdido. Mejor volvamos a casa, comemos algo ligero y nos vamos a la cama, así mañana...

Tae lo fulminó con la mirada, cortando sus palabras. Kook levantó las manos y caminó hacia la puerta que tenía una pequeña alfombra roja en el piso. Se centró en los tipejos fuera de la puerta más grande, asediados por tipos con cámaras, posando ante los flashes. ¿Famosos? ¿En serio? Él no ubicaba los rostros.

—¡Ya está, te dije que la encontraría! —Tae le golpeó la nuca con la mano al pasar por su lado. —Vente anciana, te invitaré un vaso de leche en la barra.

El guardia de la entrada ni siquiera les pidió identificaciones, revisó sus tickets y marcó sus muñecas con brazaletes neón. El local por dentro estaba en su apogeo. Luces láser, pintura flúor arrojada desde los tres escenarios con vedettes bailando y un mar de cuerpos que se apretujaban y movían al ritmo de la música hasta el bar atendido por un alto y rubio chico en nada más que una tanga dorada.

La verdad fuese dicha, Jungkook no podía quejarse de lo que veía.

Taehyung se hizo rápido con unos tragos y se unieron al baile, sin embargo, aunque su amigo parecía estar concentrado en las chicas a su alrededor, Kook notaba que la cabeza de él iba de aquí para allá. Buscando.

—¿Esperas a alguien? —Le gritó sobre el ruido de la música.

Tae negó, pegándose a su oído para hablar.

—Se supone que ahora es cuando te pido algo... Respecto al trato que hice para conseguir las entradas... Hay alguien a quien quiero que conozcas.

Intrigado, Kook lo siguió hasta un sector con apartados tapados por gruesas cortinas de terciopelo rojo. Su estómago se apretó ligeramente. Él no era un virgen ni mucho menos, pero todo el mundo sabía para lo que existía un apartado como ese en cualquier lugar. Si Kook no lo conociera mejor, diría que Tae intentaba seducirlo. El lugar estaba vacío a su espera, una botella de espumante descansaba en la mesa baja dentro de un barril con hielo, copas a un lado y un par de cervezas. Y no estaría desencaminado. Ellos tomaron asiento en los sofás de exquisito cuero negro.

—Verás —comenzó Tae volteándose a mirarlo a los ojos. —¿Recuerdas a Yoongi, de la clase de historia? —Kook asintió. —Bien, pues trabaja en la productora de eventos que está promoviendo a Infernos y su show especial de vedettos esta noche.

Kook arqueó una ceja ante eso, cada vez se sorprendía más de lo informado que estaba su amigo respecto al mundo homosexual. Él torpemente había llegado a pensar que Taehyung era un ignorante hasta en los asuntos hetero. Su novia se había quejado de ello de hecho. Al menos tenía que descartar el hecho de que quisiera seducirlo, lo que era un alivio, salir con Tae sería como incesto y él no le iban a esas cosas. Gracias, pero no gracias.

—¿Y en qué momento entro yo en juego? —preguntó alejando sus pensamientos.

Tae le sonrió maliciosamente.

Flores en el cabello Donde viven las historias. Descúbrelo ahora