XIII

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A pesar de que Jungkook ya había puesto un pie dentro de la ostentosa casa, eso no evitó que se maravillara nuevamente con todo lo que veía y peor aún, la sensación de pequeñez que lo asaltó pues la sola imagen inicial de los padres de Jimin hablaba de dinero y poder. Ellos eran personas imponentes, con aires estirados. Lástima que lo que dejaba sus bocas no era más que simple basura.

Ambos en la entrada a la sala, con el hermano mayor de Jimin desparramado en un sofá con la mirada hastiada. A ninguno de ellos les importó en lo más mínimo la presencia de Kook, no le dirigieron más que un vistazo antes de verterse al tema que les era importante.

La pasada redada en la discoteque.

—No fue mi culpa. —recalcó Jimin como enésima vez desde que había llegado. —Nos tomaron por sorpresa. Y el policía nos siguió a casa.

—Es tu deber ser más precavido —Su progenitor dijo. —Sabes bien que nos tienen en la mira por todo el tema de las irregularidades.

—Entonces, quizás deberías preocuparte de eso —Lo acusó Jimin. —Quizás deberías poner atención en lo que es verdaderamente importante en vez de estar regañándome a mí en su lugar.

El padre de Jimin era un hombre de negocios, él veía cada una de sus acciones como números y estos siempre debían estar en un balance positivo para su bolsillo, de lo contrario, él tomaba lo que fuese necesario para que eso se cumpliera.

Y si eso significaba dejar pasar la venta de drogas y el ingreso a menores de edad a todos sus locales nocturnos, que así fuera.

Jimin suspiró.

—Como sea. No sé por qué me necesitas aquí —Miró a Yoongi. —Mejor recrimínale a él. Estaba a cargo esa noche y ni siquiera se encontraba a la vista.

Su padre pasó la mirada a su hijo mayor.

—Ya he hablado con Yoongi sobre su responsabilidad sobre el tema.

El resoplido de Jimin fue como mínimo, descortés. Incrédulo.

—Déjame dudar de eso, él siempre es tu favorito —Hizo notar. —Él nunca hace nada mal a tus ojos. El error aquí soy yo.

Nadie dijo nada, por lo que el silencio otorgó toda respuesta.

—Eres un chico hermoso, —Su madre tomó la palabra. Viendo a su hijo como quien ve algo de lo que apiadarse. —pero nada de eso se ve cuando también eres violento y vulgar.

Jimin hinchó el pecho.

—Deberías combinar tus palabras con tus acciones, madre —dijo muy calmadamente. —No se ve bien que hables algo bonito y tus acciones sean una porquería. Recuerda que tú me enseñaste que todo debe combinar, ¿no?

—¿Qué está mal contigo? —Su padre preguntó a nadie en particular. La molestia en sus ojos impersonales era obvia.

Y Kook se preguntó, no por primera vez en esa noche, lo que sería crecer en un ambiente tal hostil como aquel.

—Pues según tú, todo. —Jimin dijo estallando. Y Kook lo vio, aquel brillo de vulnerabilidad en sus ojos, un segundo antes de esconderlo y poner una sonrisa cínica en su bonita boca. —Excepto por como visto. Mi moda es perfecta.

Sí, como lo había sospechado, los comentarios mordaces no eran más que una fachada para defenderse del mundo. Aquel chico hipócrita era en realidad solo un chico, sencillo y con el mundo en contra.

El padre de Jimin negó con la cabeza.

—Eres tan... tan...

—Te aconsejo que pienses bien las palabras con las que quieres terminar esa frase. —Sus ojos llamearon. —Tú me criaste.

Flores en el cabello Donde viven las historias. Descúbrelo ahora