XI

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Recién duchado, Kook podía decir que se sentía un tanto más tranquilo. El entrenamiento de ese día había sido duro, pero valía la pena. La tensión en sus músculos un dolor que distraía su mente y que había echado de menos.

—Tae, ¿qué harás a la tarde?

Su amigo levantó la cabeza de su celular para echarle un vistazo.

—Quizás me deje caer en casa de mi novia. No hemos tenido tiempo de calidad a solas y sus padres llegan tarde esta noche. Lo que sea que surja, que Dios no nos esté mirando si no desea quedar ciego. ¿Y tú? ¿Cuáles son tus planes?

—Ahora que sé que te irás a coger como conejo, pues voy a dormir hasta mañana.

Taehyung se rio.

—¿Qué? ¿Ya me vas a dar el sermón de que mi vida social es más escasa que la de las ancianas? —Kook se ajustó la correa de la mochila sobre el hombro. —Ahórratelo, el hecho de que tu abuelita sea activa en su club de madres es asunto de ella. Yo no tengo ánimos para mucho...

—Y luego se preguntan por qué las figuritas de los santos lloran sangre, —Un chico que Kook no conocía pasó por su lado hablando fuerte —¿qué su padre no le enseñó a vestirse como hombre?

Jungkook y Taehyung compartieron una mirada.

—Tienes que admitir que tenía piernas divinas. —El compañero del chico comentó, ganándose una mirada de incredulidad.

—¿Le has mirado las piernas? ¡Qué pedazo de marica saliste!

Ambos jóvenes se alejaron con su conversación, negando fervientemente con sus cabezas.

A medida que se acercaban a la salida de la universidad, la concentración de los estudiantes era cada vez más densa. Cosa que no habría de ser rara para el horario de salida, sin embargo, la sensación de cotilleo iba en aumento. Los cuchicheos excitados y las risas sin intención de ser disimuladas era algo fuera de lo común.

—Oh, por Dios...

—¿Qué te...? —Kook iba a preguntar, cuando lo vio por sí mismo y el mundo bajo sus pies se tambaleó de costado.

Jimin, su Jimin estaba allí. En medio de la masa de estudiantes, luciendo resplandeciente y perdido. Llamativo y ... en una falda con tacones que le hacían ver inmenso. Si eso no era poco, su cabello estaba en punta y de un intenso color rosado.

—Es como un chicle —Taehyung dijo en un bajo aliento divertido.

Ignorándolo, sin darse cuenta de lo que hacía, Jungkook comenzó a moverse. Se sintió como si una corriente eléctrica tirará de su cuerpo. Junto a Jimin estaba una de sus amigas, Kook no recordaba su nombre y ahora mismo no importaba. Jimin se inclinó para susurrarle algo a la muchacha y entonces alzó su cabeza, escudriñando a sus espectadores, la sombra de la vergüenza o quizás la incomodidad tocó su boca y luego se había ido, siendo remplazada por la barbilla altanera sobresaliente. El pecho de Kook se hinchó.

—Jimin —llamó. Y eso fue todo. Los ojos del chico se abrieron gigantescos y la más cegadora de las sonrisas se instaló en su rostro. En su dirección. Por él.

Kook llegó hasta él y le envolvió con los brazos sin pensárselo siquiera.

Podían decirle que era una locura, que alguien se riera de lo anticipado, de lo necesitado que de seguro se mostraba en su cara, pero no había podido olvidar a aquel chico en días y ya había sufrido suficiente. Besó a Jimin a fondo de inmediato, sus labios presionados con demasiada fuerza y un poco de dolor de por medio.

Flores en el cabello Donde viven las historias. Descúbrelo ahora