CAPÍTULO 18

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David Roussel

¡No me grites que soy perfectamente capaz de oirte! — le grita mi padre a mi madre. Yo solo me tapo los oídos, no quiero más, no quiero oírlos, no quiero oírlo.

— Entonces, si me oyes ¿¡Por qué sigues haciendo lo que sabes que está mal!?

— ¡Solo fui a tomar un maldito café!

— Justo con Lucía, justo con ella que sabes que tiene cierta fijación contigo.

— No digas estupideces, mujer.

— Quiero el divorcio.

— ¿Dónde firmo?

¿Se ha acabado ya?

……

La cabeza me duele como si me estuvieran clavando agujas por todo el cuero cabelludo. Los ojos me pesan, solo quiero dormir pero sé que no puedo hacerlo, tengo que terminar de investigar lo que puedo. Si de verdad Robert sigue vivo necesito encontrarlo, su relación con Liam no es la mejor, podría ayudarme bajo la excusa de que lo voy a mantener fuera de la cárcel y luego, en el momento en el que se descuide, fuap, lo encarcelo a él también.

Nunca podría fallarte — me dice Sam en un susurro. — Eres al único que jamás podría fallarle.

— Te quiero.

……

Ya, claro. Aquí me desconcentro, necesito tranquilidad o más bien, ruido. Me subo a mi auto y manejo de nuevo hasta la comisaría.

— ¡Da Silva!

— No estoy de humor ahora, David.

— No te pregunté si...

— ¡Te he dicho que no estoy de humor! — Suelta los papeles y se da media vuelta.

— ¿A ti que mierda te pasa?

Me ignora y se va, un policía cualquiera me comenta que Lion no fue de gran ayuda. Increíble, perdí 48 horas de mi vida por gusto. Inicio sesión en el ordenador y busco en la base de datos toda la información que puedo sobre Robert Bertrand pero no obtengo lo que me interesa, residencia actual. Sin embargo, haciendo uso de una teoría poco convincente me fijo en las residencias anteriores, y teniendo más esperanza que certeza anoto la dirección esperando que pueda usar el famoso dicho de "el asesino siempre vuelve al lugar del crimen" con él.

Tomo el papel con la dirección, la localizo en el GPS y la conecto al carro. Acelero a todo lo que da, no aguanto que esto me esté quitando el sueño de verdad.

Luego todo se reproduce en cámara lenta. La luz de otro carro me ciega y solo logro ver el volante de mi auto, intento desviarme pero no lo consigo. El camión impacta con la parte trasera de mi auto y este gira en la carretera, mi cabeza se vuelve más pesada y todo parecería no parar de dar vueltas, estoy fijo en mi asiento pero simplemente la gravedad puede más que yo. Otras luces iluminan el camino hasta que me quedo completamente a oscuras...

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Siento los párpados pesados, no quiero abrirlos pero algo me lleva a hacerlo, mi cabeza duele y las luces acompañadas del techo blanco hacen que me duelan los ojos. Miro a mí alrededor cuando mi vista se enfoca y noto que estoy en una camilla de hospital, como una película se reproduce en mi mente los que creo son recientes acontecimientos. El choque, la traición de Sam y la necesidad de atrapar a Liam. Salgo corriendo de la habitación de hospital quitándome todo el cableado y choco sin querer con un hombre.

— Sería bueno que miraras por dónde vas — le digo.

— Perdón, voy camino a encontrarme con el amor de mi vida.

Lo ignoro, no tengo tiempo para estupideces. Me subo al primer taxi que encuentro, maldigo internamente, no tengo cartera ni nada, le digo que me deje en casa de uno de los pocos amigos que me quedaron de la universidad.

— ¿Hey, que te pasó?

— Tuve un accidente.

— ¿Y por qué razón estás fuera de tu camilla? — me pregunta mi viejo amigo.

— Necesito tu ayuda. ¿Pagas el taxi?

— Sí, claro. — Saca su cartera y procede a pagarle al chófer en tanto yo me adentro en la casa.

Me siento en el primer sofá que encuentro y apoyo mi cabeza en mis manos y mis codos en las rodillas. Trato de buscar en mi mente la dirección de Bertrand, está completamente negro ahí pero poco a poco parecen venir números y letras y rápido busco un papel y lo copio. No estoy seguro de si es esa pero por algo hay que empezar.

— Bueno, ahora sí, cuéntame — me dice sentándose frente a mí.

— Estoy detrás de un caso.

— Siempre.

— Uno serio, y que se me ha complicado más de lo que debería.

— ¿Y a qué se debe tu accidente?

— Ah no, esto solo fue que choqué.

— ¿Qué necesitas?

— Ropa, un arma, un auto y otra pequeña cosa que te diré más tarde...

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Me estaciono frente a la dirección que pudieron sacar los pequeños recuerdos de mi mente y noto todo apagado. Toco la puerta pero no recibo respuesta, sin embargo vuelvo a tocar. Me abre un hombre canoso.

— ¿Rodrigo Bertrand?

— Sí, soy yo. — Te tengo.

— ¿Puedo pasar?

— Seguro...

MAYO (OBSESIÓN #1) (COMPLETA)✓ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora