Capítulo 24.

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Natalia.

Maldito profesor de filosofía.

Por qué le mira el culo a mi mujer?

Voy a dejar su cuello lleno de marcas, para que todos sepan que no deben acercarse a ella con otras intenciones.

- Nati.- Quebré mi lápiz, sintiendo la mano de Cami posarse sobre mi brazo.- Tranquila.-

- No me gusta él.-

- Le conté a Juli.- Susurró intentando llamar mi atención.- Makis no va a hacer nada, te quiere a ti.-

- Ya lo sé, pero él...-

- Ella solo tiene ojos en ti.- Todos se habían quedado en silencio, teniendo la mirada clavada en nosotras.

- Excelente.- Hasta Makis nos estaba mirando.

- Esguerra, Afanador, algo para sumar a la clase?- El sonido de su libro chocando con el escritorio resonó en el salón.

- No, lo siento.- Lancé intentando dejar de pensar idioteces.

Es alguien que recién llega, es su primer día.

Él puede sentir el típico flechazo al ver a Makis, ella es muy bonita.

Pero ella me quería.

Me elije.

Esta dispuesta a todo por mi.

Incluso a arriesgarse a perder su trabajo y manchar su nombre pero me elije igual.

Llegué a su casa para que me abrace fuertemente cuando me vio, tomando mis labios para dejarme sin aire.

- Hola.- Me volvió a abrazar.

Miré hacia la mesa, encontrando un sobre y una pequeña carta.

"Eres libre".

La caligrafía era horrible, pero creo que podía entender de qué se trataba.

- Sabe dónde estoy.- Susurró suavemente.- Y lejos de... de...- La abracé fuertemente.- Lejos de hacerme daño, de buscarme para que lo vea y sepa que está cerca, me dijo eso.-

Acaricié sus mejillas, dejando un beso en su frente.

- Y por qué aún tienes miedo?- Conectó nuestras miradas.

- Porque aunque se haya ido, las cicatrices van a seguir estando. Y no se encargó de pedir perdón, simplemente... me dejó ser libre.-

- Quizás es mejor antes de seguir intentando algo más.-

La volví a abrazar.

- Eres libre, mi amor.- Susurré sin soltarla.

- Cómo?-

- Eres libre.- Mis mejillas ardían y aunque ella se quería alejar para verme a la cara, yo no la dejé.

- Lo otro.-

- Mi amor.- Conecté nuestras miradas, sintiendo como tomó mis labios suavemente.

- Estabas celosa por Simón?- Tomé su cintura.

- Te sonríe, tú le sonríes. Es como Federico, solo que él es más bonito.-

- Y se viste mejor.-

- Debo ponerme celosa?- Negó segura.- Makis.-

- Confía en mi.- Susurró suavemente, sin esperar que busque una pequeña caja con un collar dentro.- Era de mi abuela, se la dio a mi padre para cuando le pidiera la mano a mi madre.- La notaba tan seria, tan honesta.- Y quiero que tú lo tengas. Tiene un valor muy importante para mi y mi familia.-

- Quieres que lo use?-

- Quiero que sea tuyo.- Lo tomé con cuidado.

Era de oro.

- Es una promesa de que de verdad, no quiero a nadie más, quiero que solo sea contigo y nadie más. Sin importar lo que tenga que esperar, ni lo que tenga que pasar.-

La besé, teniendo su ayuda para colocarlo alrededor de mi cuello, volviendo a besarla.

Me llevó de la mano a su cuarto, empujandome sobre la cama para sentarse en mi regazo, volviendo a besarnos.

- Creo que así no se estudia, pero no me quejo.- Dejó besos en mi cuello, hasta que jadeó contra mí oído.

Quitó mi camiseta, adentrando su mano en mi pantalón mientras yo buscaba sus pechos.

Por favor, no ahora.

Makis se comenzó a reír al darse cuenta de lo que estaba pasando.

No puede ser.

Por mi suspiro de frustración ella se comenzó a reír más.

- Quien lo diría.- La tumbé en la cama, quitando su pantalón rápidamente.

- No te vas a burlar de mi.- Ella se estaba riendo, hasta que mi mano se apoyó en su cuello y mis dedos comenzaron a acariciar su clitoris.

- Natalia.- Adentré mis dedos en su interior, tomando sus manos para que las clave en mi espalda.

Seguía sin pararse.

No sé qué está pasando, sé que es normal, pero tampoco la iba a dejar a Makis con las ganas.

Comencé a sentir como mi mano se humedecía, conectando nuestras miradas para que muerda su labio inferior intentando callarse.

- Creíste que no iba a hacer nada?-

- Creo que sigues hablando mucho y aún no logras...- Volví a entrar con mis dedos, solo que eran más, haciendo que ella se aferre a mí.- Dios.-

Dejé de moverme en su interior.- Aún no logro qué?-

- Natalia.- Me miró suplicante.

- Natalia qué?-

- Por favor.-

- Qué?- Volví a moverme, usando mi mano libre para lograr hacer que mi miembro esté listo.- Espero que estés preparada.- Su ojos curiosos me daban ternura, aunque ahora piense en otra cosa.- Porque recién comenzamos.-

Me adentré en ella, sintiendo su cuerpo completo aferrarse al mío.

- Quizás Valentina estaba equivocada.-

- Estaba muy equivocada.-

Cuando Nadie Ve- (Ventino)[Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora