La hermana de Ban (Melody x Nanatsu no Taizai)

El Festival de la Lucha de Vaizel

Flashback

-Tomad esto. Es la última semilla del bosque.- Dijo débil.- Plantadla en otro sitio.

-Hazlo tú misma Elaine.- Ban estaba asustado.

-¡Elaine!- Melody no paraba de llorar. Le agarró la mano a Elaine mientras su hermano la tenía en brazos.

El bosque del Rey Hada había quedado hecho cenizas. Al lado de ellos yacía el cuerpo del demonio sin vida.

-El bosque lo sabía. Sabía que vosotros lo protegeríais.- Su final se acercaba, de eso no había duda. Pero aquellos hermanos no estaban dispuestos a admitirlo.

-¿A quién le importa el bosque? ¡Aguanta! ¡Elaine!- Los hermanos no sabían qué hacer. Estaban desesperados.

-Escuchad, fui muy feliz...- Dijo con una sonrisa-... cuando dijisteis que me llevaríais con vosotros.

Con las pocas fuerzas que le quedaban, puso una mano en la mejilla de Ban y apretó la mano de Melody.

-Por favor, Ban, Melody, repetídmelo, pero decidlo bien.-

Melody no podía hablar. Sostenía, temblorosamente, la mano de Elaine mientras seguía llorando. Ban empezó a hablar.

-Claro, Elaine. Algún día vendré y me llevaré...- La mano que estaba en la mejilla de Ban cayó y la que apretaba la mano de Melody dejó de hacerlo.

Ban empezó a llorar y Melody comenzó a gritar y a sollozar.

-Pero déjame acabar...-

-¡ELAINE!-

-Ese sitio que se ve en la ladera de la montaña es Vaizel. Un puesto comercial.- El capitán nos señaló aquel pueblo.

-¿De verdad está ahí?- Preguntó Sir. Hawk no muy convencido.

-Hace algún tiempo un cliente nos dijo que trajeron un martillo tan grande que nadie podía alzarlo, ¿no te acuerdas?- Le explicó el capitán.

-¿Que nadie podía alzarlo?- Elizabeth estaba confundida.

-¿Sería el de Diane?- Preguntó King.

-Seguramente.- Dije convencida.

-Olvidad eso. Haz algo acerca de mi ropa de una vez.- Se quejó mi hermano. Sólo llevaba unos pantalones y todo el torso lo tenía al aire.

-Te puedes tapar con un delantal.- Le respondió simple el capitán.

-¡Eso no importa!- Gritó Diane. Dio un gran puñetazo al suelo y todos salimos volando unos pocos metros.- ¿Por qué me dejáis aquí cuidando de la taberna?-

-Tenemos que hacerlo. Desde que un gigante se volvió loco en las fiestas, hace unos años, les han prohibido la entrada al pueblo.-La explicación del capitán no la convenció.- Volveremos en cuánto veamos si hay algo.

-¡Pero me aburriré!- Dijo triste, negando con la cabeza.

-Yo puedo quedarme con ella.- Se ofreció Elizabeth.

-¿De verdad?- Diane se emocionó.

-Sí, así tendremos una charla de chicas, por una vez sin hombres.- Elizabeth le sonrió y Diane quedó convencida.

-Una charla de chicas... ¡Melody, quédate tú también!- Diane me animó a participar.

Estuve a punto de responder, pero mi hermano me rodeó por el hombro con su brazo.