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  Todo el día Rui estuvo nervioso al lado de Tsukasa; Estaba enamorado de él y lo quería ocultar a toda costa.

Se encontraban en la clase de Economía con el profesor Kaito, él era realmente un profesor aburrido y muy dedicado a su trabajo, era como el típico viejo pesado, pero él era joven.

Peor aún para Rui, ya que todas las preguntas iban destinadas a él, no había piedad, recién era la primera clase de Economía y lo estaban molestando.

Lo hizo sentir horrible, ya que al no saber nada, se sintió aún más tonto e insuficiente. Tenía ganas de llorar, definitivamente no iba a ser su año, y mucho menos junto al profesor kaito.

Tsukasa intentaba salvar a Rui levantando la mano para responder, cosa que funcionaba de vez en cuando, pero no siempre Kaito caía en ese truco.

Finalmente sonó el timbre para dar final a esa aburrida clase.

— Parece que te tiene mala.— Rió Tsukasa.

— No puedo creer que tendré que soportar al profe Kaito durante todo el año.— Se recostó en su silla.

Rui miraba a Tsukasa con admiración, todo el curso era completamente ajeno a la economía y él lograba responder laa preguntas como si fuera lo más sencillo del mundo... Él quería ser Tsukasa, no quería ser tonto, deseaba ser mejor para el rubio, quería que se fijara en él.

— ¿Rui? ¿Por qué siempre te quedas mirando a un punto fijo? Ya casi no escuchas lo que te digo.— Preguntó Tsukasa desanimado.

— Lo siento... Es que no he podido dormir bien, como recién empezamos el Colegio no me acostumbro al horario.— Mintió, sintiéndose culpable por ocultarle sus sentimientos a Tsukasa.

— Voy a ir a contarte cuentos a tu casa para que duermas más fácilmente.— Bromeó con una sonrisa.

— Tonto...— Rió junto a él por su comentario.

— ¿Cuanto falta para que termine el recreo?

— Diez minutos.

— ¿Me acompañas a comprar algo? Tengo hambre.— Dijo mientras se levantaba de su silla.

— Dale, vamos.— Se levantó junto a él y caminaron juntos hasta el almacén del Colegio.

Tsukasa quería comprarle galletas a Rui, pero este se negaba hasta que finalmente aceptó, le daba vergüenza aceptar las cosas que Tsukasa le daba, sentía que no las merecía. Todos esos pequeños detalles solo hacían que se enamorara aún más, pero no, no podía decirle a su mejor amigo que estaba enamorado de él, lo iba a dejar y no quería eso.

Cuando comenzaron a caminar de vuelta a su clase, notaron que no había nadie en los pasillos.

— Rui... ¿Tanto nos demoramos?— Preguntó preocupado.—

— Deberíamos ir más rápido...—Dijo Rui apresurando el paso.

— Tienes razón, vamos.— Tsukasa tomó la mano de Rui, sintiendo lo suave y pequeña que era.

Rui se sonrojo intensamente cuando hizo eso, pero se quedó callado y solo siguió a Tsukasa, sintiendo todo su interior en paz.

Cuando llegaron, estaba la profesora Meiko, entraron por la puerta de atrás, esperando no ser descubiertos, pero fallaron.

— Llegan diez minutos tarde, la clase comenzó a las nueve con cincuenta minutos.— Dijo seriamente.

Tsukasa miró a Rui un poco molesto.

— A esa hora me dijiste que faltaban diez minutos.— Le susurró y luego miró a la profesora.— Lo sentimos mucho, se nos pasó la hora.

— Que no se vuelva a repetir, tomen asiento.— Suspiro y continuó con su clase.

Rui se sintió tan culpable que hizo un pequeño puchero inconscientemente.

— Lo siento Tsukasa...— Dijo avergonzado.

— Oh, está bien, recién nos estamos acostumbrando al horario.— Suavizó su expresión, no podía estar enojado con Rui y mucho menos si le hacía ese puchero.— Que tierno...— Susurró tan bajo que por suerte nadie lo escuchó.

La clase transcurrió normal, Rui era sorprendentemente bueno en las matemáticas, podía entender todo sin problemas, pero él no lo veía.

Se equivocó en un ejercicio y se sintió tan inútil, tan inferior y estúpido.

— Ah... Soy tan tonto...— Susurró mientras borraba él ejercicio incorrecto.

Tsukasa estaba tan perdido mirándolo que no se dio cuenta cuando se insultó de una manera tan cruel.

— Joven Tsukasa, ¿por qué estoy viendo su cuaderno en blanco?— Preguntó Meiko un poco molesta.

— Lo siento, me perdí un poco...

— Rui, ayude a su compañero.— Dicho esto se fue a resolver dudas de estudiantes y básicamente hacer su trabajo.

— ¿Qué no entiendes?— Preguntó Rui con una sonrisita en su cara, estaba feliz de poder ser útil para Tsukasa.

— Bueno... Casi todo.— Dijo avergonzado.

— Yo te ayudo, cuando lo entiendas será mucho más fácil.

Rui ayudó gustosamente a Tsukasa, sintiendo calidez en su corazón cuando él le preguntaba cosas o cuando finalmente entendía, se sentía tan bien.

Lo bueno no dura para siempre, eventualmente Tsukasa se puso al día, él aprendía rápido, entonces dejó de preguntarle a Rui y volvieron todos sus pensamientos de insuficiencia. Pensó que a él le costaba mucho aprender, pero Tsukasa lo hizo e incluso sin un profesional, solo con Rui.

Él nunca sería lo suficientemente bueno para Tsukasa y eso lo hacía querer llorar.

— Rui, ¿estás bien? Te veo muy pensativo.— Preguntó Tsukasa preocupado.— Sabes que siempre puedes decirme todo y...— Fue interrumpido antes de terminar.

— Estoy bien, no es nada.— Dijo rápidamente, no quería verse débil ante Tsukasa.

— Oh, bueno, solo me preocupé.— Sonrió un poco incómodo.

Rui le devolvió la sonrisa pero rápidamente desapareció, ahora sentía muchas más ganas de llorar.

Llegó el recreo nuevamente y Tsukasa se levantó de su silla.

— Rui, ¿vamos con Nene y Emu? Las dos quedaron en distintos cursos, están solitas.— Sonrió como lo hacía usualmente.

— Uh, bueno, si quieres.— Se levantó junto a Tsukasa y lo siguió.

Afortunadamente estar en su grupo de amigos hizo que sus pensamientos desaparecieran por unos cuantos minutos, sonriendo genuinamente feliz.

Las clases finalizaron, pero antes de que Rui pudiera irse, Tsukasa lo detuvo.

— Rui, estás raro... Dime que pasa, por favor.— Miró a Rui preocupado, ambos estaban solos en la sala.

— No... No es nada, Tsukasa, no te preocupes.— Volvió a mentir, se sentía horrible no poder decirle la verdad a su mejor amigo.

— Rui...— Suspiró pero finalmente lo soltó.— En ese caso, nos vemos mañana.— Le sonrió animadamente.

— Sí, adiós Tsukasa.

Rui salió de ahí, sintiéndose culpable y mal.

Todo su camino a casa fue cubierto en lágrimas.

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Crying

Missing words • Ruikasa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora