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-¡Debe ser el doctor! - Grito Porchay a su madre mientras corría para abrir la puerta, se quedó congelado al ver a Kinn parado en el marco de esta - ¿Y tu que haces aqui? - Demandó saber, sus ojos se tornaron oscuros.

-¿Puedo entrar? - Preguntó el alfa, miró por encima del omega. Vegas y Porsche estaban en la sala, Vegas peinando el cabello mojado del omega y este conversaba entusiasmado.

-Chay ¿quien es? - Llamó Vegas, antes de que el menor respondiera Vegas giro y miro a la entrada. La calidez en su rostro desapareció al ver a Kinn viéndolos - ¿Que mierda estás haciendo en mi casa?

Porsche se tensó y se levantó del suelo al escuchar el tono de voz de Vegas, su primo se levantó del sillón y sacó su arma.

-Vete de aquí Kinn, no quiero ensuciar de sangre la casa de mi familia - Gruño, Kinn levantó las manos.

-Vengo en son de paz. Solo quiero hablar con Porsche.

-No creo que exista algo de lo que tengamos que hablar - Respondió Porsche acercándose. Porchay le dedicó una última mirada de soslayó y subió las escaleras.

-Escuchaste a mi omega, ahora lárgate - Ordenó Vegas, Kinn negó.

-Te debo una disculpa y muchas explicaciones - Suspiró, Porsche lo miro curioso.

El omega tomó el brazo de Vegas, el alfa se relajó al sentir el tacto sobre su piel. Kinn observó atento a las reacciones de ambos, lo que causaban el uno al otro y como se calmaban con la cercanía.

-Si pasa algo, cualquier cosa - Murmuró Vegas tomándolo de la cintura y apegándose a su cuerpo.

-Yo te llamo - Aceptó dócil el menor, un amargo sentimiento se instaló en el estómago de Kinn. Porsche nunca había dejado que el lo cuidara, nunca había bajado su guardia, tampoco había sido dócil.

-No creo que él necesite que lo cuiden - Kinn no registró sus palabras hasta que estás escaparon de su boca.

-Se que no lo necesita - Concordó Vegas - Porsche estuvo atrapado en esa isla por meses, salvo a varios omega, es campeón de Taekwondo, peleador clandestino. Si hay alguien que puede patearnos el trasero es el - Alabo con una sonrisa, Porsche apartó la mirada sonrojado.

"No le sonrías a el"

-Kinn - Repitió Porsche llamando su atención - La biblioteca, podemos hablar ahí.

El solo asintió y siguió a el omega, bajo la fuerte mirada de su primo.

Porsche tomó una bocanada de aire, la biblioteca era enorme, llena de libros y decorada para que cuando entrara se sintiera como en octubre. Tomó asiento en el escritorio de roble, Kinn se sentó al lado contrario y suspiró antes de hablar.

-Lo siento.

El omega se cruzó de brazos, alzó una ceja y habló.

-Sigue.

-¿Disculpa?

-Sigue disculpándote - Respondió como si fuera obvia la situación agregó - Me culpaste de la muerte de tu padre y muchas cosas más. Un lo siento no arregla nada, aún así quiero escucharte pedirme perdón.

-Porsche...

-Sigue Kinn, discúlpate. Te dije que te arrepentirías de todo.

-Tienes razones para estar molesto, pero hay cosas que son más importantes en este momento...

-¡Discúlpate o lárgate de mi casa! - Gritó Porsche firme - No tengo por que escuchar una maldita palabra de tu boca, a menos que sea para pedirme perdón - Escupió, se levantó y sus manos se colocaron en sus caderas; Kinn se sintió un niño pequeño de repente.

La Trinidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora