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Él era Jeon Jungkook, príncipe
de Verme, hijo del rey y legítimo
primogénito, esposo del líder de
la tribu más grande y peligrosa de
toda una región. No tenía porque
rebajarse al nivel de un simple
omega corriente, pero lo hizo. Lo
hizo cuando mostró cuán grande
era ante ese pelirrojo.

Jungkook sabía que había hecho mal en
contraatacar, pero ¿Quien se creía él
para verlo de es manera? ¿Con qué
derecho?

Jungkook era receloso de lo suyo,
posesivo con todo lo que
consideraba querer. No le gustaba
compartir, amaba la envidia sobre
él, desde pequeño se crió de esa
manera. Amaba ser el más bonito
de todos los niños en su palacio,
amaba los elogios hacia su cuerpo
y rostro, claro que no lo confesaba,
porque los ojos de cualquiera
siempre estaban en él. No tenía que
pedir o aclamar atención, eso era
algo con lo que ya había nacido.

Despertó apenas su conciencia
llegó a él, sentándose rápido sobre
las suaves sábanas y pieles debajo
y encima de él, percatándose de la
ausencia de su esposo, sintiendo su
pecho picar. Estaba molesto.

Casi automáticamente toco su
cuello y la decepción llegó a su ser.
No había marca, su esposo y quien
se suponía era su alfa no lo había
marcado. ¿Por qué?

La luz entraba por las aberturas
de su tienda. Iluminando el lugar.
Estaba solo y por el momento
prefería eso, pero como al parecer
la paz no es algo que le perdure, las
sirvientes que lo atendieron el día
anterior, entraron a su tienda.

-Buenos días Yhar-saludaron las
sirvientas, acercándose a él.

Jungkook gruño. Sorprendiendose él mismo ante su acción. Él no solía
gruñir, de hecho eso era algo vulgar
sabiendo que él es un príncipe.

-Perdón -se disculpó casi
inmediatamente, cubriendo su
boca con las palmas de su manos.

-No es nada Yhar, es normal. Esta
en su nido -dijo la sirvienta rubia,
sonriendo con comprensión.

El ojiazul se compuso
inmediatamente. Sabia de lo nidos
y sus significados, lo había leído.
Aunque no sabía si realmente tenía
uno, ¿lo tenía?

-Oh-estaba un poco sonrojado.
Se aclaró la garganta. -¿Dónde
está mi esposo?-preguntó.

-El Yher suele salir temprano a sus
deberes. Hoy partieron a Verme,
llegaran al anochecer.

¿Verme? ¿Su reino?

Oh, no... ¿Acaso el pacto no se
había cerrado ya? ¿Iba a devolverlo?
¿No le gusto? Su padre iba a
matarlo…

-Traigan mis ropas-ordeno.
Las sirvientas obedecieron
inmediatamente.

⊱⚔️⊰

-¿No tienen un espejo? -preguntó
molesto. Necesitaba saber cómo se
veía y al parecer en toda la maldita
tribu no había un solo espejo.

-No, mi Yhar.

Jungkook estaba frustrado, nada
salía como el quería. Primero
su esposo prácticamente lo
había abandonado después de
desvirgarlo sin descaro y ahora no
sabía cómo era que las horribles
prendas salvajes le sentaban en su
cuerpo.

-Yhar, debe tranquilizarse -pidió
la sirvienta rubia.

Jungkook se molestó más.

-No me digas que hacer -gruño
nuevamente.

-N-no, mi Yhar. No malinterprete
mis palabras. Se lo digo porque su
humor puede perjudicar su tiempo
de creación.

Jungkook deambuló por la tienda.
Trazando sus pasos de un lado a
otro.

fierce 𓍢 ִֶָ  jikook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora