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Mierda, mierda, mierda.

Eso no debería haber salido de esa manera. Jungkook no debería haber reaccionado así y su madre no debía haber preguntado aquello.

Eran muy pocas las veces que había podido completar las expectativas que aquella alfa tenía sobre él, que si bien no era alguien a quien le debía algo, era alguien a quien respetaba con su ser, no solo era su tía, sino quien había logrado hacer feliz a su madre en la oscuridad, en la traición, pero ella había sido feliz. Aunque ahora todo era distinto, ella aún tenía un pedazo en su corazón.

Salieron de la tienda con la tención del ambiente aún en ellos. Minyung aún lo miraba con cierta incógnita calcada en su rostro, como si quisiera descifrar a Jimin y el porqué no arremetía ante el comportamiento de su omega.

-Eso no está bien visto para el líder
-dijo con cautela la alfa. -No es
adecuado que el omega del Yher se
comporte de esa manera y mucho
menos te cele.

Jimin hubiera dicho muchas cosas
en ese momento, pero sus labios
callaron una vez aquel omega que
en su momento llamo "mamá", se
paraba gente a él con aquel aire
alegre y feliz con el que se dirigía
a todos. Ahí estaba quien había
calcado su aroma días antes. Ese
omega quien había protegido de él.

-Mamá -dijo, sin avanzar más para
abrazar aquellos cálidos brazos que
siempre solían revivirlo con aquella
ternura incondicional, ya que cariño
que amaban su corazón y podían
comprender cada mirada que podía
dar.

-Mi niño -habló el menudo omega
de cabellos negros. -Apresurate que
quiero conocer a tu omega -dijo
separándose de él, mientras sonreía
vivaz.

Jimin lo hubiera sembrado de
inmediato adentro la tienda, pero
no en ese momento, no cuando
los ojos cautelosos de a quien
también consideraba su madre se
encontraban sobre él.

-Es preferible esperar un poco más.
Debemos desayunar con la tribu -
anuncio el Yher, con aquella actitud
que amaba tener frente al omega
que lo había criado.

Su pecho se removió un poco,
sabiendo a qué se debía, su omega
lo llamaba.

Jungkook...

-Vamos -dijo entonces el
omega de cabellos negros y ojos
amarillentos tan claros como el sol,
tomando del brazo de su alfa que se
encontraba al margen de lo que se
daba en medio del día que parecia
enfriarse más. -¡Oh! Jimin trae a tu
omega -ánimo el omega, antes de
impartir sus pasos hacia el sector
convivencial de la tribu. Ahora las
pieles arropadas en su tallaje en
prendas era lo que se podía usar
para el invierno que se acercaba, por
lo que acomodo la capa sobre sus
hombros y guiño con cuidado su ojo
derecho hacia Jimin, suponiendo
saber a qué se debía esa actitud.

Jimin sonrió en respuesta y dio
media vuelta para volver a su tienda.

Jungkook.

Su pecho lo llamaba y con esa
destreza que solo su omega
podía hacerle sentir y temer, entró,
abriendo los apares de las telas
laterales y se adentró a aquel lugar
tan preciado que se había vuelto en
su corazón.

-Omega... -intento llamando
primero. No obtuvo respuesta.

Se acercó a su nido, viendo aquel
bulto en medio, cubierto por esa
sabana que su omega tanto amaba.
Se sentó al lado de esta.

-Jungkook...

-Fuera -gruñó el omega cuando
sintió la mano del alfa tocar la
sabana encima de él. No le había
permitido adentrarse a su nido.

-Jungkook. Debemos salir, la tribu nos espera.

-Te espera, porque desde el
día de hoy no tienes omega—
dijo antes de que el silencio se
adueñaba del ambiente. Destapo
su rostro de la sabana, bajándola
con cautela, mirando a su alfa. Sus
ojos conectaron como solo ellos
podían hacerlo. -Me dijiste que
tu madre era omega y por eso era
que tenías esa mierda de aroma
en ti -mascullo, sus ojos estaban
húmedos y rojos. Jimin se culpó.
—Me mentiste -afirmo.

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⏰ Última actualización: Jun 24 ⏰

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