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Me sentí ansioso pero emocionado cuando iba en el avión rumbo a París. Mantuve las manos unidas sobre mi estómago, y dando saltitos en mi asiento como un niño pequeño, emocionado por conocer el nuevo mundo.

La jovencita que estaba sentada junto a mí, también daba saltitos, solo que estaba muy pálida y las gotas de sudor caían en su frente.

_ Hola, soy Jimin–Mi mamá siempre me decía que para hacer amigos había que sonreír siempre. Así que yo siempre le hacía caso a mi mamá–Park Jimin. Un chico de Busan hoy, guardaespaldas mañana.

Aquella jovencita me miró directamente a los ojos. Era muy bonita, no iba a negarlo. Me gustaron mucho sus ojos marrones tirando casi a negros, su pequeña nariz respingona, sus labios definidos y un poco gruesos pintados de negro. No era coreana, tenía más rasgos de occidente. Además que casi toda su vestimenta era oscura, me llamó mucho la atención el collar de púas gótico en su cuello.

_ Oye, ¿no te vas a presentar? Te dije mi nombre y mi sueño–arrugué las cejas y casi le hago un puchero berrinchudo.

Esa mal educada solo respiró hondo una y otra vez. Crucé los brazos sobre mi pecho y me quedé callado. ¿De nada sirvió sonreírle?

_ Amy–contestó después. Cuando la miré, la jovencita también me miró. Se puso más pálida y el iris en sus ojos se hizo más oscuro–Yo...me llamo Amy.

_ Qué bien. No eres maleducada. Mucho gusto, Amy-estreché su mano helada y temblorosa–Mamá tenía razón. Una sonrisa te permite hacer amigos.

_ ¿De qué demonios...estás...hablando?

_ ¿Mmm? Ah, es algo que mi mamá siempre nos dice a mi hermana y a mí–levanté los hombros sin dejar de sonreír–Tu vida es más bonita sí sonríes, Amy.

_ No aguanto más...–En ese momento me di cuenta que Amy se sentía muy mal.

_ ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

_ Quiero ir al baño.

_ Oh. Bueno, entonces ve.

Pobre Amy que le temblaban mucho las manos cuando intentaba quitarse el cinturón.

_ ¿Te dan miedo los aviones?

_ ¡No! ¡Solo quiero ir al puto baño! ¡Me estoy haciendo!

_ Entonces ve.

_ ¡No puedo quitarme el maldito cinturón!

_ Está bien. Pero no grites–Qué vergüenza con los otros pasajeros–Deja que te ayude.

Amy saltó de su asiento tan pronto como le ayudé con su cinturón. No estaba atascado sí eso era lo que estaban pensando, es solo que la chica se sentía muy nerviosa y con ganas de ir al baño, que el desespero le dificultó esa pequeña labor.

La vi correr por la cabina y empujar a una de las pobres azafatas.

_ ¡Fue un placer conocerte, Amy!–Me cayó bien. Suspiré hondo y noté que otro señor con lentes me estaba mirando–Hola, soy Jimin.

No me contestó nada el muy maleducado. La gente a veces era muy rara.

Apenas podía contener toda la emoción dentro de mí, cuando mis pies pisaron el suelo parisino

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Apenas podía contener toda la emoción dentro de mí, cuando mis pies pisaron el suelo parisino.

_ ¡Al fin! ¡Estoy en París!–perdí la cuenta de cuántas veces aplaudí y reí eufórico. Mi sueño al fin se iba a hacer realidad.

Salí del aeropuerto arrastrando mi maleta azul, distrayéndome con cada cosa que percibí de la ciudad. Quise caminar, recorrer cada rincón, mirar a las personas y terminar de entender por qué todos preferían esa hermosa ciudad como destino romántico favorito.

_ ¡Whoa, el Arco de Triunfo de París!–Saqué mi teléfono para capturar ese momento con una fotografía–Oh, debe medir como cincuenta metros.

Me acordé entonces que una vez leí que aquel famoso monumento lo mandó a construir Napoléon Bonaparte. Tardó treinta años, solo para conmemorar la victoria de una batalla que...

_ ...No recuerdo el nombre de ese momento histórico–Arrugué las cejas y pensé. Pensé y pensé–No. Definitivamente olvidé el nombre de esa batalla, ¡Pero eso no importa! ¡Al fin estoy en París! ¡Voy a ser un guardaespaldas!

_ ¡A quién le importa!–Alguien gritó.

_ ¡A mí! ¡Voy a ser el guardaespaldas de Min Yoongi! ¡Wow, sí! Oh...–Accidentalmente choqué con la espalda de alguien–Oh, lo siento mucho, señor–Quise ver su cara, pero...hacía una bonita tarde–Wow. No puedo creer que esté en París.

_ ¿Tú quién eres?–Me di cuenta de que el señor a quien empujé, no era en realidad un señor. Era un joven como yo, pero de ojos grandes y con cara de pegarme una patada.

Yo tragué saliva, nervioso.

_ Jimin.

_ Tenemos otro J entre nosotros, chicos–dijo el peli castaño. Me sorprendió mucho lo irreal que era. Quiero decir, era hermoso. El más hermoso de todos los hombres parisinos y coreanos del mundo.

Ah, ¿pero dijo que había otro J entre ellos? ¿Qué quiso decir con eso?

_ Yo soy Jungkook–Habló el más joven de los tres. Se veía como el más joven. Era pelinegro. Tenía facciones de un conejo–Él es Jin, y él es J-Hope–Él era el más sonriente, y su pelo era morado–Nosotros somos los 3J.

¿3J? Eso me pareció gracioso.

_ Se oyen como los Tres Mosqueteros–Me reí. Porque se parecían mucho. 

JIMIN Y LOS 3 MOSQUETEROS (YOONMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora