Bastian

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"I have nightmares each week 'bout that friday in may, one phone call from you and my entire world was changed,

trust that you betrayed, confusion that still lingers,took everything I loved and crushed it in between your fingers.and I doubt you ever think about the damage that you did,but I hold onto every detail like my life depends on itmy undying love, now I hold it like a grudgeand I hear your voice every time that I think I'm not enough"

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"El pequeño Príncipe de la Luna se encontraba despierto, aún en su pijama y con el cabello mojado por su reciente baño. El sol comenzaba a salir y él sabía que debería estar durmiendo, pero realmente no podía hacerlo. Llevaba poco menos de una hora entre las sábanas sin poder conciliar el sueño.

Volteó y observó la cama vacía que siempre le preparaba a su lobo en el suelo, ahora vacía, pues su compañero se encontraba fuera del Castillo.

Lo habían castigado por dos semanas, lo que significaba menos tiempo de ocio y no dejar entrar a Oru a su habitación durante todo ese tiempo. Lo habían pillado el día anterior divagando por el Castillo, su padre, quien en su opinión no le interesaba en lo absoluto lo que Bastian hacía, pero quien lo había castigado de todas formas, obligándolo a dormir separado de su lobo.

Y es que el pequeño príncipe últimamente no podía dormir con ella en el Castillo. Estaba aterrado. ¿Qué tal si se dormía y esas horribles sombras se le aparecían de nuevo? Los espectros siempre eran más aterradoras de noche, pero de día eran algo completamente macabro.

Cerró los ojos y volvió a abrirlos pocos segundos después, temiendo de esa corta oscuridad. Pocos minutos más tarde, se resignó por completo y se puso de pie, se colocó su capa y salió de la habitación en puntillas de pie.

Pasó rápidamente junto a la cocina y luego, evitando a todos y cada uno de sus guardias, salió al exterior. Se puso una mano en la frente por la luz de la mañana y entrecerró los ojos para enfocar la vista.

Se encaminó rápidamente hacia los corrales donde dormían los animales y se adentró, se acercó al suyo con lentitud. Oru, igual de pequeño que él solo que con más pelo, alzó la cabeza y le lamió el rostro en cuanto lo reconoció.

Su madre se lo había regalado hacia dos meses y ya había crecido hasta ser de la misma estatura que él. Era un obsequio-advertencia, para que dejara de robarse a los lobos de los Guaridas. Pero Bastian no había podido evitarlo, realmente deseaba tener algún amigo, alguien con quien jugar. Y Oru había llegado para ser ese alguien.

Y ahora querían que durmiera sin él, ¡ja!.

Le puso una mano en el lomo, acariciándolo suavemente mientras el animal lo miraba con ojos curiosos. Se acercó a su oreja y le susurró muy bajito, para que los demás animales no escucharan. -Vamos, te llevaré a mi cuarto, pero debes hacer mucho silencio ¿de acuerdo? -

Oru solo lo miró, pero él tomo eso como una respuesta afirmativa y lo apresuró a levantarse.

Caminaron juntos hasta la puerta de los corrales y una vez que Bastian se aseguró de que no había nadie cerca, corrieron hasta la puerta de la entrada. La abrió con telequinesia, pues era pesada, y le indicó con una mano su lobo que entrara.

Sin embargo, cuando ya se había adentrado por completo, entró en pánico al advertir a Lyra acercándose a él. Sin pensarlo, tomó a Oru como pudo entre brazos con ayuda de su telequinesia y comenzó a correr en dirección contraria. Llegó hasta el cuarto de canto de su madre antes de desplomarse por completo en la puerta. Había agotado toda su reserva en cargar con su lobo, pero necesitaba alejarse lo más posible de ella.

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