Sentir su respiración en mi nuca se convertía en una danza que, junto al sudor de su cuerpo mojado, me cogía los sentidos al mismo tiempo que me cogía por el culo. Su transpiración mojaba los vellos de su pubis y con la fricción de su verga me dilataba el ano haciendo que cada vez que empujaba su miembro me estremeciera de placer. Tomé su mano y lo hice agarrarme del cabello. Quería que me lo jalara, que me hiciera sentir su puta, que fuera mi macho y que me usara para descargar lo único que me importaba de ese acto: su semen. Al mismo tiempo quería que sus carnes explotaran rápidamente en mis adentros. Deseaba incontrolablemente el néctar de sus huevos, pero no soportaba su presencia un minuto más. Solo era un pedazo de hombre que quería deslechar para llenar mi cuerpo de su eyaculación.- Sé mi macho – le ordené. – Préñame. Lléname de leche. Hazme tu puta.
- ¿Puedo venirme en tu culo? – me preguntó vistiendo el morbo en sus ojos.
- Es para lo único que estás aquí – le respondí mientras le apretaba la verga con el culo. – Quiero quedar bien llenito de tu leche.
- ¡Me vengo! – respondió gimiendo como un animal y empujando su cuerpo contra el mío mientras respiraba agitadamente y las gotas de su sudor caían en mi espalda.
Dejé que se recostara un instante encima de mí gozando su miembro a pelo dentro de mi ojete.
- Espero que me hayas llenado el culo bien de leche – le advertí obsesionado.
- Estaba bastante cargado – me respondió.
Le saqué la verga con cuidado para que no cayera ni una gota. Pasé la mano por las paredes de mi culo y me la llevé a la nariz para poder respirarla. Olía a leche de macho y no pude evitar pasarle la lengua y tragarme los restos.
- No quiero desperdiciar nada – le dije. – Me moví como un felino y le chupé la verga tomándome hasta la última muestra del líquido con el que me había llenado.
- ¿Cómo te llamas? – le pregunté viendo como se vestía.
- Carlos – me respondió.
- Tienes una verga deliciosa, Carlos – le dije con una sonrisa y con cara de puta. – Y un cuerpo increíble. Me cogiste como una bestia.
- ¿Y tú cómo te llamas? – me respondió con otra pregunta mientras me apretaba el culo con sus manos y se saboreaba.
- Angelo – respondí.
- Tú también tienes un cuerpazo – me dijo. – Espero volver a verte ¿me das tu teléfono? Aunque tú no podrías escribirme. Tengo familia, es algo complicado para mí.
Me sonreí.
- Así está bien – le respondí. – Ya te descargaste en un buen putito. No busco repetir - Se rio.
- Pero gracias por el lavarropas – le sonreí. – Me ha tocado el mejor repartidor de la empresa, seguramente.
Minutos atrás había hecho la compra del electrodoméstico, pedí que lo llevaran a casa. Y si bien no era un gran peso, él insistió en entrarlo a mi departamento. Le agradecí como a cualquier otro y llamé el ascensor para abrirle la puerta del edificio.
- ¿Eres gay? – me preguntó antes que llegara el elevador.
- ¿Por qué preguntas? – le respondí.
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Mantis - Relatos Eróticos Gays
TerrorCuando sientes que el cuerpo no te pertenece ¿qué estarías dispuesto a hacer para sentir que las carnes vuelven a ser tuyas? ¿Qué estarías dispuesto a hacer para volver a sentir algo en tu piel? ¿Y con cuántos estarías dispuesto a experimentarlo par...