Capítulo 6 - Fisting

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Cristian trajo una máscara de perro de cuero negro, me la puso delicadamente y me dio una palmada en la cabeza como si fuera un cachorro obediente.

- ¡Come! – me ordenó mientras hundía mi cabeza en el plato.

De espaldas y con un platón de frutas delante de mí, quedé en cuatro a su disposición. El culo comenzó a hervirme, mi ano latía con locura y mi cuerpo pedía por Cristian. Me di la vuelta con la máscara llena de restos de comida. Le mostré que había sido una buena mascota y que había comido hasta el último bocado mientras mis bolas colgaban entre mis muslos deseosas de poder sentir el rebote de cuando mi amante me embestía.

Cristian se puso una máscara similar. Éramos dos animales a punto de fornicar por mero placer y salvajemente. Se acercó a mi ano y me olfateó como lo haría un perro. Su respiración me recorrió con un frenesí incontrolable. Comenzó a lamerme el ojete con mucha saliva y desesperación. Él no podía aguantar sus ganas de comerme el culo, gemía, gruñía, escupía y yo dilataba como una hembra caliente. Se levantó como un rayo y trajo su mochila cerca de la cama, sacó una correa, me la puso en el cuello, comenzó a ahorcarme jalándolay me impedía respirar con normalidad, con su otra mano se embadurnó de un líquido transparente y viscoso con el que empezó a jugar en las afueras de mi ano. Yo suspiraba de placer como una perra alzada y podía vernos como dos canes en celo. Cristian metió un par de dedos por mi agujero y logró que aun me dilatara más de lo que usualmente lo hacía. Cada vez que un sonido salía de mi garganta, él me jalaba más fuerte de la correa y me ahorcaba con más potencia. Sus dedos acariciaban las paredes de mi recto y yo solo pude hacer el ruido que emiten los perros cuando tienen sed y sacan la lengua al mismo tiempo que mi saliva mojaba toda mi cama. Mi amante sacó los dedos de mis entrañas y me penetró de una embestida. Grité de placer sin poder contener el volumen de mi voz. Sacó su miembro venoso y un poco más oscuro que su piel, lleno de ese lubricante y mi olor a culo, cerró su puño y comenzó a meterlo suavemente. Sentía que me rompía poco a poco para poder meterse dentro de mí, sentía su fuerza, sus nudillos haciéndome cosquillas por dentro. Con mis manos abrí mis nalgas y su mano cerrada entró por completo. Comenzó a sacarlo e introducirlo con excitación, pero delicadamente. Tocaba mi próstata cada vez que su puño estaba dentro por completo y pude sentir como me orinaba sin control en mi propia cama. Tenía orgasmos sin siquiera tocarme, sin eyacular, sin poder pensar. Cada sonido que salía de su boca, lo excitaba aun más y yo me encontraba en la gloria bañando en nuestros propios sudores, nuestra saliva, lubricado y meado. Cris dejó su mano y comenzó a hablar:

- ¿Qué es lo que sientes? – preguntó. - Me refiero a ¿qué diferencia hay entre mi puño y mi verga? Luego de meterte la mano cerrada... ¿qué es lo que sientes al meterte mi miembro?

- Cuando me metes el puño... - pensé al mismo tiempo que trataba de ignorar, sin éxito, que su pregunta junto a su mano en mi culo, no solo me cogían el ojete, sino las neuronas con su curiosidad, el timbre de su voz y su respiración agitada y excitada. – Siento toda tu fuerza de hombre en mis vísceras. Siento que todo lo que dices que eres capaz de hacer por mí, deja de ser palabras y se manifiesta en tu mano adentro mío. Siento tu energía tomándome por dentro y haciéndome tuyo. Siento que estoy completamente entregado para ti – respondí y aprecié como Cristian sacaba su mano lentamente y me metía su verga. – En cambio ahora... siento tus venas latiendo adentro, una conexión inexplicable y mucho más íntima. Como si nuestras células se fusionaran y nos hiciéramos uno – dejé escapar un gemido. - Te siento a ti, a tu alma, a tu corazón palpitando a través de tu pito bombeando mi recto y siento que esto es lo que quiero toda mi vida. Tenerte dentro. Y tú... ¿qué sientes al estar conmigo?

- Yo deseo tu placer. Quiero y anhelo tu felicidad. Me obsesiona verte bien y reemplazar todas tus memorias oscuras, porque lo mereces, pero aunque quiera tu libertad, dentro de ti con mi puño, siento que tomo lo que es mío, que estoy dentro tuyo tocándote, acariciándote el alma, mi otra mitad, el hombre más lindo del mundo.

Mantis - Relatos Eróticos GaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora