Capítulo 2: Transmigrar en un momento oportuno

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En un SUV estacionado, el padre de Félix colocó cuidadosamente la última caja de cartón en el asiento trasero. Hizo una pausa, limpiándose la frente sudorosa con el dorso de la mano y dejando escapar un suspiro agotado.

"Debo admitir que no esperaba que acumularas tantas cosas en tan poco tiempo, Félix", dijo, mirando con una mezcla de incredulidad y humor a su hijo.

Félix, un joven de 19 años con rasgos aún juveniles, estaba en el umbral entre la adolescencia y la edad adulta. Acababa de terminar su primer año de universidad y ahora, con la ayuda de sus padres y su hermana, Felicia, estaba desmantelando su habitación en el alojamiento para estudiantes.

Felicia, unos años mayor y ya familiarizada con la vida universitaria, estaba algo impaciente. Había terminado sus exámenes la semana anterior y, de hecho, hubiera preferido estar en otro lugar que ayudando en el intenso calor de ese día de mayo. Su camiseta se aferraba a su cuerpo, y se había atado el cabello castaño en un moño apresurado, tratando de aliviar el calor. Aun así, no pudo evitar el sudor que corría por su piel.

Al observar la cantidad de pertenencias de Félix esparcidas por todo el vehículo, comentó, medio irónicamente, mientras se apoyaba contra un árbol cercano: "Tendrás que limpiar toda esta basura. ¿O quieres que suba al techo del auto?"

El padre de Félix se rió, tratando de aliviar la tensión: "El viaje de regreso es rápido, solo una hora. Creo que podemos arreglárnoslas". A pesar de la queja, Felicia estuvo de acuerdo con un asentimiento reacio.

El camino de regreso estuvo lleno de conversaciones ligeras y planes para el próximo año. La madre y el padre de Félix estaban discutiendo animadamente los próximos meses, mientras Felicia se sumergía en su mundo a través de la pantalla de su teléfono inteligente. Félix, por otro lado, parecía perdido en sus pensamientos, mirando por la ventana y ocasionalmente a las pertenencias que los rodeaban a todos.

Sin embargo, la calma de la escena se interrumpió abruptamente. El estruendo del trueno resonó ensordecedoramente, seguido de un rayo tan brillante que rasgó el cielo. Sin previo aviso, una abertura oscura y siniestra se formó detrás del vehículo, parecida a la boca voraz de una criatura hambrienta.

La realidad alrededor de Félix pareció congelarse, sus ojos se abrieron de puro terror. Sintió un hormigueo en la piel, y corrientes de energía plateada bailaron alrededor del auto, enfocándose en él. En un instante, Félix sintió que su conciencia se distorsionaba y todo a su alrededor cambió.

"¿Qué fue ese susto?", murmuró la madre, mirando a su alrededor con los ojos muy abiertos, tratando de entender lo que acababa de suceder.

"Lo más importante es que todos estamos bien", respondió el padre, agarrando reflexivamente el volante.

En medio de toda la confusión, Felicia trató de ponerse cómoda, diciendo con un tono de queja: "Mi pierna está hormigueando, necesito moverme".

Félix, todavía tratando de asimilar la extraña sensación de desplazamiento, respondió en un tono casi soñador: "Honestamente, no tengo mucho espacio aquí".

Los dos jóvenes, quedándose suavemente dormidos en el asiento trasero. Ahora estaban inocente y cómodamente entrelazados, buscando la calidez y la comodidad del otro.

Al notar la escena, los padres miraron por el espejo retrovisor y se sintieron abrumados por una ola de nostalgia, recordando cuando sus hijos eran solo pequeños que solían quedarse dormidos así después de largas sesiones de juego.

"Míralos", murmuró la madre con una tierna sonrisa en los labios. "Se parecen a esos pequeños que solían dormir acurrucados después de un día agotador. Cómo pasa el tiempo, ¿no? Es muy reconfortante ver que mantienen ese vínculo".

El padre estuvo de acuerdo, visiblemente conmovido. "Sabes, es realmente especial. No todos los hermanos tienen este tipo de conexión. Siempre estarán ahí el uno para el otro, estoy seguro de ello".

No podrían estar más equivocados ...

DxD, Mi Sistema de VillanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora