¡Hola! Este capítulo es solo un regalo porque vi que Vacío ya tiene más de 5k de visitas y 800 votos. Se me hace tan bonito que en todo este tiempo, tanta gente se haya pasado por acá a leer y creo que merecían otro pedacito más de esta historia. No mentiré, yo igual moría por escribirles más. Gracias por el apoyo y los bonitos comentarios que siempre dejan. Un abrazo y disfruten el último trocito que me queda para compartir de esta novela.
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Era una calurosa tarde de verano cuando a oídos de Jaehyun llegó la noticia. Un nudo se alojó en el centro de su pecho y el sándwich del almuerzo se le revolcó en el estómago.
Habían pasado los años suficientes como para que aquello no doliera de ese modo. Se había casado. Tenía dos preciosas hijas, Kate y June, que estaban en plena adolescencia. Había rehecho su vida lejos de aquella playa y lejos de los recuerdos tristes que a veces volvían a llegar a su mente.
—Papá... —Kate se asomó desde las escaleras—, ¿estás bien?
Ni siquiera escuchó la puerta cuando entró, se había quedado tan ensimismado en sus pensamientos que, por un momento, había vuelto a aquella pequeña casita en la playa. El sonido de las olas, la cama deshecha, el viento salado, meses de tristeza e incertidumbre, abrazos y besos que ahora parecían de una persona tan ajena.
—Papá... —Esta vez la voz de Kate se escuchaba más cerca, a pesar de haber sido un susurro. Sus suaves manos se posaron sobre las de él y, entonces, volvió enteramente a la realidad—, ¿todo está bien?
Jaehyun solo asintió. Tenía miedo de que si abría los labios, se colaran los sollozos que tenía aglomerados en su garganta.
—Tengo que salir un segundo, ¿sí? —le dijo, levantándose del sofá y rodeándola para entrar a la cocina. No tenía idea dónde lanzó las llaves del auto, pero debían estar por algún rincón—. Necesito que vigiles a June, por favor. No tardaré mucho. —Se volteó y le besó la frente, apartando los cabellos rubios de la cara de Kate.
Alargó el brazo y tomó las llaves de la encimera. Le repitió a Kate un par de instrucciones más antes de salir: no abras la puerta a nadie, no tardaré mucho, vigila a tu hermana, te quiero.
La playa estaba repleta de gente, al menos no había lugar en el nuevo estacionamiento que construyeron hacía un par de años atrás por la demanda turística. Al mirar alrededor, solo veía decenas de familias en bañador, cargando sillas de playa, vistiendo sombreros y la piel más rosada que un camarón. Se respiraba un aire tan distinto que parecía como si jamás hubiera estado allí antes.
Jaehyun aparcó a la orilla de la calle, sin importale que más tarde dejaran una multa atascada en el parabrisas. Bajó del auto y cruzó entre el matorral, caminando más allá de los de los kioskos donde ahora vendían piñas coladas, más allá de las dunas y de la orilla rocosa. Casi llegaba al final de la playa cuando lo vio y el nudo previamente atorado en su garganta creció al triple de su tamaño.
No pudo acercarse más, así que solo se quitó los zapatos y se sentó allí mismo en la arena. Si daba otro paso más hacia la aquella casita en la playa, necesitaba hacerlo de la mano de él.
Desde allí, pasaron los minutos hasta casi completar una hora. Las ventanas estaban rotas, la madera muy corroída, un escalón de la entrada estaba hecho pedazos y de la hamaca que algún día se mecía sobre el balcón ya no quedaba rastro alguno. ¿Cómo era posible que hubiera llegado tan tarde?, ¿cómo era que había olvidado lo que se sentía estar tan cerca de allí?
Una sombra le cubrió desde arriba y, a pesar que Jaehyun le había pedido en un mensaje de texto que se encontraran allí, se sobresaltó un poco al verlo. Habían cosas que nunca cambiaban. Podían mudarse al lugar más recóndito de la Tierra, pero había un pedazo de ambos que siempre estaría en aquella playa. Jaehyun no sabía si era por todo lo que habían vivido o porque en algún punto tuvieron que reconstruirse allí mismo para poder seguir. Tal vez todavía habían pedazos suyos repartidos sobre la arena y, desde la comodidad de su nuevo hogar, dormía con caracoles alojados en su interior.
Johnny miró a su marido sentado con los pies descalzos metidos bajo la arena. Se quitó sus zapatos y le imitó, sentándose justo a su lado.
—Casi me muero del susto cuando vi tu mensaje —confesó.
—Perdóname. —La voz era un hilo y estaba tan cabizbajo que Johnny creyó que se le acababa de romper algo por dentro—. Leila me dijo...
Johnny sabía que no podía ser nada bueno. Leila, la ex esposa de su jefe, tenía la costumbre de solo esparcir malas noticias.
—Hoy la vi en el supermercado y me preguntó si recordaba la casa de la playa donde vivíamos antes de tener a las niñas. Cómo si fuéramos capaz de olvidarla. —Johnny vio a su esposo reír, pero lo conocía demasiado bien como para saber que no le hacía ni una pizca de gracia aquello—. La verdad es que yo no había pensado en este lugar desde hace mucho y luego soltó así sin más que la derrumbarían.
La voz se le cortó y las lágrimas se le amontonaron en el borde de los ojos. Parpadeó y una le cayó por su mejilla izquierda. Johnny limpió la lágrima con su pulgar y abrió su mano para acariciar el rostro de Jaehyun. Su esposo aceptó la caricia con una leve inclinación a la palma abierta de su esposo.
—A veces lo recuerdos parecen tan lejanos, como si ya no fuéramos esas personas.
Johnny se enterneció por sus palabras.
—Sí, hemos cambiado mucho, pero también seguimos siendo esos jóvenes viviendo a la orilla de la playa —le aseguró, tomando la mano de su marido y jugando con sus dedos. Aquello siempre le hacía sentir mejor y luego de la noticia, él también lo necesitaba—. Ya no dormimos la siesta en una hamaca, pero todavía despertamos en la mañana con nuestras piernas enredadas y ya no me esperas en esas escaleras, ahora lo haces en casa con nuestras hijas sentadas en el sofá. Todavía te despides de mí con un beso en los labios y me recibes igual. —Jaehyun asintió, riendo esta vez con más ánimo. Tomó el rostro de su esposo con ambas manos y le plantó un beso en los labios—. Gracias, ya me estaba preocupando en serio.
Jaehyun soltó una carcajada y le golpeó el hombro juguetonamente. Johnny le sonrió y sj mirada estaba cargada de tanto amor que Jaehyun pensó que el corazón se le saldría del pecho.
—Seguimos siendo tú y yo. Siempre seremos tú y yo.
Y allí, bajo el sol del verano, volvían a proclamarse su amor. Ahora más maduros, habiendo superado tantas cosas, pero siempre juntos. Volvían al lugar que los vio reír, llorar, caer a pedazos y levantarse de nuevo. Aquella playa siempre sería de ellos. Aunque derrumbaran la pequeña casita, ellos habían dejado sus pedazos sobre la arena.
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vacío | johnjae
FanfictionGANADORA DEL TERCER LUGAR EN LOS 80'S DISCO AWARDS EN LA CATEGORÍA DE FANFIC HISTORIA CORTA. jaehyun solo quería que johnny regresara, pero algo más grande que la distancia se interponía entre ellos: la guerra.