Epílogo

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Algún día, años después...

Jaehyun amaba los domingos porque eran los días de descanso y no tenía que despertarse tan temprano para ir a su turno en la tienda. En su lugar, podía quedarse en la cama hasta un poco más tarde y, cuando la claridad comenzara a asomarse por la ventana y él empezara a removerse sobre las sábanas, Johnny sería consciente de qué estaba pasando y se levantaría a cerrar las persianas, porque sabía que Jaehyun estaba demasiado dormido como para ponerse en pie y hacerlo él mismo. Cuando Johnny regresara a la cama, Jaehyun se voltearía para quedar de frente a él y Johnny le abrazaría y acariciaría el cabello para que vuelva a retomar el sueño por un par de horas más.

Ya cuando el reloj sobre la mesita de noche marcara las diez de la mañana, Jaehyun se volvería a despertar, pero esta vez el espacio a su lado estaría vacío, así que él asumiría que ya es media mañana y ha descansado lo suficiente. Se estrujó los ojos, levantándose y arrastrando los pies por todo el suelo de la habitación y a lo largo del pasillo hasta llegar a la cocina. Johnny estaba en una esquina, recostando la espalda desnuda sobre el borde de la repisa y sosteniendo su inseparable taza de té. Jaehyun suspiró y le devolvió la mirada, viéndole vestir únicamente sus pantalones cortos... y nada más, ni camiseta, ni pantuflas, ni siquiera medias que cubrieran sus pies descalzos sobre las losas de la cocina. Jaehyun creía que nunca se llegaría a acostumbrar a aquella escena frente a sus ojos. Luego de tanto tiempo, todavía sentía sus orejas calientes cada vez que era testigo de su salida del baño con solo la toalla colgando de sus caderas y las gotas de agua salpicadas sobre su torso. Pero, peor aún era cuando estaban justo así, en la isla de la cocina y Johnny le dedicaba media sonrisa, ofreciéndole un poco de té, con su cabello despeinado y las marcas de la almohada todavía en el costado de su mejilla. Jaehyun solo le asentía, porque no creía ser capaz de responderle sin que la voz se le quebrara. Y, luego de Johnny pasarle la taza de té, le depositaba un beso en la frente, susurrándole un buenos días sobre su oído.

Jaehyun amaba verle así. Habían días que parecía estar lloviendo en la mente de Johnny, como si atravesara una tormenta en silencio y Jaehyun sabía que debía apartarse en esos días y dejarle mecerse sobre la hamaca por el resto de la tarde hasta que él mismo volviera al mundo real una vez más. Ya no ocurría con tanta frecuencia como antes. Ahora las sonrisas eran más habituales y en ocasiones le escuchaba tararear. A veces extrañaba su voz al cantar, pero estaba confiado que algún día tal vez volvería a oírle.

Hoy era distinto. Johnny caminaba con energía de un lado a otro, mostrándole el nuevo barco embotellado que terminó de crear justo la noche anterior. Había cierto brillo en sus ojos que hablaba por sí mismo y Jaehyun no pudo evitar sonreír, a lo que Johnny le respondió con un pequeño beso justo sobre sus labios. Mañanas como esas le demostraban a Jaehyun que lo tenía todo en el mundo y él sabía que no deseaba nada más en absoluto.

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Esto es algo que se me ocurrió escribir después. Originalmente la historia acabaría en el siete, pero quería dejarles algunos párrafos más por si extrañan esta historia tanto como yo. Ahora sí me despido completamente de ustedes y de esta historia que tanto me ha gustado escribir.

Eden

vacío | johnjaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora