Cuatro

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16 de noviembre de 1947

Jaehyun se despertó en un sobresalto y cayó sentado sobre el colchón. Un mal sueño, una pesadilla. El sudor se arremolinaba sobre su frente, humedeciendo todo el borde de su cabello y los mechones que descuidadamente caían sobre el rostro. El corazón le palpitaba salvaje contra su pecho, como un rugido a la luz de la luna. Se mordió los labios para no llorar. Había pasado muchas noches llorando, tantas que ya no mantenía la cuenta de las mismas.

Johnny estaba en el sueño, tan resplandeciente como siempre lo había estado. Podía verle desde su balcón. Corría descalzo sobre la arena con sus pantalones enrrollados hasta las rodillas y mojándose los pies en la orilla de la playa, donde las olas gigantescas que amenazaban con arrastrarte ya se habían convertido en espuma.

Jaehyun se le quedó mirando por mucho tiempo y, de pronto, en un parpadeo, ya no estaba. No había rastro alguno de él, pero de alguna forma Jaehyun sabía que las olas se lo hubieron llevado con ellas. Jaehyun sabía que el mar le arrebató a Johnny y gritó hasta quedarse sin voz, rogando que se lo devolvieran. El mar no hizo caso y los surcos en el pecho de Jaehyun comenzaron a escocer.

Entonces, despertó.

Cada centímetro de su piel ardía, como la primera noche que pasó sin él. Su corazón parecía haberse quebrado por dentro. La garganta quemaba y las lágrimas parecían atascarse en ella, impidiéndole respirar con normalidad.

Aún era palpable la ausencia, ocupando todo el aire dentro de esas paredes, obligándolo a salir al balcón y recostarse en la hamaca, en un infructuoso intento de calmar su pulso y volver a engavetar las lágrimas que vacilaban en el borde de sus ojos. Pero aquello resultó ser otra embestida directa para sus recuerdos en carne viva, escociendo como una herida reciente. A su mente rápido vinieron las madrugadas que Johnny no podía dormir y terminaban acostados allí, en esa misma hamaca, enrollados entre sus brazos mientras sus dedos dibujaban formas abstractas sobre su pieles y Johnny se inclinaba sobre su oído para recitarle ese poema que hubo leído aquella misma tarde, sentado sobre la repisa de la cocina mientras Jaehyun cocinaba la cena.

vacío | johnjaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora