Capitulo 01

129 17 8
                                    

Los murmullos se aferraban a mi mente como sombras inquietantes, arrastrándome desde la oscuridad del inconsciente hacia una realidad borrosa. "Mmmm", susurré, tratando de encontrar mi voz entre el eco de las voces distantes.

Una voz infantil, llena de preocupación y ternura, penetró en mi confusión. "Darling", pronunció con dulzura. "Despierta, vamos tarde". La palabra "Darling" me sacudió como un escalofrío repentino. ¿Por qué me llamaban así? ¿Y tarde para qué?

Con esfuerzo, abrí los ojos, encontrando un mundo difuso y desdibujado. Las sombras se retiraron lentamente, revelando una imagen desoladora. ¿Dónde demonios estaban? Un rincón sucio y desolado, un basurero, tal vez. Mi mirada se posó en una niña flaca, posiblemente de unos 5 o quizás 8 años no lose, de aspecto demacrado y hambriento. La observé con desconfianza, luchando por entender lo que sucedía.

—¡Niña! ¿Dónde estoy? —mi voz sonaba débil y quebrada.

La niña me miró con asombro, frunciendo el ceño en una expresión de puchero infantil. —Darling, ¿Qué te pasa? Te ves extraña. Además, ¿por qué me llamas niña si tú eres una? Y tengo un nombre, ¿sabes?

La realidad me golpeó como un martillazo. Esto era un basurero, sin lugar a dudas. Mi mente estaba en un caos. ¿Por qué mis manos eran pequeñas? ¿Dónde diablos estaba? ¿Y esa niña... por qué me llamaba Darling?

—Espera... me llamaste Darling, ¿verdad? —mi voz temblorosa reflejaba mi incredulidad.

—Sí, Darling, ese es tu nombre —la niña asintió con una mirada preocupada—. Pero, ¿estás bien? ¿Te golpeaste la cabeza o algo así?

El nombre "Darling" me envolvió en un torbellino de pensamientos y emociones. Me encontraba en un callejón sucio, rodeado de basura y ratas, acostada sobre cajas y cubierta con periódicos.

Pero lo más impactante era que tenía manos pequeñas. La angustia se apoderó de mí. No podía entenderlo.

—Darling, levántate, vamos tarde —insistió la niña, rompiendo el silencio.

—Niña, ¿Dónde estoy? ¿Qué lugar es este? —pregunté, buscando respuestas desesperadamente.

La niña parpadeó varias veces, claramente incapaz de comprender mis preguntas. —Darling... pues, ¿Dónde crees que estamos? Es bastante obvio que estamos en los callejones de los barrios bajos.

Mis pensamientos se detuvieron. Barrios bajos. No había escuchado esa expresión en años. Lentamente, me puse de pie frente a la niña, observando sus ojos cafés. Me recordaba a alguien, a alguien que conocí hace mucho tiempo en mi vida anterior.

—Niña, ¿Cuál es tu nombre? —pregunté, esperando una respuesta que confirmara mis sospechas.

—Me llamo Liz —respondió la niña, sin entender la relevancia de la pregunta.

Mis ojos se abrieron de par en par, sorprendida. Esta niña era Liz, mi amiga de la infancia en mi primera vida, una amiga que murió cuando tenía 10 años.

—¿Eres Liz? —mi voz temblaba de emoción.

—Sí, Darling, soy Liz. Ahora, vámonos antes de que sea demasiado tarde y nos quedemos sin comida. Me alegra que tu fiebre haya bajado.

Fiebre. La palabra resonó en mi mente. La noche anterior había estado enferma, con fiebre alta, según Liz. Pero, ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo había vuelto a mi primera vida, un mundo que fue un verdadero infierno?

La emoción me envolvió, y abracé a Liz con fuerza, agradecida y emocionada. Era realmente Liz, mi amiga de la infancia.

—Liz, mi querida amiga Liz, eres tú. Gracias, Liz, gracias por estar conmigo.

Tu Muerte será mi FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora