Después del baño, nos dieron vestidos a Liz y a mí. Eran vestidos de niñas muy bonitos, aunque no eran de nuestras tallas, al menos eran perfectos. Nos alistamos y bajamos al comedor, donde nos esperaba la baronesa para la cena de bienvenida, que marcaría nuestro debut como las nuevas señoritas de la mansión Lución, las hijas de la baronesa Ester.
Al bajar, la baronesa nos recibió con un gran abrazo.
—¡Hola, mis niñas! ¿Están bien? No se preocupen por la ropa; mañana vendrá un sastre para confeccionarles sus propios vestidos, y se verán preciosas.
—¿En serio, mamá? —dijo Liz, con sus ojitos brillando de emoción—. Estoy muy emocionada, mamá. Es la primera vez que uso un vestido tan bonito y de colores. También es la primera vez que uso un baño así. Es muy grande, y ahora huelo rico, mamá.
—¡Guau, mamá! ¿Qué es todo esto? —pregunto Liz mientras babeaba, su mirada posaba en la gran mesa llena de diferentes platillos—. Nunca había visto tanta comida en mi vida, mejor dicho, nunca había visto una comida como esta. ¡Guau! hasta huele muy rico.
—Es para ustedes, mis preciosas. Es una cena de bienvenida para celebrar el regreso de mis hijas. Mi pequeña Liz, puedes comer todo lo que quieras. Adelante, coman y disfruten.
—Mis pequeñas, en una semana todo estará listo: sus vestidos, sus habitaciones, muchas muñecas para jugar y muchos libros y todo lo que necesiten —dijo la baronesa mientras su mirada derramaba amor.
—¡Guau, guau, este es el mejor día de mi vida, mamá! ¿verdad que sí, Darling?
—Claro que sí, Liz, es el mejor día porque encontramos a mamá —dije mientras les daba una sonrisa cálida a Liz y a la baronesa Ester.
Durante el transcurso de la cena, Liz lloraba de emoción al probar las delicias de la cena. Preguntaba sobre los diferentes platillos y bebidas, maravillada por los sabores y las texturas. Comentó que jamás había probado algo así y preguntó qué tipo de comida y frutas eran. También compartió que las únicas comidas que había tenido antes de perder su hogar eran pan con agua fresca, y en días especiales, pan con jalea. En ese entonces, ella agradecía esos momentos especiales porque los compartía con sus padres. Sus ojos brillaban de alegría y gratitud mientras saboreaba la deliciosa cena que tenía frente a ella.
Yo sabía muy bien que Liz nunca fue codiciosa ni conocía la envidia. Durante el tiempo que pasamos en los callejones, ella era feliz con tan poco, incluso compartía las migajas de pan mohoso que encontraba con otros niños que estaba en las mismas condiciones. Liz era un verdadero ángel que se preocupaba genuinamente por los demás, y fue la única persona que se preocupó por mí en mi vida anterior.
Mientras disfrutaba de la cena de bienvenida en la mansión Lución, observé a mi alrededor. Algunos de los sirvientes presentes parecían conmovidos por las reacciones de Liz. Una niña que necesitaba afecto y amor genuinos. Sin embargo, también noté miradas de desprecio por nuestros humildes orígenes, y otros que parecían molestos por la idea de que dos niñas indigentes ocuparan el lugar de una niña noble que, la cual ya estaba muerta.
Pero lo que más parecía molestar a los sirvientes era el hecho de que la baronesa nos tratara como si fuéramos sus verdaderas hijas, como si siempre hubiéramos vivido en esa mansión. Esta situación iba en contra de sus principios, ya que valoraban la lealtad a la familia y la importancia de la sangre. No aceptaban que dos desconocidas e indigentes como nosotras pudieran llevar el prestigioso apellido de un noble.
Recordé la novela original y cómo, cuándo Cristal fue acogida, solo tomó una semana para que todos los sirvientes la adoraran. Pero en nuestro caso, la situación era muy diferente porque no éramos nobles. Necesitaba deshacerme de ellos, ganar el control de la mansión y asegurarme de que solo aquellos que fueran leales a mí permanecieran a mi lado.
La cena no solo fue un festín para el paladar, sino también para el corazón de Liz. Ella se estaba sintiendo amada y cuidada, y la emoción de ser parte de una familia la llenaba de alegría y gratitud. Era un nuevo comienzo para las dos, pero en diferentes maneras, ella creciendo como una niña amada y yo para ejecutar mi venganza.
La cena terminó de manera cordial, y la baronesa nos acompañó a cambiarnos de ropa y arroparnos para dormir mientras nos contaba un cuento de hadas. Liz estaba encantada y poco a poco se sumió en el sueño hasta quedarse profundamente dormida. Me... parecía patético... Odiaba los cuentos de hadas. Si fuera una niña de verdad, podría haberlos disfrutado, pero esa no era mi realidad. La diferencia entre Liz y yo era que su infancia podía ser salvada, pero la mía ya estaba perdida.
—Buenas noches mis niñas, descansen y hasta mañana.
Después de que la baronesa se despidió con un beso en la frente y salió de la habitación.
—mmmm.
Una sonrisa perversa se dibujó en mi rostro. Sabía que tenía que idear un plan para convertirme en la titiritera de todos en la mansión Lución, controlar los hilos de esta nueva vida que había comenzado. Mis pensamientos se llenaron de estrategias y maquinaciones mientras me sumía en la oscuridad de la noche. La venganza estaba en marcha, y no permitiría que nada ni nadie se interpusiera en mi camino.
┏━━━━°❀•°*°•❀°━━━━┓Darling pequeña
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Tu Muerte será mi Felicidad
FantasyDespués de sumergirme en una novela romántica, mis recuerdos de una vida pasada resurgieron, revelando las cicatrices y los responsables del infierno que viví. Ahora, en esta nueva y exitosa vida, me encuentro en mis momentos de éxito, pero no dura...