Capítulo 05

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Los callejones y las calles eran un eco de mis recuerdos más oscuros, un lugar que no había cambiado en años. A medida que avanzaba junto a Liz, observé detenidamente el entorno. Aquellos callejones desgastados y sucios no eran el lugar que ningún noble consideraría para sus elegantes pasos, excepto cuando huían como Cristal y Felix.

Decidí acomodar mis harapos, pues ni siquiera merecían el título de ropa. También traté de domar mi rebelde cabello. Liberé mi mano de la de Liz y me aventuré hacia la calle principal, sin dejar de analizar la situación.

—Darling, espera, no vayas allí. Las personas aquí no nos tratan bien —advirtió Liz con preocupación.

—No te preocupes, Liz. —Le sonreí y continué mi camino hacia la calle principal.

Las calles estaban llenas de personas comunes y corrientes, plebeyos que vivían en su propia realidad. Había niños jugando, adultos y puestos de venta que ofrecían una variada gama de productos, desde pescados y carnes hasta frutas, panes, joyería falsa y artesanías, entre otras cosas. Después de observar el lugar y evaluar la situación, decidí seguir adelante y me acerqué a una joven que estaba vendiendo periódicos.

—Disculpe, señorita, ¿podría decirme la fecha de hoy, si no es mucha molestia? —pregunté con cortesía y educación, tratando de ocultar mi procedencia.
La joven abrió los ojos con asombro, quizás sorprendida por mi manera de hablar y comportarme, o tal vez por mi apariencia desaliñada.

—Hoy es el 9 de la estación del verano del año 200 del calendario solar.

—Agradezco su amabilidad, señorita. Si me disculpa, me retiraré. Que tenga usted un lindo día. —Le sonreí y me di la vuelta para alejarme.

Estábamos en el año 200 del calendario lunar. Esto significaba que solo tenía nueve años. Faltaban dos años para que Liz muriera y tres años para que yo fuera secuestrada por los de tráfico de personas despiadadas.

En este momento, yo era solo una niña vulnerable, una pieza de ajedrez en un juego del que no conocía las reglas. Carecía de poder y estatus en este mundo, pero había algo que tenía claro: necesitaba protección y la capacidad de buscar a una familia con influencia que pudiera ayudarme a recuperar lo que me habían arrebatado.

Mi mente bullía de pensamientos mientras continuaba caminando por las bulliciosas calles, rodeada de la multitud ajena. Sabía que la venganza requeriría paciencia y astucia, y necesitaba encontrar aliados en este mundo desconocido. Pero por ahora, debía centrarme en sobrevivir y ocultar mi verdadera identidad en las sombras de este lugar olvidado por los nobles.

Mientras regresaba al lado de Liz, mi mente empezó a divagar hacia un personaje que había leído en la novela "Mi Futuro Emperador". Era alguien que podría ayudarnos en esta difícil situación, alguien que, al igual que yo, había vivido la pérdida y la desesperación en los barrios bajos de la ciudad: la baronesa Ester.

La baronesa Ester era una viuda desafortunada que había perdido a su esposo mientras este buscaba a su hija perdida en los rincones más oscuros y peligrosos de la capital. Vivía en las afueras, a unas dos horas en carruaje desde la capital. La noticia de la muerte de su esposo y la confirmación de que su hija había fallecido la habían sumido en la tristeza y la soledad.
Pero la vida de la baronesa dio un giro inesperado cuando, en un día que marcaría el aniversario de la desaparición de su hija, bajó a la capital.

En su paseo por la ciudad, la baronesa se encontró con Cristal, la protagonista de la novela, y quedó impactada. Cristal, una joven que había huido del ducado, compartía una semejanza solo por ser niña igual que su hija perdida. En ese momento, la baronesa Ester vio en Cristal una oportunidad de redimir su dolor y soledad. Convencida de que si su hija estuviera viva tendría la misma edad que Cristal, la baronesa decidió acogerla como si fuera su propia hija.

Mis recuerdos de la historia de la baronesa Ester se desplegaron con claridad en mi mente mientras caminaba junto a Liz por las calles empobrecidas de la capital. Un plan comenzó a tomar forma en mi cabeza. Si recordaba correctamente, el aniversario de la muerte de la hija de la baronesa Ester era el día 11 de la estación de verano, lo que significaba que solo faltaban dos días.

Mi corazón latía con emoción y ansiedad. Este era el momento perfecto para usar a la baronesa Ester como un medio para salir de los callejones y llevar a Liz conmigo. Debía manipular a la baronesa, aprovechando su debilidad emocional y su deseo de llenar el vacío que la pérdida de su hija había dejado en su vida. Esta era mi oportunidad de cambiar el curso de nuestro destino y dar un paso hacia la venganza que tanto anhelaba.

Sin embargo, también era consciente de que esto no sería fácil. Tendría que actuar con astucia y cautela, ganándome la confianza de la baronesa Ester sin revelar mi verdadera identidad ni mis intenciones. Debía hacer que ella creyera que Liz y yo éramos las respuestas a sus oraciones, que éramos las hijas que la vida le había arrebatado de manera tan cruel.

Mientras avanzábamos por las calles, tomé la mano de Liz con determinación. Sabía que lo que se avecinaba sería un desafío, pero también era la única salida que veía de este oscuro laberinto en el que nos encontrábamos.

Con un corazón lleno de esperanza y determinación, me preparé mentalmente para el complicado juego de manipulación que estaba a punto de comenzar. Era hora de poner en marcha mi plan y cambiar nuestro destino para siempre.

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Nota: Hola, me gustaría mucho agradecerles, por haberle dado una oportunidad a mi historia.

Tu Muerte será mi FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora