NUEVE: La chica ideal

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Canción del capítulo: Me Enteré - Tiago PZK, TINI

Hugo regresa con la cerveza, y se sienta junto a mí

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Hugo regresa con la cerveza, y se sienta junto a mí. Inmediatamente me toma de la mano, y la verdad, es que no me molesta. Al contrario.

Cuando abren pista, se voltea hacia mí.

—¿Bailamos? —dice, extendiendo la mano.

Yo no bailo. No me gusta, me siento muy expuesta cuando lo hago, además de que, en realidad, hace mucho que no salía en la noche porque siempre tiene prioridad el estudio, y como estudiante de medicina, no hay mucho tiempo libre. Por lo menos para mí, yo sé que Alex, e inclusive Paloma, tienen una vida social mucho más activa que la mía.

—No sé bailar —respondo, tímida.

—Vamos, Sofi. No necesitas hacer mucho, solo tienes que dejarte llevar por la música.

Normalmente no me dejo llevar, pero como si Hugo me tuviera hechizada, me levanto, y lo dejo guiarnos hasta la pista de baile. Se pone enfrente de mí, y con una sonrisa, pasa un brazo alrededor de mi cintura, y sin dejar de mirarme, empieza a menear su cadera al ritmo de la música, y como si mi cuerpo supiera lo que está haciendo, le sigue.

No sé en qué momento pasó el otro brazo por el otro costado, pero ahora estamos bailando casi abrazados, muy juntitos, y yo he plantado la palma de mis manos sobre su pecho.

Seguimos bailando así, una, dos, cinco canciones. En algún momento cerramos todo el espacio entre nosotros, y estamos casi pegado uno al otro, si me muevo un centímetro, podríamos besarnos. Su mirada sigue clavada en mí, hasta que noto cómo sus ojos se deslizan a mis labios por un segundo, antes de volver a subir. Agradezco que me está abrazando, porque siento que mis piernas van a dar de sí en cualquier momento.

Yo también quiero besarlo.

Tengo muchas ganas, pero por eso mismo me alejo un poco, y paso una mano por mi frente.

—¿Regresamos? Tengo sed.

—Claro.

Recupero el aliento cuando regresamos a la mesa. Nos sentamos y noto que han pedido ya una botella de tequila. Hay dos tequileros vacíos en medio de la mesa, y cuando llegamos, Manolo los llena inmediatamente, y nos los pone enfrente.

—¡Salud! —dice, antes de tomar su propio tequilero y tomarse el contenido en un solo trago.

Hago una mueca, y me volteo hacia Hugo.

—No soy buena tomando alcohol.

Hugo me sonríe y se toma su caballito de un trago, cambiándolo por el mío.

—No te preocupes, yo sí. —Hace una mueca antes de agregar—, pero no voy a tomar más que esto, porque te tengo que llevar a casa sana y salva.

Siento una calidez esparcirse en mi pecho por el hecho de que realmente se tomó muy a pecho lo de ‹‹cuidarme››, y no me quejo, la verdad me gusta y me hace sentir que puedo confiar en lo que dice.

Convenio sin acuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora