Capitulo 2: Combates de Entrenamiento

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El hombre de 50 años se dirigió al presidente Kikis con respeto: "Mucho gusto, señor presidente. Le agradezco que aceptara nuestra oferta para poder charlar sobre este asunto".

El presidente interrumpió con una sonrisa cálida: "Vamos, Reynaldo, basta de formalidades. Hemos estado trabajando juntos gran parte de mi mandato presidencial. Eres como mi mano derecha. Por favor, dirígete a mí como Kikis. Y qué bueno es verte también por aquí, Gandhi".

Gandhi, el joven que acompañaba a Reynaldo, respondió: "El gusto es mío, señor Kikis. Siempre he estado muy agradecido de poder aprender y trabajar junto a ustedes".

Reynaldo continuó: "Basta de presentaciones. Supongo que intuyes que estamos aquí para hablar del incidente del almacén. Recuerde que nosotros nos encargamos principalmente del equipo de protección civil, además de controlar el suministro armamentístico del pueblo. Aunque no seamos una ciudad, somos un pueblo cercano a la gran urbe Horizon City y, junto a eso, también al pueblo de Sombra Dormida. Usted sabe que la situación en aquel lugar es bastante peligrosa, llena de bandas traficantes y homicidios. Por lo que si algo llegara a pasar en el pueblo, pondría en gran peligro a la población. Estamos haciendo lo posible para cuidar al pueblo..."

Kikis interrumpió con un gesto pensativo: "Pero hay algo más aquí en esto, ¿verdad? Esto último de Sombra Dormida tiene algo que ver con el atentado".

Reynaldo asintió: "Creemos que sí. Como usted se habrá dado cuenta, tras el robo a los almacenes se encontró la evidencia de alguna extraña escultura de un coco con una vela en el centro. El equipo policial ha escuchado rumores de una banda criminal de Sombra Dormida conocida como el Vita Coco. Hasta ahora, las pérdidas fueron de un elemento policial y alimentos, así como aparatos electrónicos. No entiendo cuál sea su plan".

Gandhi agregó: "Pero estamos teorizando que podrían intentar una guerra aquí en el pueblo o esto solo será una pequeña advertencia".

Kikis, con una expresión de preocupación, dijo: "Podría ser también una crisis alimenticia en su pueblo y buscan una forma bastante radical para buscar comida. No me extrañaría del presidente Kocolocht realizar actos así. Siempre ha sido de esa forma. Pero creo que debería hablar con él".

Reynaldo cuestionó a Kikis: "Kikis, no entiendes la gravedad de esto. Debemos acabar con ellos en este instante. Ya acabaron con un policía del pueblo y nos robaron. ¿Qué más esperas? ¿Que toquen a tu puerta para avisar el siguiente ataque?"

Kikis lo detuvo con calma: "Reynaldo, es suficiente. A nuestra edad, tomar decisiones apresuradas nos llevará por un mal camino. De verdad, muchas gracias por las ideas, pero sé cómo actuar en esta situación. Buscaremos la solución pacífica, como símbolo de nuestro hogar".

Reynaldo reflexionó un momento y finalmente dijo: "Está bien, aceptaré su solución. Disculpa por actuar así, pero si esto no llega a funcionar, yo actuaré a mi modo... Gandhi, es hora de irnos".

Ambos se retiraron del despacho del presidente, pero antes de salir, Gandhi se acercó al presidente para decirle: "Señor Kikis, apoyo su idea de una solución pacífica. Cualquier cosa que necesite, yo se la proporcionaré. Ustedes dos han hecho un excelente trabajo cuidando al pueblo. Así que permítame ayudarlo".

Kikis agradeció con una sonrisa y un apretón de manos, sabiendo que tenía el apoyo de sus colaboradores en esta difícil situación.

Reynaldo y Gandhi, después de salir del ayuntamiento, se dirigieron a su camioneta, escoltados por sus guardaespaldas. Mientras caminaban hacia el vehículo, una señora de edad avanzada y vestimenta desgastada se les acercó corriendo. Los guardaespaldas la detuvieron, pero Reynaldo permitió que se acercara.

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