Capitulo 6: Entrenamiento y engaños

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¡¡Inicio de nuevo arco: Guns n Blood!!


El sol de la mañana se filtraba por la ventana, bañando el rostro de Gerardo con su luz matutina. Pero ni siquiera la brillante y cálida claridad podía disipar la expresión vacía en su mirada. Cinthya, la mamá de Bruno, nuevamente pasó por él para llevarlo a la escuela junto con Bruno, Lexi y su hijo.

Durante el camino nadie mencionó palabra, pues Gerardo emanaba un aura oscura y melancólica que parecía apartar cualquier intento de conversación. Se limitó a observar el paisaje matutino por la ventana con gesto ausente.

Ya en el salón de clases, Ángel notó el extraño comportamiento de Gerardo y se acercó amablemente. Posó su mano sobre el hombro del chico e intentó transmitirle algo de calidez humana en medio de esa fría atmósfera que lo rodeaba.

Finalmente, Gerardo pareció reaccionar. Miró a Ángel reconociendo su presencia, pero aún con un velo de confusión nublándole la mirada. El chico moreno le preguntó sobre Aaron, pues aún no llegaba. Gerardo solo atinó a decir que quizás se había quedado dormido, pero un escalofrío recorrió su espalda al mencionar ese nombre. Imágenes tenebrosas cruzaron por su mente, arrancándole momentáneamente de esa aula iluminada por la mañana.

*En ese momento sintió la potente patada de Gabriel en sus costillas que lo derribó contra el frío suelo. "¿Qué pasa, pequeño imbécil? ¿Acaso te afectó matarlo?" le espetó Gabriel con desdén.

Gerardo solo atinó a balbucear: "Yo... yo lo maté. He matado a Aaron".

Gabriel lo miró con frialdad. "Veo que tienes ganas de morir entonces. Si no, deja de lloriquear como una nena. Toma, aquí está tu pago por el trabajo sucio. Yo me encargaré de ocultar el cadáver". Le arrojó unos billetes manchados de rojo.

Temblando de miedo, Gerardo se puso de pie como pudo y se quitó los ensangrentados guantes.

Antes de retirarse, Gabriel se volteó una última vez. Más te vale actuar normal mañana en la escuela. Porque si no, iremos por ti, pequeño imbécil. Y no solo acabaremos contigo, también mataremos a tu patética hermanita lisiada. ¿Me escuchaste bien? Un paso en falso y les doy caza como a perros" espetó Gabriel antes de desaparecer en la oscuridad con el cuerpo sin vida de Aaron.

Gerardo entró precipitadamente a la casa, encerrándose en el baño. Las náuseas pudieron más que él e inmediatamente vomitó con fuerza, presa de intensas arcadas. Abrió la ducha y se metió debajo del chorro, frotando compulsivamente sus brazos y pecho para quitarse la sangre de Aaron. Pero por más que tallaba, la culpa y el horror parecían haberse tatuado en su piel.

Salió de la ducha con el cuerpo temblando incontrolablemente y se miró en el espejo, demacrado, con los ojos enrojecidos por el llanto y el vómito. En ese momento, escuchó unos débiles pasos que se acercaban. Era su hermana Iris. En ese momento, escuchó unos débiles pasos que se acercaban. Era su hermana Iris, que lo miró preocupada y le preguntó qué había sucedido.

Gerardo la miró con ojos desorbitados por el trauma, sabiendo que no podría decirle la verdad. "Iris...yo hice algo terrible", fue todo lo que pudo pronunciar con voz quebrada.

Iris intentó acercarse para consolarlo, pero le costaba mucho esfuerzo moverse. Con paso vacilante llegó hasta donde su hermano estaba arrodillado y se apoyó en los muebles cercanos para no perder el equilibrio.

"Iris, ¿qué haces de pie? No deberías hacer esfuerzos en tu estado", dijo Gerardo alarmado al verla tambalearse.

Pero Iris no le hizo caso y lo abrazó muy fuerte, transmitiéndole todo su apoyo. "Estamos juntos en esto, hermano. No importa qué haya pasado, siempre podrás contar conmigo".

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