Capitulo 8: Falso Héroe

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Iker abrió los ojos con dificultad. Su vista nublada apenas le permitía distinguir una intensa luz blanca sobre él. Un agonizante ardor invadía la mitad de su rostro, ahora horriblemente desfigurado por la habilidad corrosiva de Gandhi.

La piel derretida colgaba en jirones ensangrentados, dejando entrever el músculo y hueso destruidos. Iker sólo conservaba la visión en un ojo, el otro había sido reducido a una masa deforme.

Entre la bruma de dolor, alcanzó a distinguir seis siluetas borrosas a su alrededor. La voz de un hombre mayor ordenó: "Nahum, cierra sus heridas".

Un resplandor púrpura inundó su campo de visión. El sangrado se detuvo, pero el suplicio continuaba latente. Nahum sentenció: "No te emociones, sólo sellé la hemorragia por órdenes del jefe. Pero la herida está abierta".

Aturdido, Iker preguntó: "¿Dónde...dónde estoy?". Con gran esfuerzo intentó ponerse de pie y convocar su magia, pero sólo consiguió desplomarse de nuevo ante la estruendosa risa de Gandhi.

Levantando la mirada del suelo, sus ojos se toparon con la imponente figura frente a él, ataviada con un elegante traje café. Un escalofrío recorrió su espalda al reconocer esa voz. Era Reynaldo.

Una avalancha de pensamientos lo invadió: "Él está detrás de todo esto. Nadie más pudo haber burlado la seguridad que se impuso en el pueblo".

Reynaldo esbozó una retorcida sonrisa. "Luces sorprendido, Iker. ¿Acaso no esperabas que fuera yo el cerebro tras todo esto? He construido una falsa sensación de seguridad en el pueblo, ganándome la confianza de todos".

Su expresión se ensombreció. "Durante años planifiqué cada paso para posicionarme junto a mis camaradas. Kikis no tiene idea del destino que le aguarda. Casi siento lástima por el pobre diablo".

Reynaldo centró su intimidante mirada en Iker. "Veo un inútil coraje ardiendo en tus ojos. Pero no lograrás gran cosa en tu estado actual".

Iker le devolvió una furiosa e impotente mirada, desafiándolo en silencio.

"Escapar es imposible para ti. Así que, sabiendo que no darás ni un paso fuera de aquí, continuemos con la reunión, camaradas. Ahora contigo como nuestro invitado de honor".

Rogelio levantó sin contemplaciones a Iker para sentarlo a la fuerza sobre una silla y amarrarlo. Rendido y adolorido, el agente decidió no oponer resistencia, resignándose al cruel destino que le aguardaba.

"Por cierto, Nahum estará a cargo de atender a nuestra apreciada rata" agregó Reynaldo con sádica satisfacción. "Puedes hacer con él lo que desees e incluso convertirlo en nuestra mascota".

Nahum relamió sus labios con una torcida sonrisa ante la sugerencia. "Será un placer, jefe".

Tras saborear esas palabras, Reynaldo retomó la palabra. "Muy bien, camaradas. Continuemos donde nos habíamos quedado...".

La imagen se tornó borrosa, fundiéndose en una habitación semiderruida de un viejo motel, con goteras y signos de abandono.

En el sucio piso yacía un delgado joven de tez morena, con el corto cabello negro empapado en sangre que manaba de su rostro. Bruno lo reconoció al instante, inundado por el horror.

"L...Luis", balbuceó con voz temblorosa.

Su mirada se posó luego en la otra figura arrodillada a unos metros. Un hombre de piel clara, ojos café y desordenado flequillo negro escupía sangre con dificultad.

Entre espasmos le dirigió una torcida sonrisa a Bruno. "Alardeabas de ser un héroe... así que dime, ¿se siente bien toda esa ira dentro de ti? Tú y yo no somos tan diferentes después de todo".

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