Chapter 24: When The Mask Falls

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Jisoo soltó a Sana una vez que estuvieron en el pasillo de luces verdes y comenzaron a correr hacia la puerta que daba hacia la salida. La japonesa no tenía una idea de dónde iban, pero al estar con la menor, se sentía segura. 

– ¿Vienes en auto? – preguntó Jisoo una vez fuera. 

– S... No, no vengo en auto – mintió, casi mete la pata. 

– Mierda, entonces plan b – murmuró la más baja y tomó la mano de la pelinegra para guiarla por el callejón. 

Caminaron por varios minutos hasta que llegaron a un edificio abandonado, Sana lo miró con recelo, ¿estar ahí acaso era legal? 

– ¿Qué hacemos aquí? – preguntó. 

– Sólo sígueme – se limitó a decir la rubia. 

En silencio, la japonesa la siguió y se dirigieron hacia la escalera de emergencias del edificio. Subieron y al llegar a la azotea, Jisoo se sentó en el borde. 

– ¿Vienes aquí seguido?  

– Sólo cuando estoy triste – comentó – O cuando quiero pensar. 

– Es una bella vista – se sentó a su lado – Gracias por defenderme, Jisoo. 

– No des las gracias – la reprendió – Lo haría cuantas veces sean necesarias. 

– Aún así gracias – murmuró. 

Ambas se quedaron en silencio y miraron hacia al frente. La brisa gélida las hizo temblar levemente, aunque sinceramente, no sabían si temblaban por frío o por los nervios que sentían al estar la una con la otra. Jisoo miró hacia el cielo estrellado y entonces una estrella fugaz surcó el cielo. 

– Tú – dijo de repente y Sana la miró confundida. 

– ¿Qué? 

– ¿Viste la estrella fugaz? – preguntó sin mirarla. 

– Sí... 

– Mi deseo eres tú – declaró y la japonesa no supo que decir, al contrario, su respiración se cortó y su pulso se aceleró – Anna... ¿Está bien si me confieso ante ti? 

– ¿C-Confesarte? 

– Sinceramente, no quiero esto – comenzó, aún din dirigirle la mirada – No quiero quererte, pero parece ser que en mis sueños soy más honesta – rió por lo bajo – Y debo admitir que has estado en muchos de ellos. 

– Jisoo... 

– ¿Conoces el Cometa Halley? – interrumpió. 

– Sí, pero, ¿qué tiene que ver eso? 

– El Cometa Halley parece aparece más de lo que yo lo hago – bajó la cabeza – Pero tú eres todo lo que me haría romper una promesa. 

– ¿Qué promesa? – se atrevió a preguntar. 

– Amar a alguien – respondió – Soy una tonta por haberme enamorado de ti – soltó y Sana se paralizó – No he dormido desde la última vez que te vi, mis medianoches son equivalentes a las 3:00 am para ti. 

– Y-Yo... 

– No digas nada – la cortó – Pero mis noches de insomnio son mejores si estás tú en mi mente, a pesar de estar teniendo sexo con desconocidos, la única que está en mi cabeza eres tú. 

Sana no sabía qué decir, su corazón martillaba en su pecho, tanto que temía que este dejara de latir en algún momento. Estaba completamente en shock. 

– Solía ser buena en no tener sentimientos, pero ahora estoy desesperada – dijo entre dientes y entonces alzó la mirada hacia la japonesa, quién sintió un estremecimiento en su cuerpo al ver los orbes de la menor cristalizados – Es un fastidio para mí amarte de la manera en que lo hago. 

La mayor desvió la mirada con vergüenza, sus mejillas ardían y su cuerpo entero comenzó a temblar, estaba sintiendo un torbellino de emociones a la vez. Emociones que jamás había sentido antes, emociones que la estaban confundiendo y asustando a la misma vez.

– Nunca me han amado antes – siguió con la voz rota – Pero en este momento siento que estoy hecha para ti... – susurró – Para ti... 

– Jisoo, yo... 

– No he dormido en una semana o tal vez dos – comentó con amargura – Estoy enamorada de ti, ¿qué se supone que debo hacer? 

La mayor la miró y su corazón se rompió al verla llorar, no quería verla llorar y menos por su culpa. Tomó el rostro de la menor entre sus manos y lo acarició, mirándola a los ojos, aquellos ojos que la hipnotizaron desde el primer momento en que los vió. Estos brillaban, brillaban como si estuviera viendo una gran pila de oro... Brillaban por ella y eso causaba más daño en la pelinegra. 

– Perdóname – murmuró Sana bajando la cabeza – No puedo aceptar tus sentimientos, Jisoo. 

– Sabía que esto iba a pasar – respondió y Sana la miró atónita – No me duele tu rechazo, Anna, me duele... 

– No, no entiendes – la interrumpió con un nudo en la garganta – No puedo corresponderte antes de que sepas la verdad. 

– ¿La verdad? 

– No quiero seguir en esta mentira – habló con frustración – No puedo seguir con esto, siento que te amo – admitió – Pero no puedo hacer esto. 

– Anna... 

– Voy a casarme dentro de un mes y medio – murmuró – Y yo... – suspiró. 

Y quitando sus manos de su rostro, aún mirándola a los ojos, Sana llevo sus manos hacia su antifaz y lo quitó, revelando así su identidad ante la coreana. 

– Mi nombre es Minatozaki Sana – se presentó – Y no puedo aceptar tus sentimientos, Jisoo, espero puedas perdonarme. 

Jisoo se quedó estática en su lugar, sin poder creer lo que sus ojos estaban viendo. Era ella... Todo este tiempo siempre fue ella. Las lágrimas brotaron con más intensidad y antes de que la japonesa pudiera decir algo más, la menor se levantó y salió corriendo de ahí, dejándola completamente sola. 

Sana bajó la mirada con tristeza y soltó un grito ahogado, lanzando el antifaz hacia el vacío. Le dolía el pecho, se sentía débil y estúpida, estúpida por haberse enamorado de una prostituta, estúpida por haber vivido en una mentira, estúpida por no haber sido sincera desde el minuto uno. 

Le dolía el alma y en ese momento, Sana se rompió por completo y no supo que hacer. Por otro lado, Jisoo bajó las escaleras y fue directamente a su casa, no quiso volver al club aún sabiendo que al otro día tendría que ver a Sana en la empresa y en la noche aceptar las consecuencias de haberla salvado de Jeongsin. 

Pero eso no le importaba, le importaba más el hecho de haberse enterado que detrás del antifaz se encontraba Minatozaki Sana, su jefa y por sobretodo... 

Le dolía haberse enamorado de la persona incorrecta.

PROSTITUTE || SAHYODonde viven las historias. Descúbrelo ahora